El pasado que no será

El relato fundacional de occidente, la Ilíada, no es más que una historia de piratería. Embellecida por 400 años de relatos orales, a menudo por encargo de reyes, fue fijada en texto por Homero, que ni sabemos si existió.

Franco tuvo 40 años para fijar el relato de su régimen sanguinario y la reescritura continuó más allá de su fin: en la asignatura de historia, la Guerra Civil caía a final de curso y, oh sorpresa, nunca se llegaba.

Sabemos que la IA cambiará el futuro. También el pasado

El filósofo japonés Kohei Saito decía en la UPF: “A diferencia de Alemania, Japón no ha asumido sus errores en la 2ª Guerra Mundial; todo lo que ha hecho es reescribir los libros de historia.”

¿Pero qué ocurre cuando los libros de historia son digitales? ¿Qué ocurre cuando Google escribe el presente y los chatbots el pasado? Tenemos algunos ejemplos.

El Ayuntamiento de Barcelona eliminó la línea 116 de bus de Google Maps para que los turistas que suben al Park Güell no la encontraran. Vilanova de l’Aguda, en la Noguera, se colapsaba cada día porque Google Maps decía que había atajo hacia Andorra.

Y tal como se puede escribir un presente digital, se puede reescribir el pasado. Un caso literal de reescritura orwelliana ocurrió en 2009 cuando, por un problema de derechos, Amazon borró libros digitales de los Kindle de los clientes: uno de ellos era 1984 de Orwell!

Hoy 400 millones de personas utilizamos ChatGPT y miles de millones vemos resúmenes de lo que buscamos en Google generados por su IA. Añada Perplexity, DeepSeek, Llama, Mistral entre otros. Visto desde 1984, estos modelos tienen el conocimiento del pasado encapsulado en una red neuronal, y dado que se puede re-entrenar sus propietarios tienen un Ministerio de la Verdad. No es ciencia ficción. En mayo, el chatbot Grok 3 de Musk respondía con referencias al inexistente “genocidio de blancos en Suráfrica” a cualquier pregunta. Todo ocurría días antes del encuentro Trump-Ramaphosa.

Musk lo decía sábado sin tapujos: “Utilizaremos Grok 3.5, que tiene razonamiento avanzado, para reescribir el corpus del conocimiento humano, añadiendo información y borrando errores”. Dejando aparte el sinsentido del “razonamiento”, lo que da miedo de verdad son los verbos “reescribir” y “borrar”, sobre todo por quien lo dice. ¿No quieres Orwell? ¡Dos tazas!

Todo esto ocurre en un momento neolingüístico en el que invasiones y genocidios son “operaciones especiales” y bombardear Irán es “llevar la paz”. Este uso de la neolengua parece haber partido los seguidores de Trump en dos: los pata negra que ya estaban cuando EE.UU. bombardeó Irak, Afganistán, Libia y Siria, y los recién llegados MAGA, que se creyeron la promesa del presidente naranja de desentenderse de guerras.

¿Les mintió o no? ¿EEUU ha entrado en guerra o no? ¿Irán tenía armas nucleares? A los Ministerios de la Verdad de las tecnológicas se les da trabajo.

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