El gasto público, las exportaciones y los bancos españoles sufrirán con Trump

La Administración Trump 2.0 se prepara para poner en marcha la doctrina MAGA. Bajadas de impuestos, subidas de aranceles, desregulación, exigencia de más gasto en Defensa a los socios de la OTAN, desglobalización y distinción entre países amigos y enemigos son algunos de los ingredientes de la nueva coctelera económica. ¿Cómo afectarán a la economía española? Los expertos coinciden en que, como mínimo, ejercerán presión sobre aspectos tan sensibles como el gasto público, las exportaciones y las finanzas.

“El elemento que más me preocupa es la Defensa”, afirma Judith Arnal, investigadora principal del Real Instituto Elcano. España está a la cola en la OTAN en gasto sobre PIB con apenas el 1,3% y Trump exige un 5%. Este porcentaje es solo por ahora “una posición negociadora”, pero se prevé “una presión para incrementarlo en un contexto de planes de ajuste de las cuentas públicas a medio plazo”, lo que “puede obligar al Gobierno a tomar decisiones muy difíciles”. No se descarta una “reorganización del gasto público” en la que queden desplazadas inversiones estratégicas en transformación y descarbonización.

La directriz de la Casa Blanca de que todos los miembros de la OTAN eleven el gasto en Defensa hasta el 2% del PIB supondría un esfuerzo para España superior a los 10.500 millones. Si el porcentaje subiese al 5%, se elevaría por encima de los 55.000 millones, un importe difícil de asumir si no es con grandes sacrificios.

Este riesgo supera, a juicio de Arnal, el de los aranceles para la economía española, que tampoco es menor. “Estados Unidos tiene un déficit comercial muy fuerte en mercancías, no en servicios”, y “la principal palanca exportadora española, la de servicios, estaría protegida”. Otra cosa es que, como represalia por el menor gasto en Defensa, Estados Unidos castigue de forma específica a los productos españoles.

Los servicios parten en mejor posición para esquivar el golpe, pero entre las mercancías hay sectores sensibles, entre ellos el agroalimentario, que exporta productos a Estados Unidos por cerca de 2.600 millones de euros al año, con el aceite de oliva y el vino entre los más destacados.

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Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank, apunta al factor político al calibrar las derivadas económicas. “Se está configurando un nuevo eje Roma-Varsovia” más afín a Trump, del que Madrid quedará previsiblemente aislado, avisa. “Hay un escenario de proteccionismo y guerra comercial”, y “no está clara la estrategia de España en el mundo que viene”. El país “no ha aprovechado para hacer reformas que garanticen la sostenibilidad y ahora las exigencias de gasto en Defensa de la OTAN van a poner presión sobre sus cuentas públicas”.

Coronil muestra “cierta preocupación” ante las nuevas tendencias, sobre todo porque el crecimiento español se ha basado en “el motor del turismo y el dividendo demográfico”. “La economía real tendrá que adaptarse a un proceso de slowbalization , de tensiones geopolíticas y de un mayor intervencionismo”, señala.

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Sylvain Broyer, economista jefe de S&P en Europa, calcula que los aranceles de Trump pueden afectar al 1,4% del PIB español, que es el volumen de exportaciones a Estados Unidos. “España no es sin embargo la economía más expuesta”, precisa. Si el impacto máximo es de 19.000 millones de euros, la cifra de Alemania asciende a 100.000 millones, frente a los 50.000 millones de Italia y los cerca de 40.000 millones de Irlanda.

La agencia de calificación añade dos matices. El primero, que la menor exposición con respecto a otros socios europeos no es motivo de complacencia, ya que España vende bienes a países de la UE que se utilizan para producir productos que acaban exportándose a Estados Unidos. El segundo, que las medidas arancelarias no surtirán efecto de inmediato, sino que su aplicación llegará previsiblemente a partir del 2026.

El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, citó esta semana en Madrid la “fragmentación” comercial y el daño a las exportaciones de una guerra arancelaria como dos de los principales riesgos del nuevo escenario.

La desregulación y la brecha de tipos de interés son preocupaciones en el ámbito financiero

Arnal también avisa de los efectos del regreso de Trump sobre el sistema financiero y el sector bancario. Estados Unidos no ha dicho cómo implementará los criterios de Basilea III y la Administración Trump es favorable a la desregulación. “Puede generar problemas de estabilidad financiera”, avisa. En el 2023, con la caída de Silicon Valley, ya hubo un aviso que, en aquella ocasión, no llegó a contagiarse a la zona euro. Sin embargo, el propio Guindos ha asegurado que el BCE tiene identificada la banca en la sombra –firmas de capital riesgo y de otro tipo que operan sin tanta regulación– como cadena de transmisión de tensiones financieras a la zona euro.

Los economistas coinciden en que las políticas inflacionistas de Trump obligarán a la Reserva Federal a mantener altos los tipos de interés en un momento en el que el BCE, ante las dificultades de Alemania para crecer, tenderá a bajarlos. Esta brecha, como ya está ocurriendo, devaluará el euro, que camina hacia la paridad con el dólar. Eso encarecerá la compra de petróleo, nominado en dólares, y tensionará los costes energéticos en Europa. Sin embargo, la apuesta de Trump por el fracking podría elevar la oferta y compensar este efecto.

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