Se dice que es mejor no mezclar la amistad con el dinero, pero hay amigos que valen su peso en oro, literalmente. Como el multimillonario estadounidense Elon Musk, quien después de ayudar a financiar la exitosa campaña electoral de Trump ahora contempla hacer la mayor donación en toda la historia política británica a Reforma UK, el partido ultraderechista, euroescéptico y xenófobo dispuesto a meter una buena dosis de cianuro en la política del país.
Su líder, Nigel Farage (arquitecto del Brexit) hace tiempo que forma parte de la corte de Trump, quien a su vez le ha hecho la introducción a Musk, el dueño de X y Tesla, entre otros, por eso de que “los amigos de mis amigos son mis amigos”, y un interés por la política británica derivada quizás de sus ancestros escoceses. O del deseo de utilizar al Reino Unido para debilitar a la Unión Europea, uno de los principales rivales comerciales de los Estados Unidos.
Lo cierto es que Musk y Farage -ideológicamente primos hermanos– han conectado de manera inmediata, y corre el rumor de que el hombre de negocios está dispuesto a aflojar hasta cien millones de dólares (97 millones de euros) de su bolsillo para dar un empujón a Reforma UK, y que Gran Bretaña disfrute de una extrema derecha potente, con capacidad teórica para llegar al poder, aunque sea en coalición, igual que ocurre en Italia, Francia, Holanda, Alemania, España y los países nórdicos.
El grupo de Farage obtuvo el 14% de los votos en las elecciones de julio pasado, que sólo se tradujeron en cinco escaños (de 650) en la Cámara de los Comunes por un sistema mayoritario que favorece a los dos grandes partidos. Pero la segunda posición que conquistó en casi noventa circunscripciones hace que sea la primera alternativa al Labour cuando en todos esos lugares se vuelvan a abrir las urnas. Y eso da mucho miedo al primer ministro Keir Starmer, hasta el punto de que en cuestiones migratorias ha adoptado su lenguaje y dice por ejemplo que hay demasiados extranjeros y que “el país se ha convertido en un experimento insostenible de puertas abiertas”. Descarta la libertad de movimiento, el regreso a la unión aduanera y el mercado único, e incluso se opone a la propuesta de Bruselas, para mejorar las relaciones, de que los jóvenes de la UE puedan pasar unos años trabajando aquí.
Musk dice que Gran Bretaña es una “tiranía estalinista” por limitar los contenidos que puede difundir X
El Labour obtuvo una aplastante mayoría absoluta en los comicios del verano pero sólo con el voto de uno de cada cinco británicos, y más por rechazo a los tories que otra cosa. Sus primeros seis meses en el poder han sido un desastre, con medidas impopulares en materia de imposición y ayudas sociales que no han ido acompañadas de ningún relato. Le queda mucho tiempo para rectificar, pero un reciente sondeo sitúa al Partido Conservador en primer lugar en preferencia de voto (26%), seguido de Reforma (24%), por delante del laborismo (23%). Una petición para convocar elecciones anticipadas porque el Gobierno habría incumplido sus promesas electorales ha obtenido tres millones de firmas.
El dinero de Musk, si se materializa (Farage dice que “están en negociaciones”) vendría muy bien a Reforma para profesionalizarse, reclutar militantes y candidatos a las elecciones locales, que serán su próxima prueba. También para limpiar su imagen, en la línea de lo que han hecho otros grupos de similar ideología en Europa, y captar el llamado voto bro , el de los jóvenes blancos de tendencia machista, anti woke , contrarios a la diversidad y la inclusión, afines a la ultraderecha.
Reforma UK utilizaría el dinero para hacerse más profesional, aumentar los militantes y reclutar candidatos
Musk desearía que Farage, si llegara al poder como parte de una coalición con los tories , suprimiera la legislación que limita el contenido que se puede divulgar a través de plataformas como X, y que ha calificado de “estalinista y “tiránica”, contraria a la libertad de expresión y “propia de la Unión Soviética”. También ha criticado las medidas del Gobierno Starmer en materia de medio ambiente, ha apoyado que el Reino Unido –que a su juicio “está al borde de la guerra civil”– abandone la Convención Europea de Derechos Humanos, y se ha quejado de que los manifestantes ultras son tratados por la policía “con más severidad que los propalestinos, simpatizantes del movimiento BlackLivesMatter y activistas medioambientales. Trump piensa igual.
La actual normativa limita el dinero que se puede donar para la campaña electoral de un partido, pero no para otras cosas, con la única limitación de que ha de tratarse de votantes o empresas registrados en el país. El objetivo es neutralizar la creciente interferencia de potencias extranjeras como China y Rusia, y también de personajes como Musk. El Gobierno se plantea poner un tope a la financiación, lo que haría imposible el regalo de cien millones de dólares con el que sueña Farage para llegar lo más alto posible a fuerza de personalidad y uso de las redes sociales, financiado por sus generosos amigos del otro lado del charco.
Hasta ahora la mayor donación que consta en los registros son 12 millones de euros que Lord Salisbury dio al Partido Conservador. Musk y Farage, con Trump al fondo, quieren pulverizar el récord.