La relajación de la política monetaria, el cierre de la Administración de EE.UU, las tensiones geopolíticas, así como la caída del yen son terreno abonado para nuevas alzas del oro. En su carrera por batir récord tras récord, el metal precioso se sitúa este lunes cerca de los 4.000 dólares por onza. El renovado apetito inversor por activos refugio ha impulsado su cotización por encima de los 3.900 dólares, lo que supone una revalorización del 48% en el último año.
El cambio de rumbo político en Japón, donde con toda probabilidad gobernará la ultraconsevadora Sanae Takaichi, ha dado un nuevo impulso a esta tendencia. El yen japonés pierde fuelle por la expectativa de que la nueva líder del Partido Liberal Democrático de Japón (PLD) seguirá apostando por una política monetaria expansiva, lo que podría contribuir a debilitar el yen todavía más.

El escenario también es propicio para el selectivo japonés Nikkei, que ha cerrado la última sesión con una revalorización cercana al 5%, lo que le ha permitido alcanzar un nuevo máximo histórico al situarse en 48.000 puntos. En contraste, se hundieron los bonos de deuda pública japonesa a largo plazo.
Además del optimismo que reina en las bolsas asiáticas, el cierre de la Administración de Estados Unidos, que ya se prolonga por casi una semana, amenaza con extenderse, agravando las dudas sobre la economía estadounidense. Todo ello ocurre en medio de las amenazas de Donald Trump de aplicar nuevos recortes a los estados demócratas y despedir a más funcionarios federales.

Pequeños lingotes de oro
En este contexto, los inversores optan por seguir comprando fondos cotizados en bolsa (ETF) respaldados por lingotes de oro, cuyo precio sube impulsado también por las compras de los bancos centrales ante la devaluación de las monedas fiduciarias. Además del oro, otros activos alternativos ganan atractivo, como la plata y el bitcoin. La reina de las criptomonedas batió nuevo máximo histórico el domingo al situarse por encima de los 125.000 dólares.