Al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, portaestandarte durante una década de la progresía, el multiculturalismo y la globalización, le sobran los enemigos tanto externos como internos. Entre los primeros, Donald Trump. Entre los segundos, además de la oposición, sus socios socialdemócratas de coalición (el NPD, Nuevo Partido Demócrata) y un puñado de sus propios ministros, que le animan a dimitir.
Trudeau desearía aguantar hasta las elecciones federales de octubre, cuando le faltará solo un mes para cumplir una década en el poder, y a ese efecto anunció ayer una remodelación ministerial dirigida a afianzar su Gobierno. Pero cualquier efecto balsámico que pudiera haber tenido la medida quedó desbaratado por el anuncio de Jagmeet Singh, líder del NDP (que compite con el Partido Liberal por el voto de centroizquierda), de que había perdido la confianza en el primer ministro, y se dispone a presentar una moción de censura en cuanto el Parlamento acabe las vacaciones de Navidad a finales de enero.
La popularidad de Trudeau lleva en declive desde la pandemia, pero la actual crisis fue desatada el lunes por la inesperada dimisión de su brazo derecho, la experiodista económica y ministra de Finanzas Chrystia Freeland, en desacuerdo con la respuesta del líder liberal a las amenazas de Donald Trump de imponer tarifas del 25% a las exportaciones canadienses a los Estados Unidos, una parte fundamental de la economía del país. Dentro de la propia Administración, y en los gobiernos provinciales, hay quienes proponen hacer concesiones a Washington y quienes optan por represalias como cortar el suministro de gas y electricidad a Nueva York, Michigan y Wisconsin.
La popularidad de Trudeau lleva en declive desde la pandemia
Sus propios ministros han pedido a Trudeau que aproveche la pausa navideña para ponderar su futuro. Tiene dos opciones: intentar resistir con la casi certeza de una moción de censura en el primer trimestre del año próximo (que casi seguro perdería y desataría elecciones anticipadas) o renunciar y nombrar un sucesor con carácter interino (se habla de Mark Carney, exdirector del Banco de Inglaterra).
En cualquier caso, el de Trudeau es una sombra del Gobierno abierto y progresista que fue en sus comienzos, habiendo dado una vuelta de tuerca a la política migratoria para reducir el número de extranjeros que llegan anualmente al país, aumentar las deportaciones y limitar la concesión de permisos temporales de residencia por estudios o trabajo.
Si el Bloc Québecois (proindependencia) quedase por delante del Partido Liberal en las próximas elecciones, podría pedir un nuevo referéndum soberanista.