
Jimmy Kimmel ha vuelto de la cancelación forzada por la administración Trump como un triunfador. Pocas veces un castigo ha sido tan rentable, con ratings de récord en su show nocturno en la ABC y una consideración mucho mayor.
Su éxito ha forzado a Sinclair y a Nexstar a poner de nuevo el programa en la parrilla este mismo viernes, tal como anunciaron estos dos gigantes de la televisión local, que decidieron desconectar sus filiales del espacio emitido por la cadena propiedad de Disney a pesar de que el pasado martes fuera levantado el castigo a nivel nacional,
El comediante alardeó que había logrado una audiencia de 6,4 millones la noche del martes, tras ser apartado en principio indefinidamente por un monólogo sobre la muerte del activista trumpista Charlie Kirk. Y ese volumen lo ha mantenido en un nivel muy alto o similar en las dos emisiones posteriores. El registro podría haber sido bastante superior de no ser por la desconexión de esos conglomerados Nexstar y Sinclair, que le vetaron espectadores en un cuarto del país.
La decisión de Sinclair permitirá que el espectáculo se pueda ver en muchos más hogares. “Nuestro objetivo en este proceso ha sido tratar de garantizar que la programación siga siendo precisa y atractiva para una audiencia más amplia”, señaló la empresa Sinclair en el comunicado donde se retractó de su boicot, claro reconocimiento de la victoria de Kimmel, sin importar que el presidente Donald Trump continúa con el acoso y las amenazas.
“Nos tomamos muy en serio nuestra responsabilidad como emisora local de proporcionar programación que sirva a los intereses de nuestra comunidad, al mismo tiempo que cumplimos con la obligación de transmitir la programación de la cadena nacional”, añadió. La compañía cuenta con 30 filiales de la ABC que da cobertura a 27 mercados.
Aunque Brendan Carr, presidente de la Comisión Federal de Comunicación (FCC), dijo que si no sacaban el programa de la ABC lo sacaría por las malas y de que Trump advirtió de la retirada de licencias a quienes emitan cosas negativas sobre su persona, Sinclair sostuvo que “su decisión de interrumpir este programa fue independiente de cualquier interacción o influencia del gobierno”.
Según su versión, “la libertad de expresión proporciona a los difusores de contenidos el derecho de ejercer su propia consideración en las emisoras locales”, insistió. “Si bien entendemos que no todos estarán de acuerdo con nuestras decisiones sobre programación, resulta totalmente inconsistente defender la libertad de expresión mientras se pide a las empresas que programen contenidos específicos”, recalcó.
Nexstar reconoció que estaba en negociaciones con Disney y que continuaban evaluando el estatus del programa de Kimmel. Poco rato después también comunico que había levantado la prohibición. Esta empresa había solicitado que Kimmel pidiera perdón. El comediante hizo una disculpa en su reaparición, pero se quedó lejos de lo que pedía esa empresa, que al final ha rectificado ante la ola favorable al show nocturno.
Su reaparición en antena, donde ha demostrado su valentía al seguir con sus parodias y sátiras del presidente y su círculo, desnudó a tantos que defendían la libre expresión, pero solo cuando sirve a sus intereses.
“Una cosa que aprendí es que si el gobierno amenaza con silenciar a un comediante que al presidente no le gusta, esto es antiamericano”, sentenció marcando pauta en el programa del martes, el del regreso, tras casi una semana amordazado. “Si no tenemos libertad de expresión, no tenemos país”, remató. Imponer el silencio “no es legal y es peligroso”, perseveró.