
La Casa Blanca despidió anoche a la nueva directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), Susan Monarez, menos de un mes después de haber sido nombrada para el cargo por Donald Trump. Su despido, que ella considera ilegal, llega después de una campaña de intensa presión por parte del secretario de Salud, Robert Kennedy Jr., y de la dimisión de otros cuatro altos cargos en relación con los recientes cambios en su agenda política antivacunas.
Monarez, una investigadora de enfermedades infecciosas, fue confirmada por el Senado el pasado 31 de julio, después de que la primera opción de Trump, el excongresista David Weldon, no obtuviera el apoyo necesario en la cámara legislativa. Pero Monarez pronto comenzó a tener disputas con Kennedy, que intentó forzar su dimisión. Sin embargo, ella resistió y se mantuvo en el cargo, incluso después de que el departamento de Salud anunciara ayer por la mañana que dejaba de ser la directora, dando a entender que había renunciado.
Mark Zaid y Abbe Lowell, abogados de Monarez
“Monarez ha sido atacada porque se negó a refrendar directrices imprudentes y sin base científica y a despedir a sanitarios”
Ella respondió a través de sus abogados diciendo que no había dimitido ni sido despedida, acusando a Kennedy de “politizar la salud pública con fines partidistas” y de “poner en riesgo la vida de millones de estadounidenses” con su purga de expertos sanitarios del gobierno. “Cuando la directora de los CDC, Susan Monarez, se negó a refrendar directrices imprudentes y carentes de base científica y a despedir a expertos sanitarios comprometidos, eligió proteger al público en lugar de servir a una agenda política. Por esa razón ha sido atacada”, sentenciaron los abogados, Mark Zaid y Abbe Lowell, en su comunicado.
Minutos después de esta declaración, el departamento de Salud oficializó el despido de Monarez con otro comunicado, sin dar más explicación. Un portavoz de la Casa Blanca, Kush Desai, declaró después que el motivo es que “no está alineada con la agenda del presidente de ‘Hacer a EE.UU. Saludable de Nuevo’”, el lema de Kennedy (Make America Healthy Again) desde que asumió el cargo en el gabinete de Trump. “Dado que Susan Monarez se negó a dimitir a pesar de haber informado a la dirección del departamento de Salud de su intención de hacerlo, la Casa Blanca ha rescindido su puesto en los CDC”, añadió Desai.
Pero Monarez considera que legalmente sigue en el cargo, pues el presidente Trump, que fue quien la nombró, es el único que tiene autoridad para destituirla y no lo ha hecho personalmente ni mediante una notificación. Y, por su parte, ella tampoco ha dimitido.
Tras el anuncio de su cese, cuatro altos cargos de los CDC presentaron ayer sus renuncias citando su preocupación por los recortes en la agencia, la promoción de desinformación sobre las vacunas, la politización de los servicios de salud de la mano de Kennedy y el ambiente irrespirable desde la llegada del secretario.
Los cuatro altos funcionarios que han renunciado eran cargos de gran relevancia: la directora médica de los CDC, el máximo responsable del programa de vacunas, un supervisor de seguridad de vacunas y la directora de la oficina de datos de salud pública.
Los desencuentros entre Kennedy y Monarez, relacionados con la política de vacunación, se han vuelto irreparables en la última semana. Según ha informado una fuente anónima a The New York Times, el lunes, el secretario la convocó en su despacho y le exigió que renunciara. Cuando ella se negó, él le pidió que destituyera a la cúpula del organismo antes del fin de semana. Monarez llamó entonces al republicano Bill Cassidy, que preside el comité de Salud en el Senado, quien a su vez telefoneó a Kennedy. El secretario volvió a citar a Monarez el martes y la acusó de “filtrar información”, avisándola de que iba a ser despedida. Un día después, así ocurrió.
La ronda de despidos y dimisiones de altos cargos de los CDC agita todavía más la tensa situación en la agencia. Según describieron los abogados de Monarez, Kennedy está llevando a cabo un “desmantelamiento sistemático de las instituciones de salud pública, el silenciamiento de los expertos y la peligrosa politización de la ciencia”. De este modo, consideran que el ataque contra su clienta “es una advertencia para todos los estadounidenses: nuestros sistemas basados en la evidencia están siendo socavados desde dentro”.
Esta situación ha coincidido con un cambio regulatorio de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), que decidió ayer imponer nuevas restricciones a las vacunas actualizadas contra el coronavirus para la temporada otoño-invierno. A partir de ahora, estarán limitadas únicamente a la población considerada “de alto riesgo” y previa consulta médica.
Se trata del último giro en la política de vacunación de EE.UU., cada vez más alineada con las posiciones antivacunas del secretario Kennedy, quien ha basado su ascenso político en el descrédito sobre las farmacéuticas y la promoción de teorías de la conspiración sobre las vacunas (entre otras, asociándolas al autismo infantil). En junio, Kennedy despidió a los 17 miembros del comité que asesoraba a los CDC sobre quién debía vacunarse, una decisión muy criticada por los expertos en salud pública, alarmados por su acción de gobierno y su reestructuración del sistema de salud estadounidense.