Idus de marzo: creciente incertidumbre

Aunque seguro que no ha formado parte de la decisión del BCE de ayer, no podemos evitar ubicar en el contexto de lo decidido en Berlín un acuerdo que modifica sustancialmente la política fiscal alemana. Se trata de un pacto entre Merz y Scholz para reformar la constitución que debería suprimir, de ser aprobado, el freno al aumento del déficit y, con ello, permitir financiar los esperados incrementos de gasto en defensa e infraestructuras. Ello supone el final de la austeridad en su severa versión alemana, y el inicio de una nueva etapa que difícilmente podía imaginarse hace escasamente una semana. Y sus efectos se han dejado notar ya, tanto en las expectativas de crecimiento como en el aumento del coste de la deuda pública: aquella a 10 años se ha situado en el 2,7% en Alemania (la cifra más alta de las últimas décadas) y en el 3,3% en España, el 3,4% en Francia y el 3,7% en Italia. Unos incrementos en tipos de interés a largo plazo que, inevitablemente, se trasladaran a los de la inversión privada.

European Central Bank (ECB) President Christine Lagarde and ECB Vice-President Luis de Guindos walk after a press conference following the Governing Council's monthly monetary policy meeting in Frankfurt, Germany, March 6, 2025. REUTERS/Jana Rodenbusch

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, y el vicepresidente, Luis de Guindos

Jana Rodenbusch / Reuters

En este marco, el BCE se enfrentaba ayer a una difícil decisión, cuyo resultado ya conocen: reducción de 25 puntos básicos en los tipos de interés de la facilidad de depósito, hasta el 2,5%. Una disminución que, a diferencia de lo que se esperaba hace unas semanas, no implica su continuidad futura. Y ello porque, a pesar de que el BCE espera (¿desea?) que la inflación tienda hacia el 2% en el medio plazo, los aumentos del precio del gas natural y los de costes laborales en los servicios generan dudas acerca de la dinámica futura de aquella. No obstante, hay que reconocer que la presión de los EE.UU. sobre Arabia Saudí y la OPEP para ampliar la producción de petróleo ya se está traduciendo en reducciones en su cotización.

El estancamiento en Alemania y el freno de la eurozona sugieren nuevas reducciones

Pero no todo apunta al mantenimiento del 2,5% decidido ayer. El estancamiento en Alemania y la reducción en el crecimiento del PIB esperado para la eurozona (0,9% para 2025 y 1,2% para 2026) sugieren nuevas reducciones. También operan en esa dirección los efectos recesivos de las subidas de aranceles, los signos de frenada de la economía americana y la revalorización del euro.

Pero quizás el escenario termine siendo más positivo si, como resultado del acuerdo con Rusia, EE.UU. permite la reapertura de North Stream: ello se traduciría en menores presiones inflacionarias en Alemania y en Europa y reducción de costes para la industria que, sumados al choque armamentístico y de infraestructuras, deberían elevar el crecimiento en el país y el de toda la eurozona.

Como pueden ver, una incierta situación de la que el BCE ha salido con su tradicional política de esperar y ver hacia adónde se decantará una situación, ciertamente, extraordinariamente fluida. Estén atentos a los Idus de marzo: este mes aparece como particularmente decisivo.

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