
Alberto Núñez Feijóo ha pronunciado esta tarde, en la jornada central del XXI congreso nacional del PP, un discurso en el que ha exhibido la fortaleza de su liderazago, que ha sido refrendado por un 99,24% de los delegados, y ha dado instrucciones a los suyos para que sigan su “manual de decencia”, en contraposición al de resistencia que escribió Pedro Sánchez, y se dispongan a alcanzar los diez millones de votos en las urnas.
Ese ambicioso objetivo, que se logró por última vez con Mariano Rajoy como candidato y cuando Vox todavía no había hecho acto de presencia en el tablero político español, es el encargo que Feijóo ha hecho al nuevo secretario general del PP, Miguel Tellado, al que ha encomendado “pelear cada voto” para conseguir una victoria tan grande que, esta vez, permita no solo ganar, como en el 2023, sino también gobernar.
Para el PP, que en la última convocatoria electoral, la primera que Feijóo encabezó, obtuvo 49 diputados más que en la anterior, con Pablo Casado, la cifra de los diez millones de votos equivaldría a sumar una cuarentena de escaños más y situarse al borde de la mayoría absoluta. Ese es el anhelo, por más que las encuestas lo hacen hoy por hoy irrealizable, y a ello se dedicarán todos los esfuerzos del partido de aquí en adelante.

Si hace dos años el crecimiento se produjo a costa de los diez diputados de Ciudadanos, que desapareció del mapa parlamentario, y de Vox, que retrocedió en casi una veintena de actas, además de otros tantos trasvasados desde el electorado socialista y de otras formaciones, para seguir creciendo el PP cree que ahora puede pescar en las filas del PSOE, que atraviesa una grave crisis a raíz de los presuntos casos de corrupción que han afectado al corazón mismo de la organización.
El plan de regeneración democrática de Feijóo, que incluye las reformas que considera necesarias ante el “deterioro” de las instituciones del que acusa a Sánchez, se ha concretado en un decálogo con diez compromisos del presidente del PP que van desde elaborar un proyecto nacional común y con respeto a la diversidad, en el que la pluralidad, ha subrayado, no sea un problema, a la defensa de los valores democráticos como la igualdad de oportunidades y el servicio al interés general.

En su largo discurso, que se ha prolongado durante más de una hora, Feijóo se ha referido en varias ocasiones a José María Aznar, presente en el auditorio, y ha recordo que si entró en política, en el año 2000, fue porque el entonces presidente del Gobierno planteó un proyecto de “centro reformista” para España y definió al PP como “la casa común de la democracia cristiana, el liberalismo y el conservadurismo”.
En aquellos tiempos los extremismos no habían irrumpido en Europa, y Feijóo, que se ha declarado contrario a los “fundamentalismos” y defensor del “sentido común”, se ha propuesto recuperar aquellas mayorías tan contundentes con “determinación”. “No estoy aquí para esperar mi turno”, ha señalado, sino para propiciar un cambio “de raíz” del país a través de las urnas. Esa es su ambición tras las cuatro mayorías absolutas logradas en Galicia y la insuficiente en las generales.
En este sentido, el líder popular, que se ha dicho un político de palabra que cumple su programa, ha reivindicado su libertad ante los que tratan de marcarle el paso desde su propio partido y de los adversarios, ante los que ha exclamado que no caerá en la sumisión y ha reiterado que “España no está en venta”, en una velada alusión a su rechazo a determinados pactos con los nacionalistas e independentistas: “El PP no es una secta. En nuestro partido, los acentos ni restan ni rompen. Suman y construyen”, ha sentenciado.