El ojo y la bala de Marlaska

El eurodiputado Jaume Asens explica en su libro Los años irrecuperables (Península) que Pedro Sánchez lo vetó como ministro por su solidaridad con los líderes independentistas. Los comunes aceptaron esa imposición del presidente porque andaban escasos de fuerza negociadora a la hora de formar un gobierno, según confesó Jéssica Albiach al hacerse pública la concesión. Si hubieran podido replicar el veto con otro veto, su elegido hubiera sido Fernando Grande Marlaska. “Todo el mundo sabe que Marlaska es el ministro que menos me gusta”, confesó ante Gemma Nierga.

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El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante un pleno del Congreso este mes 

Javier Lizon / EFE

El ex juez es ministro del Interior desde que Sánchez llegó a la Moncloa pese aparecer en todas las quinielas de candidatos a caer cuando se abre el melón de los relevos y pese a las críticas de socios y aliados parlamentarios. Los motivos son de lo más variados: las muertes en la valla de Melilla, las piedras en el camino del traspaso de las competencias en inmigración a Catalunya, el dudoso honor de provocar siete condenas de la justicia europea a España por vulneración de derechos en su etapa en la Audiencia Nacional, o la compra de balas a una empresa israelí cuando Sánchez prometió que nunca jamás.

Que Marlaska y su equipo lleven al límite la coalición de gobierno por un contrato para comprar 15 millones de balas en Viernes Santo, es una operación sobre la que no puede guardar silencio eterno, aunque sus compañeros salgan al rescate. La desautorización de Sánchez no tiene precedentes, puede no tener consecuencias políticas inmediatas sobre el ministro, pero era necesaria para mantener el relato de un presidente autoerigido en adalid europeo contra el gobierno de Israel y los ataques en Gaza.

“Quédese tranquilo que, desde el 7 de octubre, España no desarrolla ninguna compraventa de armas con Israel“”, aseguró Sánchez en el Congreso

Hace un año, en el pleno del Congreso, Sánchez respondía vehementemente al portavoz de ERC, Gabriel Rufián: “Quédese tranquilo que, desde el 7 de octubre, España no desarrolla ninguna operación de compraventa de armas con Israel, ninguna. Eso quiero que lo tenga usted claro para que también lo tenga claro el conjunto de la ciudadanía española”.

El presidente es especialista en hacer de la necesidad virtud a cambio de votos cuando se le ataca con la hemeroteca sobre transacciones políticas internas, pero lo que viene tras la compra de Marlaska y su revocación tiene consecuencias económicas y estratégicas. El problema no son los 5,4 millones de las balas, sino cómo se actuará con otros contratos que están en trámite y si, además de una decisión unilateral del presidente, hay un acuerdo del Consejo de Ministros para dar un giro en la contratación de material de defensa. ¿Lo pedirá Sumar?

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(FILES) Catalonia's exiled separatist leader Carles Puigdemont arrives to deliver a speech on stage as his hardline separatist JxCAT party has scheduled a welcome ceremony, ahead of an investiture vote at the Parliament of Catalonia, in Barcelona on August 8, 2024. Spain's Supreme Court on April 10, 2025 said it had rejected an appeal by exiled Catalan separatist figurehead Carles Puigdemont against his exclusion from an amnesty law aimed at resolving years of crisis. Puigdemont led Catalonia when the wealthy northeastern region held a banned secession referendum and unilaterally declared independence from Spain in 2017, sparking the country's worst political crisis in decades. (Photo by Cesar Manso / AFP)

Díaz se da por satisfecha con el castigo al ministro pero no hay orden formal sobre otros contratos

Yolanda Díaz da por superada la crisis. El volumen de la bronca sube pero el riesgo de ruptura baja cuando no hay alternativa. Sánchez ha hecho una concesión a cambio de presentarse en la cumbre de la OTAN de junio en La Haya con el mínimo de un 2% de gasto en Defensa. Marlaska se encasquilla mientras la cesta de la compra de Margarita Robles está llena de encargos para empresas armamentísticas de Israel.

Los eufemismos copan todas las intervenciones. Tras rechazar Sánchez el término “rearme” para aferrarse a la “seguridad”, ahora se diferencia entre los contratos para material de protección o de ataque. Balas, no; pero… Dos días antes, el BOE publicó otra adjudicación de Interior a la misma empresa Guardian Defense & Homeland Security S.A. para comprar 463 placas para los chalecos antibalas del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. El destino, los agentes del campo de Gibraltar y sus más de doce mil operaciones contra narcotraficantes el año pasado. Ha habido más: cartuchos, empuñaduras, sistemas de visualización, mochilas de hidratación ignífuga…

Contratos menores comparados con los que maneja Robles argumentando que son “insustituibles”. Siguen vivas las compras de lanzamisiles contracarro Spike, con tecnología israelí Rafael; lanzacohetes Silam, y así hasta 46 por más de mil millones. Hay más previstos en el plan que Sánchez ha trasladado a la OTAN. ¿Y el contrato del software espía Pegasus? También era para protección…

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