Ayer, muchas parroquias romanas acogieron a varios de los electores que, dentro de dos días, entrarán en el cónclave para elegir al nuevo Papa. Es una costumbre que se repite y que ha implicado a muchos, aunque no a todos, de los llamados papables .

El cardenal Timothy Dolan, en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la periferia de Roma, ayer
A una iglesia de Torrevecchia, en la periferia occidental de Roma, llegó por la mañana Timothy Dolan, el cardenal estadounidense considerado líder del ala más tradicionalista y apoyado abiertamente por Donald Trump. Entre selfies y saludos de los fieles, tuvo que responder a preguntas sobre el fotomontaje del presidente de Estados Unidos vestido de Papa, difundido por los canales oficiales de la Casa Blanca. Al parecer sin incomodidad, Dolan criticó la ocurrencia de su partidario: “Ha metido la pata”.

El movimiento del líder de los cardenales del sector conservador: Trump “ha metido la pata”
Aunque no figura entre los papables , todos conocen su peso dentro del ala opositora al papa Francisco. Entonces, ¿qué lo impulsa ahora a distanciarse de Trump? Muchos en la curia romana creen que es pura táctica: a nadie le conviene ahora asumir o aceptar una intromisión tan burda que podría resultar contraproducente para el campo tradicionalista.
En este contexto, no sorprende que los ataques más feroces, además de dirigirse contra el “favorito” Pietro Parolin, se estén centrando en Robert Francis Prevost, el cardenal estadounidense —no trumpista— que el sector conservador considera el más insidioso. También la extrema derecha europea, incluida la española, ha puesto su mira en él. El sitioInfovaticana . es, de orientación ultraconservadora y fundado por Gabriel Ariza, ha rescatado en estos días las acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales contra Prevost durante su tiempo en Chiclayo (Perú). No se ha limitado a mencionarlas, sino que ha publicado un extenso expediente de 40 páginas en PDF titulado “Caso Prevost”. “Las acusaciones —se lee en la página web— incluyen haber trasladado sin restricciones a sacerdotes denunciados, haber omitido abrir investigaciones y haber presionado a las víctimas para guardar silencio”.
Desde hace tiempo, la diócesis que dirigió Prevost ha señalado que estas denuncias deben interpretarse en relación con la destitución —presentada como renuncia— de José Antonio Eguren, arzobispo de Piura (Perú) y miembro destacado del Sodalicio de Vida Cristiana, un movimiento disuelto por decisión del papa Francisco, acusado de funcionar como una “secta” donde se cometieron abusos de todo tipo y se llevaron a cabo maniobras financieras opacas. La ofensiva contra Prevost está liderada por Ricardo Coronado, canonista activo en Colorado Springs, especialmente vinculado a Alejandro Bermúdez, periodista y figura clave en los vínculos entre el Sodalicio y ciertos sectores eclesiásticos conservadores de Estados Unidos.
Por ahora, la batalla es estadounidense.