Francia ve urgente corregir el desfase financiero con Alemania y otros socios

Francia se siente estos días el enfermo de Europa. Es una percepción no solo en sentido figurado, debido a su delicada situación financiera. Al presentar el pasado martes su severo plan de ajuste, el primer ministro, François Bayrou, citó varias veces a Alemania, siempre el gran referente, para lamentar que los franceses consuman más antibióticos que sus vecinos y que haya cuatro veces más de personas catalogadas como enfermos de larga duración que en la otra orilla del Rin. “¿Los franceses tienen peor salud que los alemanes? No lo creo”, ironizó el jefe del Gobierno.

La comparación con Alemania es constante en los análisis franceses porque muestra de manera clamorosa la deriva de París. Hace veinte años, la deuda era casi exactamente la misma, alrededor del 67% del PIB. La francesa ha escalado al 114% y la alemana está todavía en el 62,5%. Otros parámetros ponen en evidencia el desfase, como la balanza comercial (con superávit la alemana y deficitaria la francesa) o las horas trabajadas. Según los estudios disponibles, los alemanes laboran, de media, 150 horas más al año (300 más en el caso de los estadounidenses). Los franceses también envidian el formidable sistema de formación profesional germano y su eficaz método de inserción en las empresas.

Paris (France), 16/07/2025.- French Prime Minister Francois Bayrou leaves the Elysee Palace following a cabinet meeting in Paris, France, 16 July 2025. (Francia) EFE/EPA/MOHAMMED BADRA

El primer ministro francés, François Bayrou, esta semana en París

MOHAMMED BADRA / EFE

La filosofía del Estado salvador se aplicó con ayudas masivas durante el covid que dispararon la deuda

En su presentación de la amarga medicina, Bayrou no solo aludió a Alemania. Habló del drama de la crisis griega, como aviso a navegantes, y de las medidas drásticas que hubieron de tomar en su momento Italia, España, Irlanda y Portugal. Mientras todos esos países corrigieron el rumbo, con sacrificios, y muestran una evolución positiva, Francia ha agudizado peligrosamente sus desequilibrios, convirtiéndose en el mal alumno de la UE. La joie de vivre , la alegría de vivir a la francesa, un país de generosas vacaciones y huelgas abundantes, está pasando factura.

“Hace falta trabajar más –recalcó el premier–. Hace falta que toda la nación trabaje más”. Pero la idea de eliminar dos días festivos ha caído muy mal, según las encuestas, y ha puesto en pie de guerra a los sindicatos. Pese a ello, desde las filas gubernamentales siguen a la carga. O ahora o nunca. La portavoz del Ejecutivo, Sophie Primas, procedente de la derecha gaullista, se ha mostrado favorable a eliminar la semana de 35 horas, una de las conquistas históricas de la izquierda francesa. Incluso se está barajando que pueda trabajarse –con remuneración extra–, de manera voluntaria, la quinta semana legal de vacaciones. Salta otro tabú.

Algunos analistas estiman que la deriva francesa comenzó con la llegada al poder de Mitterrand en 1981

El sindicato CFDT, el más moderado, ha calificado de “museo de los horrores” el plan de Bayrou, que incluye congelar en el 2026 las pensiones y los salarios de los funcionarios, además de un nuevo impuesto a “los más afortunados”, el aumento del copago de los medicamentos y una subida encubierta de la presión tributaria a todos los contribuyentes, pues los baremos y tramos en la declaración de la renta no se actualizarán según la inflación.

¿Cómo ha llegado Francia hasta aquí? Cada vez existe un mayor consenso –salvo en la izquierda–de que no se han hecho los deberes (las reformas en profundidad) de otros países y no se ha trabajado lo suficiente. La pandemia de covid agravó las cosas porque se adoptó la política del “cueste lo que cueste” para ayudar a los sectores afectados. Lo mismo se hizo después de la invasión rusa de Ucrania. La idea tan francesa del Estado salvador se llevó hasta las últimas consecuencias. No puede olvidarse que en la primavera del 2022 había elecciones presidenciales y legislativas.

Hay analistas que llevan años alertando de los riesgos que corre Francia. Se les acusaba de demasiado pesimistas, de apóstoles del declinismo . Pero ahora los hechos les dan la razón y el Gobierno utiliza bastantes de sus argumentos. Uno ellos es Nicolas Baverez, editorialista en el semanario Le Point , historiador y economista. En el 2003 publicó La France qui tombe (La Francia que cae). En el 2012 salió Réveillez-vous! (¡Despertaos!). En el otoño pasado sacó S ursaut (Sobresalto), su advertencia definitiva, y profética.

Baverez teme que, si Francia deja pasar su último tren, quedará bajo la tutela del BCE y del FMI porque la indulgencia de los mercados se acabará. Según el autor, los problemas del país comenzaron con la llegada al poder del socialista François Mitterrand en 1981, que impuso una cultura del endeudamiento para mantener el nivel de vida alcanzado por los franceses después de “los treinta gloriosos” (de 1945 a 1973, aproximadamente). Si antes la prosperidad se había basado en el trabajo y la producción, ahora se apoyaría en el consumo y la deuda del Estado. Baverez critica que se diera satisfacción a todas las demandas sindicales, incluidas las más insensatas, desde las 35 horas semanales a la jubilación a los 60 años, pese a los daños a la economía, y que Francia nunca hiciera las reformas dolorosas que otros tuvieron el coraje de acometer, como Thatcher en el Reino Unido, Schröder en Alemania o Monti en Italia. En otros tiempos una solución sería devaluar la moneda nacional, pero ese recurso desapareció con el euro.

La patronal aplaude el coraje del Gobierno

El Movimiento de Empresas de Francia (Medef), la gran organización patronal, aplaudió de inmediato las medidas anunciadas por Bayrou, que calificó de “lúcidas, valientes y equilibradas”. El temor de los empresarios era que el paquete de ajuste incluyera más carga sobre ellos, cosa que no ocurrió. El primer ministro argumentó que se quiso preservar a toda costa la estructura productiva. El presidente del Medef, Patrick Martin, mostró satisfacción por la idea de suprimir dos días festivos, pues va en la línea simbólica de difundir el mensaje de trabajar más. También gustó a los empresarios la reflexión de Bayrou de que es “inaceptable” que haya tantas plazas vacantes en muchos sectores cuando el paro aún es del 7%. “Se necesitan empleados jóvenes y motivados”, subrayó el primer ministro.

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