El jueves, Joaquim Coello publicaba un artículo en el que argumentaba que la Generalitat debería rechazar la cesión del servicio de Rodalies a menos que se cumplieran tres condiciones “imprescindibles”: un nuevo plan de inversiones no inferior a 10.000 millones de euros; ningún condicionamiento sindical por lo que se refiere a la transferencia del personal, y libertad para gestionar de manera integrada infraestructura y trenes. Coello ponía como ejemplo la gestión “pulcra y exitosa” de Ferrocarrils de la Generalitat para concluir que solo mimetizando a esta empresa el traspaso puede resultar un éxito. Coello tiene una de las cabezas mejor documentadas del país, y un ejemplo bastará para que el lector poco familiarizado con el asunto se haga cargo de que sus inquietudes están justificadas.
La línea R3 que une Vic con Barcelona no puede soportar un servicio eficiente porque, entre otras cosas, el tramo entre Vic y Montcada es de vía única. Ahora se acaban de iniciar las obras para desdoblar los 17,4 km que separan Parets de La Garriga. El Plan de Cercanías de Catalunya 2020-2030, actualmente en ejecución, prevé que entre el 2026 y el 2030 también se desdoblen los 10 km entre Centelles y Vic y que se planifique (pero no se ejecute) el desdoblamiento del tramo Montcada-Parets. Por tanto, y si todo va bien, en el 2030 tendremos dos tramos desdoblados, uno planificado y otro pendiente de planificación. A este ritmo, la infraestructura puede que esté desdoblada en el 2040.
No es razonable esperar ni cambios a corto plazo ni un servicio europeo a medio plazo
La ejecución del plan de Cercanías resolverá muchas de las incidencias que hoy mortifican a los usuarios, y que no son más que consecuencia de décadas de infrainversión. Sin embargo, el reto es conseguir que Catalunya funcione de una manera eficiente, y eso exige disponer de un servicio ferroviario que conecte las ciudades medianas y grandes a una velocidad efectiva mínima de 120 km/h. Hoy, y si los horarios se cumplen, las velocidades son de menos de 50 km/h (de Manresa o Vilafranca del Penedès a Barcelona) a poco más de 70 km/h (de Tarragona o Reus al centro de Barcelona). Partiendo de donde partimos, el reto es titánico, y la Generalitat, efectivamente, está a punto de dar un paso no audaz sino temerario.

La estación de Rodalies de Centelles, este martes a primera hora
Porque, pese a la advertencia de Coello, me temo que la decisión ya está tomada. Coello, por tanto, se está limitando a hacer el favor a la Generalitat de advertir a los ciudadanos de que no es razonable esperar ni cambios a corto plazo ni un servicio europeo a medio plazo.
Sin embargo, seamos optimistas. La Generalitat tendrá la ventaja respecto a Renfe de disponer de un modelo eficiente: el de FGC. Además, tendrá el acicate de tener que dar resultados. Es posible, por tanto, que las cosas vayan, si no bien, al menos mejor. Después de todo, si el tramo Montcada-Vic no está todavía planificado es porque el proyecto, presentado por el Ministerio de Fomento en el 2014 (!) no superó la evaluación de impacto ambiental. ¿Acaso no ha habido tiempo para elaborar un proyecto alternativo?