
La frase de que a los amigos hay que tenerlos cerca pero a los enemigos todavía más cerca se le ha atribuido a Maquiavelo, al general y estratega chino Sun Tzu, y seguramente a más gente. Pero de lo único que hay constancia irrefutable es de que lo dice Michael Corleone en la segunda parte de El Padrino . La idea es observar sus intenciones y maniobras, para abortar de cuajo cualquier conspiración.
La táctica de Zelenski respecto al general Valeri Zaluzhni, excomandante en de las Fuerzas Armadas ucranianas y considerado su principal rival a la presidencia en unas hipotéticas futuras elecciones, es sin embargo justamente la contraria. A su rival lo ha enviado a Londres para que viva como un rey en el elegante barrio de Holland Park, vaya a la ópera del Covent Garden y al fútbol en Chelsea, se codee con la aristocracia inglesa, tome el té en el Ritz y, si le sobra tiempo, busque el apoyo del primer ministro Starmer en las relaciones con Trump y el envío de armas al país. Aunque de la alta diplomacia ya se encarga él.
De atarlo corto, nada de nada. Zelenski quiere a su rival (considerarlo enemigo es quizás demasiado fuerte) a 2.500 kilómetros de Kyiv, treinta y dos horas en tren y cuarenta y tres en autobús, lejos de las intrigas y batallas políticas del día a día, entretenido con el cambio de la guardia en el Palacio de Buckingham y el culebrón de los Windsor, y bebiendo champán (aunque el vodka es su bebida favorita) en las innumerables recepciones que son la rutina vespertina de un embajador ante cualquier corte, y la de Carlos III no es una excepción.
Un gigantón a quien Volodímir Zelenski le llega al hombro con apuros, y en cuyo cuerpo cabrían dos presidentes ucranianos, el apodado “general de hierro” es un héroe de la defensa de Kyiv que sorprendió a los rusos con una estrategia bélica alejada por completo de la ortodoxia militar de la URSS, dejándolos aproximarse sin resistencia a la capital para que, una vez confiados, cansados y con las líneas de suministros rotas, castigarlos de lleno con la artillería y misiles antitanque, y animando a las milicias territoriales a improvisar sus propias líneas de ataque. “Esperaban encontrarnos adormilados en los cuarteles, fumando marihuana y viendo por la tele los partidos del Dínamo y el Shajtar Donetsk, y se llevaron una sorpresa”, se jactó a posteriori.
JD Vance quiso hablar con Zaluzhni como alternativa a Zelenski pero el general rechazó la llamada
A los héroes de guerra se les suele pasar el arroz cuando el conflicto ha concluido, pero son comprensiblemente muy populares cuando los misiles y drones enemigos llueven sobre tus ciudades y tu vida está en peligro. Es el caso de Zaluzhni, que según una encuesta divulgada por The Economist obtendría en unas elecciones el 65% de los votos, frente al 30% de Zelenski. El actual presidente correría la misma suerte que Winston Churchill, desbancado sin piedad en los primeros comicios tras la II Guerra Mundial.
Cuando tuvo que nombrar un comandante de las Fuerzas Armadas en el 2021, Zelenski pasó por alto a generales convencionales de más alto rango y apostó por Zaluzhni, quizás porque se dedicaba a la comedia igual que él, conectaba con los soldados (va a sus bodas y funerales) y tenía una extraordinaria capacidad de motivación. La decisión fue recompensada con éxitos inesperados en la desigual batalla frente a la Rusia de Putin. Las relaciones se enfriaron sin embargo por discrepancias sobre la movilización masiva de civiles, y cuando el “general de hierro” quiso montar una ofensiva en dirección al sur y Crimea en vez de hacia el nordeste y Járkiv. De modo que fue cesado en el 2024, con visado a Londres.
Zaluzhni es la única figura político-militar más popular que Zelenski en Ucrania (su cara de bulldog adorna camisetas y llaveros,y ya hay cuatro calles y un pueblo con su nombre), y las especulaciones sobre que aspira a la presidencia hace tiempo que circulan. Él ni lo confirma ni lo desmiente, recurriendo al humor para salir del paso (por algo fue cómico antes que general). Sabiendo todo esto, tras la sonada recepción a Zelenski en el despacho oval el pasado marzo, el vicepresidente norteamericano, JD Vance, quiso hablar por teléfono con Zaluzhni con toda la intención de sondearlo. El general consultó con la oficina de Zelenski y rechazó la llamada.
Pero lo cierto es que Londres es el centro oficioso de su campaña para unas elecciones que no tienen fecha (Trump presiona para que sean convocadas), y ha contratado a la líder opositora Viktoria Siumar para que la dirija, y a la reportera Oksana Torop para que sea su jefa de comunicación. Por algo se empieza.
Cómico amateur, el héroe de la defensa de Kiev es tan popular que se venden llaveros y camisetas con su cara
El corpulento militar no es un tipo que se muerda la lengua, y su realista análisis de la guerra resulta con frecuencia polémico. Como cuando califica la situación bélica de punto muerto, y dice que ganará quien disponga de as mejores innovaciones tecnológicas. O cuando advierte a sus compatriotas de la catastrófica coyuntura económica del país, y que no esperen un milagro, y asegura que la restauración de las fronteras anteriores de 1991 (el nacimiento de la Ucrania postsoviética) o el 2022 es imposible, y que la victoria sólo llegaría través de la aniquilación de la capacidad rusa para luchar. “Mientras Trump destruye el orden mundial, nosotros defendemos el flanco este de la OTAN y la futura seguridad de Europa”.
La ruta más directa a Kyiv pasa ahora mismo por Londres,