
En su respuesta al más reciente acuerdo de tregua presentado por EE.UU. y aceptado el jueves por Israel, Hamas ha optado por una contrapropuesta. Aunque ha accedido entregar a 10 rehenes vivos y a 18 fallecidos durante un alto el fuego de 60 días –a cambio de un número por determinar de prisioneros palestinos–, el grupo islamista pide modificaciones en los plazos de las liberaciones y, por enésima vez, insiste en incluir garantías para el fin de la invasión israelí.
En un comunicado en Telegram, Hamas ha anunciado (sin un posicionamiento a favor o en contra del plan diseñado por el enviado estadounidense Steve Witkoff) que su réplica aporta unas guías para “lograr un alto el fuego permanente, la retirada completa [de las tropas israelíes] y garantizar el flujo continuo de ayuda a nuestro pueblo”.
Recibimiento hostil
La contrapropuesta de Hamas ya ha suscitado las críticas de Witkoff y el Gobierno israelí
Una fuente involucrada en las negociaciones aseguró a The Times of Israel que la contraoferta de la milicia –que ya ha sido calificada de “totalmente inaceptable” por Witkoff en un mensaje en la red social X– busca hacer más difícil que Israel pueda retomar sus ataques y la ocupación de Gaza si los diálogos para un cese al fuego definitivo no se completan al cabo de los dos meses de tregua.
A Hamas le preocupa que el texto impulsado por la Administración Trump no añade compromisos firmes y por escrito para alcanzar el fin de la invasión. Esto va en línea con el deseo de Israel, que solo está dispuesto a una tregua temporal y promete seguir con su brutal ofensiva hasta “la destrucción de Hamas”, a menos que la formación palestina ceda el Gobierno de Gaza, se desarme y sus líderes se exilien. Pero el desarme es una línea roja que el grupo no está dispuesto a cruzar.
Según el medio egipcio Al Rad, Hamas también ha solicitado cambiar los plazos de liberación de los rehenes. Mientras el documento estadounidense establece dos entregas en los días uno y siete de la tregua, la alternativa de Hamas es poner en libertad a los 10 secuestrados vivos en tres fases, con cuatro liberados en el día uno, dos más en el 30 y otros cuatro en el 60. Del mismo modo, pretende devolver los 18 cuerpos en los días 10, 30 y 50, además de pedir que Israel permita la evacuación y el retorno de civiles palestinos de Gaza a través del cruce de Rafah, hoy bloqueado y controlado por el ejército hebreo.
En esta suerte de contestación acrobática, Hamas parece no querer quedar como la parte que rechaza el plan de Witkoff, pero tampoco lo acepta –ni le conviene– tal y como está. No es una estrategia nueva en estos más de 600 días de destrucción en Gaza, y ambas partes la han aplicado múltiples veces en las distintas rondas de negociaciones. Pero la urgente necesidad de dos millones de palestinos al borde de la hambruna y bajo el avance del plan de ocupación israelí agregan más presión sobre el grupo islamista. De hecho, el medio israelí Haaretz recoge que otras facciones palestinas están instando a Hamas a adherirse a la oferta de Witkoff.
En Israel, sin embargo, este ejercicio no parece calar. Un funcionario israelí bajo anonimato afirmó a los medios locales que el Gobierno de Beniamin Netanyahu –que ha boicoteado propuestas pasadas– interpreta la respuesta de Hamas como un “rechazo efectivo”. “Han redactado su propia propuesta con elementos completamente diferentes”, indica Haaretz, citando a una fuente oficial.
No obstante, el Ejecutivo israelí también enfrenta más y más presiones. Por un lado, aunque sin medidas, la comunidad internacional ha elevado el tono para condenar sus ataques y su bloqueo a la entrada de ayuda en Gaza. Por el otro, familiares de rehenes y ciudadanos condenan lo que consideran un abandono de los secuestrados (quedarían 30 fuera del acuerdo temporal) en favor de la supervivencia política de la coalición gobernante. “Lo único que se interpone entre nosotros y el regreso del último rehén es la negativa de Netanyahu a poner fin a la guerra”, volvió a denunciar Einav Zangauker, cuyo hijo Matan sigue cautivo en el enclave palestino.