
Económicamente hablando, decir Guissona es decir BonÀrea, un conjunto formado por la cooperativa –matriz del grupo–, la empresa y CaixaGuissona. Se trata de un conjunto formidable. Por tres motivos: por el modelo, por los resultados económicos y por la acción social. Repasémoslos brevemente:
Se trata de un conjunto de actividades que parten de la tierra (donde se producen alimentos) y de la granja, pasan por el gran centro alimenticio donde se procesa la carne, sigue por la red de tiendas que comercializan el producto y finaliza con el reciclaje (las tiendas de Tarragona están experimentando la recuperación de las bandejas con las que los consumidores se llevan el producto). Se trata de un modelo profundamente arraigado en un territorio alejado de la Catalunya metropolitana al que aporta autonomía y modernidad y en el que el año 2024 invirtieron 118 millones de euros. Los directivos proclaman que son la historia de la FP dual porque ésta empezó en BonÀrea y porque son una de las ocho empresas catalanas que han recibido dos reconocimientos de excelencia. Cada año forman 150 personas, de las cuales un 75% se incorpora a la plantilla.
BonÀrea demuestra que las cosas pueden hacerse muy bien respetando las reglas
En cuanto a los resultados, en el último ejercicio la empresa ha ganado cerca de 89 millones después de impuestos, de los que ha distribuido 12,7 entre sus miles de accionistas, la mayor parte de los cuales también socios de la cooperativa. El balance, de 1.300 millones, impresiona por su solidez.
En cuanto a la acción social, los directivos se muestran orgullosos de la certificación “Residuo Cero” de AENOR, de la red de formación que están creando en los municipios de alrededor para que los alumnos de primaria y secundaria se formen en la tecnología de robotización LEGO Education, de la residencia-centro social que han creado en Guissona (sede de la Fundación), y de mil iniciativas más. También explican cómo forman e integran laboralmente inmigrantes a quien alguien, en Canarias, ha facilitado los medios para que lleguen precisamente a Guissona.
En resumen, BonÀrea es un ejemplo de sociedad que ha demostrado que las cosas pueden hacerse muy bien respetando las reglas del juego. Y lo han hecho con discreción.
Pero las reglas del juego deben cambiar, porque el modelo de BonÀrea es intensivo en mano de obra de formación elemental y salarios bajos. Esto está cambiando (si los titulados superiores representaban el 10% de la plantilla hace 15 años, ahora ya son el 15%), pero debe hacerlo mucho más, porque su salario medio es de 26.200 euros, y esto es socialmente insostenible: cada uno de estos puestos de trabajo aporta en concepto de IRPF, IVA e impuesto de sociedades menos de dos terceras partes de lo que el trabajador acabará recibiendo a lo largo de su vida sólo de la Generalitat en concepto de salud, enseñanza de los hijos, servicios sociales, policía y justicia. Los directivos saben que el futuro de BonÀrea pasa por la robotización masiva de sus procesos, y todo lleva a pensar que sabrán dirigir el proceso con éxito. Por el bien de la empresa, del territorio y del país.
