El pistolero entrenado por la CIA

Rahmanullah Lakanwal es un hijo de la guerra. Solo tenía cinco años cuando el ejército de Estados Unidos invadió Afganistán, su país, como consecuencia de los atentados del 11-S del 2001.

Ahí se forjó como pistolero. En el curso de ese conflicto, y siendo poco más que un adolescente, se alistó en la llamada Zero Unit, una fuerza afgana paramilitar que entrenó y trabajó para la CIA y las fuerzas estadounidenses.

El presidente Donald Trump, le ha llamado “salvaje” y “animal”, tras presuntamente matar a una militar de la Guardia Nacional, Sarah Beckstrom, de 20 años, y malherir a su colega Andrew Wolfe, de 24, cuando patrullaban en Washington.

Organizaciones de derechos humanos podrían suscribir esos calificativos. En numerosas ocasiones denunciaron que los integrantes de la Zero Unit cometieron crímenes de guerra. Los han descrito como “escuadrones de la muerte”, cosa que la CIA niega. Human Right Watch documentó varios incidentes, como ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, bombardeos indiscriminados o ataques a hospitales. Sus componentes estaban preparados para actuar de noche y su gran objetivo eran los jefes talibanes.

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Una vez que el presidente Joe Biden ordenó la retirada de EE.UU., en agosto del 2021, Lakanwal fue uno de los miles a los que se abrió este país por temor a las represalias que los talibanes adoptaran con los colaboradores de Estados Unidos.

Fuentes oficiales aseguraron que el proceso de revisión fue riguroso y contó con un poderoso apoyo tecnológico.

Como otros muchos de su comunidad, se instaló en Bellingham, en el estado de Washington, con su esposa y cinco hijos. Un amigo de la infancia declaró a The New York Times que Lakanwal estaba traumatizado por las cosas terribles que había visto a lo largo de ese conflicto.

Trump y sus asesores han culpado a Biden por haber traído a estas personas a EE.UU. en septiembre del 2021. Sin embargo, fue la actual Administración la que concedió el asilo a Lakanwal, que sigue ingresado por las heridas sufridas en la refriega del tiroteo del pasado miércoles.

Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional, cree que se radicalizó una vez estaba en suelo americano. Su conducta en los últimos meses, antes de recibir el asilo, era tan errática y aislada que asistentes comunitarios indicaron su temor a que se estuviera volviendo suicida.

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