España y la OTAN

Donald Trump volvió a la carga anoche (hora española). Tercera advertencia en diez días para que España se comprometa a dedicar el 5% de su producto interior bruto a gastos de defensa,  conforme a lo exigido por la presidencia de los Estados Unidos a todos los países miembros de la OTAN el pasado mes de junio.

Primer aviso: día 9 de octubre. Durante una entrevista en la Casa Blanca con el presidente de Finlandia, Alexander Stubb, Trump sugiere que se debería expulsar a España de la OTAN si el Gobierno español no asimila oficialmente el compromiso del 5%. “A ellos también les va bien [económicamente]. Lo curioso es que, gracias a muchas de las cosas que hemos hecho, les va bien. No tienen excusa para no hacerlo. Pero no pasa nada. Quizás deberíais expulsarlos de la OTAN”, le dijo Trump a Stubb. El presidente finlandés había viajado a Washington para cerrar un contrato valorado en 6.1000 millones de dólares para la construcción de once buques rompehielos para Estados Unidos, señal inequívoca de que la presidencia Trump se toma en muy en serio la conquista del Ártico.

14 de octubre. Trump amenaza con la imposición de aranceles específicos a España si no se pliega a la exigencia del 5%. “Es posible que lo haga [imponer aranceles]. España debe ser castigada por eso…”, dijo horas después de haber estrechado la mano al presidente Pedro Sánchez en Sharm el Sheikh (Egipto), donde tuvo lugar la firma del pacto para el alto el fuego en Gaza.

Lee también

17 de octubre. “España no está siendo leal. Es la única. El resto [de países] sí que ha subido del 2% al 5%, pero España estaba en desacuerdo con eso. Es muy malo que lo hicieran. Creo que España debe ser reprendida, pero eso depende de ellos, de la OTAN y de España”, declaró anoche Trump, después de reunirse con el presidente urcraniano Volodímir Zelenski en la Casa Blanca, encuentro que esta vez no consistió en una humillación pública del líder ucraniano, tal y como ocurrió el pasado mes de febrero.

Desde hace un par de semanas, no hay conferencia de prensa en la que el presidente de los Estados Unidos no se refiera a España en tonos amenazantes. Es algo único en la historia. En tiempos anteriores, amenazas las hubo, pero se vehiculaban de otra manera. Evidentemente hay que incluir en esta secuencia la muy comentada escena del apretón de manos entre Trump y Pedro Sánchez, en la que este último tuvo reflejos para no dejarse dominar. Esos veinte segundos concentraron magnéticamente la atención de millones de personas en España. Esos veinte segundos son una lección de política, de la que Sánchez no salió muy mal parado.

La gente mayor de 57 años, las personas que tenían edad de votar en el referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN (31 de enero de 1986), habrán experimentado estos días sensaciones muy particulares. Los que votaron a favor de la permanencia habrán reflexionado sobre el cambio de época. En 1986, el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, intentó no ser invasivo en el referéndum español, consciente de que una intromisión norteamericana de carácter explicito hubiera movilizado el voto negativo, que fue elevado (43,15%).

¿Expulsión de la OTAN? ¿Aranceles? Trump está enviando recados a los países europeos para que presionen a España

El sí ganó el referéndum (56,8%) después que Felipe González diese a entender que estaba dispuesto a dimitir si el resultado le era adverso. “Si gana el No, lo deberá gestionar otro”, dijo. Quienes votaron No y siguen con vida habrán sonreído estos días. Ni en el más húmedo de sus sueños podían imaginar en 1986 que, treinta y nueve años después, un presidente norteamericano amenazaría a España con la expulsión de la OTAN. “¡No caerá esa breva!”, deben pensar algunos de ellos. Aquel fue un referéndum muy divisivo, en el que se forjaron notables enemistades en el seno de la izquierda española. Algunos ecos de esas enemistades aún perduran. Felipe González no soporta que Pedro Sánchez haya pactado con los herederos del No a la OTAN y les haya dado entrada en el Gobierno.

Trump actúa constantemente para atraer la atención del público. ¿Expulsión de la OTAN? ¿Aranceles? Trump está enviando recados a los países europeos para que presionen a España. Esa es la clave. Estamos en un momento muy delicado de la política europea. El Pentágono está valorando en estos momentos cuántos efectivos retira de Europa y de dónde los retira, para enviarlos a casa o transferirlos a Asia, escenario de la nueva ‘guerra fría’ con la República Popular China. Hay nervios en Polonia, en las tres repúblicas bálticas, en Escandinavia, en Alemania y en diversos países de la Europa del Este. Mientras el Pentágono toma una decisión sobre la retirada de efectivos de Europa, Trump intenta llegar a una acuerdo para el alto el fuego en Ucrania. Ambos escenarios están comunicados.

