Iberdrola ha reiterado este martes su compromiso con la extensión de vida de la central nuclear de Almaraz, en la misma línea con las posiciones manifestadas públicamente por Endesa y Naturgy, y ha confirmado que está preparando la solicitud para que las instalaciones continuen operando.
En la última reunión de seguimiento de CNAT (Centrales Nucleares Almaraz-Trillo), celebrada hoy, los propietarios de la Almaraz analizaron las operaciones de la planta, que se mantiene operativa y confirmaron su compromiso a mantener la actividad.
La solicitud formal para la continuidad de la central de Almaraz está siendo preparada por los socios, quienes trabajan en los procedimientos de gobernanza para presentarla al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en un periodo breve de tiempo.

Este paso es previo a la entrega de la documentación técnica al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), organismo encargado de velar por la seguridad y el cumplimiento regulatorio en el sector nuclear español.
La energía nuclear actúa, afirmó el consejero delegado de Iberdrola España, Mario Ruiz- Tagle como un “escudo antiapagones”, aportando energía firme y síncrona esencial para la estabilidad de la red eléctrica. Aunque representa solo el 5% de la potencia instalada, la nuclear suministra cerca del 20% de la electricidad en España, garantizando el abastecimiento de uno de cada cinco hogares.
La energía nuclear opera cerca del 90% de las horas del año, independientemente de las condiciones meteorológicas, y ayuda a estabilizar el sistema eléctrico, especialmente en escenarios de alta penetración renovable. Iberdrola destaca que las centrales nucleares españolas figuran entre las mejores del mundo en indicadores de operación y disponibilidad, lo que garantiza una producción eléctrica continua y fiable.

Las empresas propietarias de Almaraz han manifestado, por tanto, su disposición a mantener la operación más allá de los plazos previstos. En países como Estados Unidos y Francia, centrales similares han extendido su vida útil hasta los 60 o incluso los 80 años, demostrando la capacidad técnica y de seguridad de estas instalaciones.
Diversos estudios señalan que la desaparición de la energía nuclear supondría un incremento significativo en el coste de la electricidad para consumidores e industria, además de un impacto negativo en el empleo y la economía local, especialmente en regiones como la comarca de Almaraz.