
Un kilo de percebes gallegos pueden costar 200 euros y un paquetito de angulas más de cien en una pescadería del Eixample barcelonés, pero no es nada en comparación con lo que el pescado le puede salir al ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy. Todo, por hacerse una foto tirando la caña junto al vicepresidente estadounidense JD Vance.
Lammy y Vance se fueron a pescar carpas a una laguna próxima a la mansión de Chevening, donde el dirigente laborista hacía de anfitrión al brazo derecho de Trump, e invitaron a fotógrafos de prensa para que dejaran constancia de la buena armonía que existe entre ellos (basada en el principio de que Londres hace descaradamente la pelota a Washington).
El ministro no pescó ninguna carpa, y tampoco concesiones de EE.UU. sobre Gaza, Ucrania o los aranceles
Pero, obsesionado por la foto y porque su huésped estuviera contento, se le olvidó (o tal vez no sabía) que en Inglaterra y Gales cualquier persona mayor de trece años necesita una licencia para tirar la caña aunque sea dentro de su propiedad (cuesta ocho euros al día), y quienes sean “pescados” sin ella (nunca mejor dicho) se enfrentan a una multa que puede llegar a las 2.500 libras (unos 2.900 euros). Poca broma. Como para hacerse carnívoro o vegano.
A Lammy no consta que le guste la pesca, ni que hubiera ido a pescar nunca antes en su vida, lo cual explica su ignorancia de la normativa, como ha admitido un comunicado del Foreign Office (que para eso está), en el que se atribuye el fallo a un “error administrativo”, como echando la culpa a los subordinados que no se tomaron la molestia de averiguar si hacía falta licencia o no. Lo dicho, todo el mundo estaba pendiente de la foto de marras. La foto (y posiblemente también la multa) es de hecho lo único que pescó Lammy, que se quedó con su cuenta a cero mientras Vance y sus tres hijos tenían más destreza, y devolvían a la laguna las percas que capturaban.
Lammy ha comprado una licencia a posteriori, pero no está claro que ello le vaya a librar de la multa. El Ministerio de Medio Ambiente se toma muy en serio la legislación, y sus inspectores actúan con tanto celo como los guardias de tráfico. Al fin y al cabo, es como pedir que te perdonen la infracción si pagas retrospectivamente por no haber metido dinero en la maquinita del aparcamiento. Normalmente no cuela.
Lo que ni el Foreign Office ni la Casa Blanca han dicho es si Vance tenía licencia. Lo más seguro es que no, y que nadie le dijera que tenía que tenerla, una excusa mucho más razonable que la de Lammy, porque este no es su país (Dios nos libre) y no tiene que saber sus normas. Aunque si le ponen la multa, tampoco la pagará. Estados Unidos no paga multas, lo que hace es imponer aranceles.
P.D: Lammy tampoco “pescó” la participación europea (o de Zelenski) en la cumbre de Alaska, ni que Trump apriete a Israel para que ponga fin a la masacre de Gaza, ni un mejor acuerdo comercial. No es buen pescador.