La consolidación de la ocupación rusa de territorios ucranianos y una importante retirada de tropas estadounidenses de suelo europeo provocarían mucho nerviosismo en los países bañados por el mar Báltico y en casi todo el Este de Europa. La cuestión de España hay que situarla en este contexto. El no de España al 5% pudiera ser imitado por otros países europeos y sobre todo podría incentivar a diversos países a no cumplir con ese compromiso. Al respecto, la última asamblea general de la OTAN (25 de junio del 2025) fue una gran pantomima. Algunos países se adhirieron al 5% para no provocar una reacción adversa de Trump, pero no piensan cumplir ese objetivo en los próximos diez años. No pueden. No cuentan con apoyo popular para ello y deberían efectuar onerosos recortes del gasto social. Éste es, por ejemplo, el caso de Italia, país que tiene una cuota de gasto militar muy similar a la de España. Con un modesto crecimiento económico del 0,7%, el Gobierno italiano tendrá muy serias dificultades para cumplir con el objetivo del 5% en 2035. Pero en Roma, Giorgia Meloni ha optado por la política de adulación a Trump, con la confianza de que ello acabe generando un mayor margen de maniobra. Los italianos cuentan también con una imaginación felliniana y se plantean la posibilidad de conceptuar como gasto militar la construcción de un costoso puente sobre el estrecho de Messina que conectaría la península itálica con la isla de Sicilia. Ese puente, muy discutido, se construiría con la ayuda de la Unión Europea. Imaginación no les falta.

Lee también

El Gobierno de España ha optado por un no seco al 5%, porque el pasado mes de junio, acuciado desde distintos frentes, Sánchez no podía regresar a Madrid con el compromiso firme de subir de manera espectacular el gasto militar. Habría significado el final de la legislatura. Sánchez optó por una abierta posición de enfrentamiento con Trump para reforzar su posición en el debate interno español. No al 5% y máxima solidaridad con Palestina. Esos han sido los flotadores con los que Sánchez consiguió llegar vivo a las costas de septiembre después de un verano aciago.

Trump, evidentemente, ha entrado al trapo. Era de esperar. El punto más delicado para Sánchez no son las bravuconadas del presidente de los Estados Unidos. La escena del pasado jueves en Sharm el Sheik fue beneficiosa para el presidente español en términos de imagen. Muy poca gente logra imaginar a Alberto Núñez Feijóo saludando a Trump en un momento tan comprometido.

El flanco débil de España es otro: es el enfado de algunos países europeos, sobre todo los países del cuadrante del Báltico. La existencia de ese enfado empieza a traslucirse en algunas publicaciones europeas. La revista Político, con notable influencia en Bruselas, publicaba hace dos días una información muy crítica con la posición española, citando el malhumor de suecos y bálticos. “Si los países del sur no nos ayudan ahora, que después no nos pidan nuestra colaboración para afrontar sus problemas de inmigración descontrolada en el flanco sur”, comentaba una de las fuentes citadas por la referida revista.

Quizá por ello, España ha empezado a emitir algunas señales. El pasado jueves, la ministra de Defensa, Margarita Robles, anunció que España está dispuesta a participar activamente en el programa PULS (Prioritization of Ukrainian Resilience and Logistics), una iniciativa de la OTAN y EE. UU. para coordinar y financiar la adquisición de armamento y suministros para Ucrania. Este programa permite a los países miembros de la OTAN contribuir con fondos y recursos para comprar equipos militares, como sistemas de defensa aérea y municiones, que luego se entregan a Ucrania. En pocas palabras, los países europeos compran el material a Estados Unidos y después lo entregan a las fuerzas armadas ucranianas. España estaba fuera de ese programa y ahora puede estar dentro. El presidente Sánchez ha reiterado estos días el esfuerzo que España está haciendo para mejorar sus dispositivos de ciberseguridad (concepto que se incluye en el gasto militar) y Robles ha dejado caer que el compromiso del 5% podría cumplirse dentro de diez años. “Lo que pase en 2030 o en 2035 nadie lo puede saber, ya veremos”, dijo esta semana en Bruselas. 

La presión que pueda venir de Europa. Esa es la cuestión.            

También te puede interesar