El impacto de la opa para accionistas, clientes y trabajadores

Durante los próximos 30 días el futuro del Banco Sabadell estará en manos de sus accionistas. Ellos son los que tienen que deshojar la complicada margarita del “pájaro en mano o ciento volando”, que les ha puesto sobre la mesa el BBVA. Es decir, aceptar (o no) una prima negativa del 8% en la oferta de canje por sus acciones actuales, un casi seguro recorte del dividendo que podrían cobrar si el Banc Sabadell siguiera en solitario, a cambio de la promesa de beneficio futuro derivado de las sinergias de la fusión y del potencial alcista de más del 8% que le atribuyen a la acción del BBVA tras la fusión.

No hay nada atado. Pese al peso que los grandes fondos de inversión tienen en el capital de la entidad catalana y que roza el 30%, el presidente del BBVA, Carlos Torres reconoció el viernes ante los medios que, aunque las conversaciones con ellos han sido positivas, “todo está por ver”. En caso de que se decanten a favor de la apuesta de futuro y abracen la oferta del banco azul, el impacto de la operación comenzará a sentirse entre el resto de grupos de interés del banco catalán.

El BBVA no tiene intenciones “sobre las decisiones laborales en el Sabadell para los próximos 12 meses”

Los peor parados serán los proveedores. Este colectivo no está cubierto por el blindaje de al menos tres años (podrían ser hasta cinco) que el Gobierno ha exigido al BBVA y que obliga a garantizar “la autonomía de cada banco, al menos, manteniendo una toma de decisiones autónoma en temas de financiación y crédito, recursos humanos, red de oficinas y servicios y la labor de obra social.”

Por ello, las principales sinergias de la operación hasta que se pueda cerrar la fusión, 175 millones, se obtendrán de la renegociación con proveedores sobre todo de áreas como tecnológica, marketing, servicios auxiliares o consultoría. En el lado opuesto, parece que los clientes serán los menos afectados. No podrán ser objetivo de ventas cruzadas entre ambas entidades y el BBVA estima un incremento de la capacidad de financiación de 1.000 millones en los dos primeros años, 1.500 el tercero que suben a 5.400 millones tras la fusión.

El colectivo de personal es el más delicado. Sus puestos, a excepción de los máximos directivos de la entidad, están garantizados durante, al menos, tres años o hasta el momento de la fusión definitiva. En ese momento, las salidas están aseguradas (en principio voluntarias y consensuadas) como también el cierre de 300 de las 683 oficinas de ambas entidades entre las cuales hay menos de 300 metros de distancia.

Pero el folleto también añade que aprovechará los tres próximos años para “impulsar de forma temprana mejoras en la productividad”. Habrá un análisis comparativo de las prácticas de ambas entidades y una implementación progresiva decidida, eso sí, por cada una de las diferentes entidades con el fin de “ implementar iniciativas paralelas de automatización en tareas administrativas o de back-office , (….) Metodologías que serán “de adopción voluntaria” , para alinear “culturas organizativas, estilos de liderazgo y programas de talento”.

En el folleto, se constata que la toma de decisiones laborales compete a cada entidad pero se apunta : “es por ello que el BBVA no tiene planes ni intenciones concretas en relación con el mantenimiento de puestos de trabajo del personal y directivos del Sabadell, ni respecto de sus condiciones laborales para los próximos 12 meses”. Una precisión de los doce meses que podría no corresponder con las limitaciones que fijó el Gobierno de un periodo mínimo de tres años en el que no puede haber despidos motivados por la operación.

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