El presidente de Estados Unidos quiere el canal de Panamá, y el comandante ha dicho que sí. Para arrebatárselo a la influencia china y recuperar la centralidad estadounidense. Blackrock, el fondo de inversión más grande del mundo, se movió rápidamente y compró los dos principales puertos del país centroamericano. Pasó casi desapercibido el hecho de que en el consorcio que aceptó las demandas de Donald Trump también estuviera Gianluigi Aponte, italiano con ciudadanía suiza, propietario de MSC, la mayor compañía naviera del mundo.
Aponte, en cualquier caso, nunca ha buscado los focos. Sus datos biográficos son escasos y siempre en la frontera entre el mito y la opacidad. Se conoce su edad, 84 años, que nació en Sant’Agnello, frente al golfo de Sorrento, en la provincia de Nápoles, y que ha vivido prácticamente siempre en Ginebra, con su esposa de origen suizo e israelí, hija de un banquero ginebrino. Tiene dos hijos: Diego, presidente del grupo, y Alexa, directora financiera. Su patrimonio personal ronda los 33.000 millones de dólares, según Forbes, lo que lo convierte en el segundo mayor contribuyente fiscal de toda Suiza y el 48º más rico del mundo.

Gianluigi Aponte
MSC no cotiza en bolsa, por lo que su valor exacto no es público. Sin embargo, se estima que en el 2022 generó ingresos por 86.400 millones de dólares, con un beneficio neto de unos 36.200 millones de dólares. La empresa tiene solo dos socios: él y su esposa. Una estrategia que le ha permitido mantener el control absoluto sin tener que rendir cuentas a inversores externos. La gestión está en parte delegada a sus hijos y otros familiares, como su yerno, Francesco Vago. Pero Aponte no deja nada al azar: “Una vez lo vi entrar en la sala de monitoreo de operaciones y llamar por teléfono al capitán de un barco que estaba entrando en el puerto de Singapur: ‘Soy Gianluigi Aponte, no me gustó la maniobra que hiciste’. El capitán se quedó sin palabras”, cuenta un exdirectivo de la empresa.
Tras años difíciles debido a la crisis de 2008, que puso al sector al borde del colapso, el punto de inflexión para Aponte llegó con la pandemia. Mientras el mundo se detenía, el comercio florecía con precios disparados: “El envío de un contenedor de Shanghái a Europa antes de 2020 podía costar 1.500 euros, y con la covid el precio llegó a ser hasta siete veces mayor”, explica Francesco Maselli, periodista y autor del libro Italia tiene miedo al mar y de una investigación sobre Aponte. “Desde entonces, ha expandido su imperio con adquisiciones en todo el mundo, como la compra de las operaciones africanas de Vincent Bolloré. En la práctica, su estrategia consiste en eliminar a la competencia, o mejor dicho, comprarla”. En esencia, “un oligopolio a punto de convertirse en monopolio. Es como Francis Drake, pero sin una reina Isabel a quien rendir cuentas”, resume Pietro Spirito, economista experto en transporte.
Italiano con ciudadanía suiza, Aponte está expandiendo MSC en toda la cadena logística
La inversión en Panamá es solo la más visible, pero MSC está usando la enorme riqueza generada durante la pandemia para expandirse en toda la cadena logística: camiones, trenes, terminales y empresas de transporte. “Él tiene una idea”, explica el director de Shipping Italy. “MSC debe competir con actores como Amazon, que también están desarrollando su propia infraestructura logística”.
Con la política, los vínculos son discretos pero estrechos. Aponte ha estado en Roma y fue recibido por Giorgia Meloni en Palazzo Chigi. Y al Gobierno italiano, el comandante le hizo un favor, quizá más importante que el concedido a Trump, al comprar la planta de Wartsila en Trieste, que fabrica motores, evitando así un cierre que habría sido dramático para cientos de familias.
“No tengo dudas: MSC quiso hacerle un favor a Trump”, dice Spirito, quien en el pasado fue también presidente de los puertos del mar Tirreno. Y por primera vez, el comandante ha entrado en el mundo de los medios de comunicación, adquiriendo a la familia Agnelli Il Secolo XIX , el histórico diario de Génova.