El 5% de Trump, una idea poco realista para una OTAN reforzada

Más allá de sus ambiciones expansionistas en Groenlandia o Canadá, juzgadas como poco realistas en Bruselas, una de las advertencias del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, que ha sonado con más fuerza esta semana es su objetivo de que los países de la OTAN inviertan al menos un 5% de su Producto Interior Bruto (PIB) en Defensa. Se trata de un límite que va mucho más allá del 2% acordado por la Alianza, y que casi una decena de socios, entre ellos España, todavía no han alcanzado, una perspectiva poco realista pero que puede alimentar el rumbo de inversión en Defensa que ya ha propiciado la invasión de Ucrania en el 2022.

“Creo que se debería aportar un 5% a la OTAN”, dijo Trump el martes en una rueda de prensa en su complejo turístico de Mar-a-Lago, en Florida. “Yo soy el que consiguió que pagaran el 2%”, presumió, refiriéndose a a las presiones durante su primer mandato para que se cumpliera el objetivo de gasto actual. En la sombra están sus amenazas de abandonar la OTAN y sus reprimendas a países como Alemania por no gastar suficientemente en Defensa.

Una solución de compromiso sería fijar un objetivo del 3% del PIB, algo ya difícil para muchos países

En Europa, el objetivo del 5% es visto como algo completamente descabellado, pero los analistas creen que forma parte de la estrategia negociadora de Trump: lanzar un mínimo alto para forzar al resto a moverse. “Trump va a empujar porque es su forma de ser, es su forma de dialogar, y quiere señalar que ya todo ha cambiado y las máximas consecuencias, la retirada de la OTAN”, explica Giuseppe Spatafora, analista de relaciones transatlánticas en el Instituto de Estudios Estratégicos de la Unión Europea.

Pero el cambio de ruta en la Alianza ya era evidente antes de que ganara las elecciones en EE.UU.. Según datos de junio de la OTAN, este 2024 ya son 23 de los 32 países de la Organización del Tratado Atlántico Norte que gastan al menos un 2% del PIB en Defensa, comparado con los 10 que lo hacían en el 2023. Un gasto que el nuevo secretario general, Mark Rutte, ya ha advertido que no va a ser suficiente. En un duro discurso de hace un mes, el jede de la Alianza advirtió a los socios que debido a que Vladímir Putin no tiene ninguna intención de frenarse con Ucrania al tener una economía enfocada a la guerra y el apoyo de aliados como China, Irán o Corea del Norte, es urgente que los 32 aliados aumenten radicalmente su gasto en Defensa aunque sea una medida impopular.

Rutte cree también que el 2% del gasto es una cifra demasiado baja para las perspectivas a las que se enfrenta la OTAN. “Os lo puedo asegurar, necesitaremos mucho más”, apuntó, recordando que en el 2025 el gasto militar de Rusia será de entre el 7% y el 8% del PIB. E,s algo que ya está calando entre los ministros de Defensa de la Alianza. Por ejemplo, esta misma semana, el titular italiano, Guido Crossetto, uno de los más fieles colaboradores de Giorgia Meloni, lo dijo clarísimo. “No creo que sea el 5%, que sería en este momento imposible para casi todas las naciones del mundo. Pero como llevo diciendo durante algún tiempo, ya no será el 2% que estamos teniendo problemas para alcanzar, sino más del 2%”, aseguró a la prensa. La pregunta ahora es qué mínimo podría ser una solución intermedia entre las presiones de Trump y los países europeos más reticentes a gastar en Defensa.

Mientras, los países más cercanos a la frontera rusa han incrementado en los últimos años su gasto militar. Por ejemplo, Polonia, que en el 2014 gastaba menos del 2% en Defensa, ahora dedica un 4,12% de su PIB. O Estonia, donde hasta hace poco gobernaba la actual jefa de la diplomacia europea, Kaja Callas, con casi un 3,5%. Al mismo tiempo, en Europa planea el debate impulsado por Francia y los países Bálticos de financiar una Defensa común europea con la emisión de eurobonos, algo de lo que el actual canciller alemán, Olaf Scholz, no quiere ni oír hablar.

De cara a la próxima cumbre de la OTAN en La Haya, en junio, se podría plantear un nuevo objetivo del sobre el 3%, algo que podría llegar a contentar a Trump, que durante la campaña electoral ya propuso esta cifra que significaría un aumento de sobre el 30% del gasto para la mayoría de países. Algo, sin embargo, prácticamente imposible a corto plazo para naciones como España (que dedica el 1,28% del PIB), Italia (1,49%) o Bélgica (1,37), de los que están en la cola de la clasificación. El 3% no sería nada fácil para muchos Gobiernos donde emplear dinero público en gastos militares no es popular entre los votantes.

“Cuando se habló del 2% más que un número mágico era una señal política de los jefes de Gobierno. Cualquier otro número va a tener este papel”, señala Spatafora. “El 5% no es realista porque muchos países tienen problemas para llegar al 2%. Pero en términos estratégicos, expandir la producción militar y gastar mucho más en defensa va a ser necesario”, concluye. Lo primero que hace falta ver es si Trump, una vez en el cargo a partir del próximo 20 de enero, va a mantener el mismo tono como presidente de EE.UU.

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