
Una cosa son palabras y otras son las acciones con las que las autoridades iraníes han hecho frente a las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que se reactivaron esta madrugada. Por un lado, han tratado de restarles importancia bajo el argumento de que este escenario no es nuevo para Irán, sometido a uno de los peores regímenes de sanciones en el mundo.
“A pesar de ello, resolveremos todos nuestros problemas”, dijo el presidente, Masud Pezeshkian, que, junto con el ministro de Exteriores, Araqchi, libraron en Nueva York una carrera contra el reloj para evitar que el país fuera penalizado nuevamente. Estas restricciones, además de congelar los fondos del país en el extranjero, abolen la compraventa de armas, penalizan el programa de misiles y prohíben el enriquecimiento de uranio, entre otras.
“Pueden decir lo que quieran, pero las sanciones tendrá gran impacto”, estima un cambista de Teherán
“Pueden decir lo que quieran, pero las sanciones tendrán gran impacto, especialmente sicológico”, sentenciaba ayer en Teherán Mahmud, un contador que trabaja en el mercado cambiario y ha sido testigo de cómo el rial ha caído a precios históricos en los últimos días. “La inflación es del 45%, la vida va a ser aún más difícil para todos”, sentenciaba el hombre.
La insatisfacción social es una de las muchas razones por las que las autoridades, a pesar de sus palabras, recurrieron a diferentes alternativas para posponer por seis meses la activación del llamado snapback y darle espacio a la diplomacia. Esto incluyó un acuerdo con la Agencia Internacional de Energía Atómica para permitirles nuevamente el acceso de los inspectores a las instalaciones nucleares –después de la guerra de los doce días, el Parlamento aprobó suspender la plena cooperación con la OIEA– y establecer contactos directos con el enviado especial estadounidense, Steve Witkoff, en los últimos días.
Hasta el ataque israelí en junio, cuando Irán y Estados Unidos llevaban negociaciones sobre el programa nuclear, los contactos se desarrollaban de forma indirecta. Pezeshkian también confesó que se había planeado una conversación entre Irán, EE.UU. y los tres países europeos firmantes del acuerdo Nuclear en el 2015, Francia, Alemania y el Reino Unido, pero Washington no se presentó.
El presidente contó que habían llegado a acuerdo con los europeos, pero que Witkoff sabía que Irán no aceptaría la propuesta de “entregar el uranio enriquecido a cambio de tres meses de levantamiento de sanciones”. “Estados Unidos ha traicionado la diplomacia, pero el E3, como se llama a los europeos firmantes, la ha enterrado”, dijo Araqchi.
Un mes atrás el E3 pidió al Consejo de Seguridad activar el snapback para reimponer las sanciones que se desmontaron en el 2015, cuando se firmó el Plan de Acción Integral Conjunto. La tríada argumenta que Irán incumple lo pactado. El viernes, en la última reunión del Consejo de Seguridad, volvieron a insistir que Irán no da las garantías necesarias. El resultado fue de nueve votos a favor y cuatro en contra, incluido Rusia y China. Ayer el presidente Pezeshkian aseguraba que Irán no se retiraría del tratado de no proliferación de armas nucleares, pero sí restringiría el acceso de los inspectores de la OIEA a las instalaciones nucleares.