Lo de Donald Trump “también pasará”. Así ha sucedido siempre. Por esto el rey Salomón lo hizo grabar en su anillo, dando a entender que ningún acontecimiento ni emoción son permanentes. Por tanto, no habría que magnificar la guerra de aranceles. Al final el agua volverá a su cauce.
Desde el inicio del siglo hemos sufrido cuatro grandes crisis económicas. La primera en el 2008 con las hipotecas basura, que parecía que iban a terminar con el sistema capitalista. Fue muy dura, pero salimos. Cuando apenas nos habíamos recuperado, en el 2019 estalló la pandemia de la covid, que a punto estuvo de acabar en una depresión económica comparable con el crac del 29, que nos llevó a la Segunda Guerra Mundial. Pero también pasó. Y cuando aún no nos habíamos recuperado, Rusia invadió Ucrania y estalló una guerra con unas consecuencias terribles, como fue la explosión inflacionista que condenó a grandes regiones del mundo a pasar hambre. Un conflicto que no ha terminado cuando el presidente de EE.UU., Donald Trump, ha provocado la cuarta crisis del nuevo milenio: la guerra de aranceles, que puede terminar en el enfrentamiento, tantos años larvado, entre EE.UU. y China. El resultado de todo esto es que los millennials solo conocen crisis-recesión-amenaza de guerra mundial, incluso nuclear, lo que está generando un pesimismo generacional tremendo.
Oportunidades
La Unión Europea y España podrían estar frente a una crisis-oportunidad para dar un gran salto adelante si son capaces de gestionar bien el conflicto
Crisis se han producido siempre, pero no tan profundas, tan complejas ni tan seguidas. Es como si la historia se estuviera acelerando. Sin embargo, la realidad es que la humanidad está inmersa en una revolución tecnológica, con la IA incluida y un fuerte desarrollo digital, que está permitiendo incrementar la riqueza y la productividad como nunca había pasado. Es como si en la superficie del mar hubiera una gran tormenta y por debajo circulasen potentes corrientes que nos empujaran hacia un nuevo periodo de progreso y prosperidad. Cualquier tiempo pasado fue peor.
Como dicen los chinos, las crisis suponen oportunidades, y la UE y España podrían estar frente a una para dar un gran salto adelante si son capaces de gestionar bien el conflicto. De lo que no hay duda es que la próxima recesión de EE.UU. se iba a producir con o sin guerra de aranceles. El endeudamiento de EE.UU. es de tal magnitud y crece a tal velocidad que una crisis de deuda estaba cantada, y lo mismo se puede decir de España, Europa y el resto del mundo. Nunca se había debido tanto como ahora. Por esta razón la guerra de aranceles puede suponer pinchar el globo antes de que explote. De momento, puede acabar de terminar de una vez por todas con la guerra de Ucrania.

La decisión de dar una tregua de 90 días a la imposición de aranceles excepto a China hay que interpretarla como una ventana a la negociación. Esto no significa que Trump vaya a dar marcha atrás, al menos en un tiempo. En diciembre del 2025 vencen sus bajadas de impuestos del 2017. En noviembre del 2026 tiene las elecciones de medio mandato, por lo que su margen es muy estrecho. No tiene tiempo. Por tanto, doblará el brazo a Putin y a Zelenski, porque necesita una victoria. Por tanto, aunque no se desate una guerra comercial, se equilibrarán unas balanzas de pagos que estaban totalmente desequilibradas. Tampoco va a dar marcha atrás en la OTAN. EE.UU. y Europa seguirán siendo amigos o aliados. Es un disparate considerar a los americanos como enemigos. Esto no significa que la UE no destine el 5% de su PIB para pagar su propia seguridad. Otra cosa muy diferente es lo que pase con China. La guerra entre las dos grandes potencias del mundo es solo un anticipo de lo que tiene que pasar. Es ahí donde sí se juega el devenir del mundo.