
El robo de joyas del Louvre agrava la susceptibilidad de la opinión pública francesa. Adictos a la indignación, el país descubre que, tras largos años de rabia política monotemática, también se puede escandalizar por noticias del ámbito de la crónica negra. Incluso François Hollande, que ahora ejerce como diputado y jarrón chino proveedor de declaraciones intempestivas, afirma que el robo podría ser “una maniobra extranjera para desestabilizar a Francia”. Hollande no parece tener en cuenta que Francia lleva décadas demostrando tener el suficiente talento para desestabilizarse solita –él es un buen ejemplo de ello– sin necesitar ayudas externas.
Franceinfo analiza el robo con una ironía reconfortante, digna de aquella inolvidable e inspiradora película El robobo de la jojoya. Es una ironía que contrasta con los aspavientos de otros medios. Recuerdan que en París se está celebrando un importante festival de magia (Les Mandrakes d’Or) y que quizá actuarán los ladrones, que han confirmado que el secreto de la buena magia radica en distraer la atención del público. También invitan a un mago, que, ante las cámaras, convierte unos papeles rotos en billetes de 20 euros. Espoleado por la inercia del cachondeo, el mago comenta que el truco podría servir para reflotar la catastrófica economía francesa. A continuación, entrevistan a Michel-Édouard Leclerc, uno de los empresarios importantes del país, que no se muerde la lengua. Tras recordar a De Gaulle (!), dice que la situación es lo suficientemente grave para “hablar a los franceses” en vez de participar en una competición a ver qué líder la tiene más larga.
El robo espectacular del Louvre revaloriza el interés por los museos de París
Movistar+ ha estrenado la docuserie La última llamada, con cuatro entrevistas a Felipe González, José Maria Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Es una revisión bien documentada que, inevitablemente, no puede ensañarse con los mandatos para poder contar con la colaboración, más vanidosa que funcional, de sus protagonistas. En el capítulo que le corresponde, Rajoy confirma lo que ya le habíamos escuchado sobre la aplicación del artículo 155 y explica que avisó reiteradamente al presidente Carles Puigdemont de que, si declaraba la independencia, pasaría lo que pasó. Uno de los colaboradores de Rajoy en la Moncloa resume aquel mandato con una reflexión que también afecta a los otros expresidentes: “No sé si Rajoy ha sido el mejor presidente, pero está siendo el mejor expresidente”.

Interior del Museo del Louvre en una imagen de archivo
En Catalunya, la categoría de expresidente también podría inspirar una revisión amable del pasado. Quizá llegaríamos a la conclusión de que no hay una reacción causa-efecto entre la condición de mejor expresidente –¿Pere Aragonès, José Montilla?– y los candidatos a ser mejores presidentes (que el lector rellene esta casilla en función de sus convicciones, filias o fobias).