
De “éxito militar espectacular” a operación fallida.
Si hace poco más de una semana Donald Trump aseguraba que Estados Unidos había logrado “la destrucción de la capacidad de enriquecimiento de uranio de Irán” tras bombardear las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, ahora el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) pone en duda la efectividad de ese ataque.
Según el director de esta agencia nuclear dependiente de la ONU, Rafael Grossi, Irán podría estar produciendo uranio enriquecido “en cuestión de meses”. Es decir, la tan publicitada operación Martillo de Medianoche no habría cumplido su principal objetivo: impedir que el régimen de Teherán pueda dotarse de una bomba nuclear en el corto plazo, el escenario que Israel utilizó como justificación para iniciar su guerra contra la República Islámica y que motivó la implicación de Estados Unidos en la contienda.
“Las capacidades que [los iraníes] tienen están ahí”, dijo Grossi este sábado en una entrevista a la cadena estadounidense CBS. “Hablando francamente, no se puede afirmar que todo ha desaparecido y que no queda nada más”, agregó el responsable del OIEA, quien aseguró que Irán dispone de suficiente base industrial y tecnológica para “retomar” la actividad atómica “si así lo desea”.
El OIEA no es el primer organismo que arroja dudas sobre la efectividad del bombardeo estadounidense del 21 de junio. A inicios de la semana pasada, apenas 24 horas después del ataque, desde el Pentágono se filtró un informe preliminar firmado por la Agencia de Inteligencia de Defensa en el que se concluía que la operación de la fuerza aérea estadounidense probablemente solo había servido para retrasar unos meses el programa nuclear iraní.
El propio Trump quiso restar credibilidad a dicho informe, asegurando que era “muy poco concluyente” e insistiendo en la idea de que el bombardeo había permitido “asegurar que Irán no pueda tener capacidad nuclear”. El discurso triunfalista del presidente estadounidense fue refrendado por el director de la CIA, John Ratcliffe, que declaró que su agencia contaba con “información fidedigna” que indicaba que el programa nuclear iraní había “resultado gravemente dañado”, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien, en una comparecencia el pasado jueves en el Pentágono, afirmó que las instalaciones iraníes habían quedado “pulverizadas”.
Reservas ocultas
Parte del uranio enriquecido podría estar en Isfahán, la única planta que no fue atacada con la bomba antibúnker
En la misma sesión informativa en la que Hegseth presumió de los “enormes daños” causados al programa atómico de Teherán, el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, dio una explicación detallada del ataque estadounidense, el cual dijo que fue el resultado de más de una década de planificación. Caine destacó la importancia que tuvo en el operativo la bomba antibúnker GBU-57, nunca empleada antes en contexto bélico. Se trata de un proyectil de casi 14 toneladas de peso, diseñado para adentrarse unos 61 metros bajo tierra antes de explotar y que solo puede ser transportado por los bombarderos B-2. Doce de esas bombas se lanzaron sobre la planta de Fordow, y otras dos fueron dirigidas contra la instalación de Natanz. Para atacar Isfahán, en cambio, se emplearon misiles Tomahawk, que fueron lanzados desde un submarino. En una sesión informativa clasificada para el Senado, Caine explicó que se optó por esa alternativa porque las instalaciones de Isfahán están a tanta profundidad que ni siquiera las GBU-57 habrían sido efectivas. Según funcionarios estadounidenses citados por la CNN, en esta planta Irán podría custodiar casi el 60% de sus reservas de uranio altamente enriquecido.
En la entrevista a la CBS, el director del OIEA fue cuestionado sobre la posibilidad de que Irán hubiera trasladado sus existencias de uranio antes de los bombardeos estadounidenses. Grossi reconoció que no estaba claro dónde estaba ese material.“Así que parte podría haber sido destruido como parte del ataque, pero otra parte podría haber sido trasladada”, concluyó.