La crisis de Nissan se resuelve con una sonrisa mexicana. Al menos a eso se encomienda el grupo nipón con Iván Espinosa, desde esta semana presidente y consejero delegado. A sus 46 años será el directivo más joven en tomar las riendas. Se confiesa un enamorado de la marca desde que en su juventud trasteara con el mítico Nissan 300 ZX. Con más de veinte años en la estructura de la compañía, tiene delante el reto de levantar el negocio de un grande herido, con las finanzas al límite y que acaba de ver fracasar la fusión con Honda. Para seguir en solitario necesita agilidad, novedades y devolver el amor propio a la plantilla. La guerra arancelaria lo complica todo aún más.
“Trabajar duro con una sonrisa”. Este es su lema, confesaba a Automotive News tras su nombramiento. “Intento que las cosas sean lo más amenas posible. Los mexicanos, por naturaleza, quizás somos optimistas en momentos difíciles”. El de Nissan lo es. La unión con Honda era su mejor salida para competir con el coche chino, que le ha arrebatado mercados clave como la propia China. También sufre el atasco en la electrificación, pese a haber sido referente con el Leaf hace más de una década. O quedarse atrás en tecnología y conducción autónoma. Paga además por tropiezos en EE.UU., donde tiene casi un tercio de las ventas. El negocio va a menos y su beneficio se hunde un 98% en nueve meses: espera cerrar el año fiscal con pérdidas de 500 millones.
Con los aranceles como nuevo frente, aboga por reducir costes y ser ágiles para seguir en solitario
Nissan está enfrascada en un plan para ajustar capacidad mundial en un 20% y recortar 9.000 empleos. Algunos análisis la dejan al borde de la desaparición si no da la vuelta al negocio, con unos costes altos y deuda acuciante. “No será fácil”, apunta. Ingeniero mecánico, Espinosa se incorporó a la histórica rama mexicana en el 2003, centrado en el producto. Luego ha pasado por cargos de planificación y estrategia y por la división de competición. “He crecido en Nissan, he trabajado alrededor del mundo. Este viaje ha profundizado mi pasión por los coches, la industria y Nissan”, decía en su nombramiento. Faltará más que esto.

Ivan Espinosa por Gusi Bejer
Se valora su visión internacional y haber estado en las buenas y las malas. Desde la salida de Carlos Ghosn han sido más malas, con la marca deslucida. “Es un hombre de coches”, dijo Makoto Uchida al darle el testigo. Y obsesivo: odia los ruidos que detecta en los coches que prueba. Espinosa conduce cada día a la oficina en un deportivo de la marca. Las decisiones se van sucediendo. En apenas unos días el grupo ha vendido su parte en la filial india que compartía con Renault para levantar liquidez, ha reordenado su alianza para permitir vender más acciones, ha llevado producción de Argentina a México… Si quiere volver a ganar dinero, apenas son el inicio. La guerra arancelaria ya ha provocado que deje de vender en EE.UU. algún modelo que viene del sur, o que mantenga turnos en plantas estadounidenses que iba a reducir. El tema arancelario es crucial para el grupo, que fabrica en México más que en cualquier lugar, con 670.000 de las 3,1 millones de unidades que produce.
Espinosa ya fue clave en el 2024 en un plan maestro ( The Arc ) que apostaba más por el eléctrico y dibujaba vender un millón de vehículos más. Pero se fue dejando por la urgencia de los números. Las agencias consideran la deuda de Nissan bono basura por la baja rentabilidad, gama envejecida o caída de ventas: en el 2026 enfrenta vencimientos que pueden ser la puntilla, a la vez que invierte en lanzamientos. El directivo pone la mirada en recortar costes, donde ve necesario un trabajo profundo. Sin descartar aliarse con Honda o una gran tecnológica para salir adelante. Sobre todo pide agilidad. Nissan tarda 55 meses en sus desarrollos, que quiere llevar a 30. Los que trabajan con él reconocen que está lleno de energía, que va pasos por delante del resto. Le pone pasión al producto, como a la guitarra o la batería cuando graba en su estudio en casa. Padre por duplicado, en sus ratos libres se va en moto a recorrer los paisajes nipones. Ha conseguido combinar los tacos al pastor, su debilidad, con el sushi. ¿Podrá con el reto y mantendrá la sonrisa?