
Hay que recuperar la clase media, su derrumbe es el pasto del auge de los autoritarismos. Ésta es la línea Maginot de la confrontación por el control del Gobierno Político en España y en todas las democracias occidentales. A un lado, los autoritarios y en el otro, los demócratas. Y en la base de todo, las familias, los proyectos de vida, la clase media.
Si un hijo de vecino no puede acceder a una vivienda con su sueldo, no puede disponer de un coche y tiene serias dificultades para llegar a final de mes, si además ese hijo de vecino es un ciudadano ejemplar que cuando recibe una multa, la paga, cuando va a la escuela pública, se esfuerza y se forma, si cuando toca pagar los impuestos, los paga sin rechistar, pero el sistema no le asegura un lugar en el mundo, lo más lógico es que perciba la democracia como algo agresivo y distante. Si ese hijo de vecino tiene entre 18 y 30 años se entiende perfectamente, por ejemplo, porqué más de un 20% de estos electores consideran que la democracia es un estorbo.
La “corrosión” del sistema democrático la entiende mejor en España la periferia
En una democracia que no les funciona, como mucho, ese hijo de vecino podría percibir ser demócrata como una identidad más, como lo es la raza o el género, pero nunca, hoy, aquí y ahora, como lo que fue durante el consenso social y liberal nacido desde Breton Woods, algo sistémico para asegurar, como se decía antes, las economías sociales y de mercado.
Esto es técnicamente lo que podríamos denominar “la corrosión”, no la corrupción, del sistema democrático. La “corrosión” va del hijo de vecino y no de la batalla cultural, que no es más que el marco para la comunicación política. Se trata de ofrecer y garantizar un lugar en el mundo como proyecto político. Sin esto, no hay clases medias y, por consiguiente, no hay democracia que funcione ni sistema que represente. O dicho en otras palabras, estas las nuestras, esta falla es la razón principal que permite excursiones autoritarias como en los EE.UU, con sus aranceles como ingeniería social.

Feijóo en el Congreso ante la banqueta del Gobierno
Sin garantizar un lugar en el mundo, la democracia será progresivamente vista como un impedimento, algo prescindible. El elector de Ohio lo está viviendo así. Quiere votar cada cuatro años, pero ve que el viejo mundo social y liberal, con sus medios, sus oropeles culturales y viejas elites, les agreden y optan por un líder fuerte, alguien que les devuelva su lugar en el mundo, aunque sea a costa de los valores democráticos y, atención, de desproteger a las minorías. El elector de Ohio, pero también el del Algarve o el de Sajonia.
Luca de Meo , CEO de Renault, habló recientemente de las dificultades de sus trabajadores para poder comprarse los coches que ellos mismos montan en las fábricas. Hizo estas reflexiones en el Cercle d’Economia. Esto sucede también con la vivienda. Este espíritu y cuerpo es lo que está detrás del empobrecimiento de las clases medias y afecta a la misma viabilidad de la democracia, como espacio de continuidad del Estado del bienestar, de representación de intereses y respeto a las minorías.
La “corrosión” del sistema democrático la entiende mejor en España la periferia, la mayoría más allá de la M-30 que decide elecciones, que el Madrid DF, cada vez más el centro obsesionado por las cuitas. Esta disonancia entre centro-periferia es una tragedia mundial. Ahora bien, mientras no se atiendan las causas de “la corrosión”, al hijo de vecino, se seguirá dando aire al dimensionamiento del resentimiento que solo favorece a los autoritarismos. Disparando a caza menor, por ejemplo, la caída de un primer ministro, no se atiende a la caza mayor, el derrumbe de las clases medias y la democracia. El tentativo sorpasso de Chega el PS luso es eso y no otra cosa. La caída de un premier, Luis Montenegro , por la moción de confianza quiso ser aprovechada por el PS para devolver el golpe a la injusta caída del primer ministro Antonio Costa , cuando ya no era cosa de izquierda o derecha, sino de los políticos a sus cosas con tres elecciones en Portugal en cinco años, sin que las clases medias estén mejor con tanta argucia democrática. Recuerden: cada vez que vota ese hijo de vecino, si el malestar no está canalizado, se abre espita a “la corrosión”. Las cuitas para la caída de un presidente no funcionaron en Portugal, tampoco lo harán en España. El electorado castiga duramente a la política que no está de acuerdo con los hechos. Los mejores estrategas lo saben. Trabajan para ese hijo de vecino que no está lejos. Podría ser el suyo.
Next week
Aire que no ocupas
Las familias, las clases medias y la democracia –con su protección de las minorías– frente al autoritarismo y la desprotección de las minorías, en línea con el movimiento Make America Great Again (MAGA) o el milenarismo Dugin. Lo estamos viendo una y otra vez en toda Europa. Aire que no ocupa el dirigente demócrata a la hora de garantizar un lugar en el mundo, un proyecto de vida, aire que ocupa un dirigente autoritario y esto, en efecto, va en detrimento de la protección de las minorías, que son muchas, empezando por los más jóvenes.
El ojo de halcón
Financiación y amnistía
Los esfuerzos intelectuales para impedir la misma idea de una derecha plural ya son públicos en el Madrid DF. y están focalizados en el conflicto territorial, a propósito de la financiación singular de Catalunya, pendiente de resolución como la ley de Amnistía. Pero España es como es y si no hay derecha plural, habrá un peón de Trump sentado en el Consejo de Ministros si suma PP-Vox. Un peón basculando lo territorial a un lugar imposible para el acuerdo, tras la constitucionalidad de la Amnistía, ahondando en la rasante autoritaria y despreciando a las minorías.