Los océanos del mundo han recibido una mala noticia. El informe anual del Planetary Boundaries Science Lab, del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático ha revelado que, por primera vez, se ha superado el límite planetario de la acidificación de los océanos. Es el séptimo de los nueve umbrales que regulan la estabilidad y la habitabilidad de las personas en la Tierra que se supera (ver texto complementario) y pone en riesgo la vida marina y todas las actividades económicas que están relacionadas con ella.
Es una mala noticia esperada, consecuencia principalmente de la quema de combustibles fósiles porque los océanos han absorbido entre el 20% y el 30% de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono (CO2) desde los años ochenta del siglo pasado, según los datos del Servicio de Vigilancia Marina Copernicus. “Una vez el CO2se disuelve en el agua, se producen una serie de reacciones químicas que hacen descender el pH del agua, provocando su acidificación”, explica Susana Flecha Saura, investigadora postdoctoral dentro del programa Momentum del CSIC en el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía.
Dato
El 30% de las emisiones de CO2 antropogénica han sido absorbidas por los océanos desde los años ochenta
El mar Mediterráneo también se está viendo afectado. “Es un efecto que se da a nivel global. No hay ninguna cuenca oceánica que se libre. Es más, por sus características, se prevé que las afectaciones en el Mediterráneo sean peores”, advierte la científica. “Los valores más bajos de pH dificultan el desarrollo de estructuras calcificas (conchas y esqueletos) en la fauna marina, como es el caso de los mejillones y las ostras, unos de los principales productos de la acuicultura en Catalunya”, señala Pablo Bou Mira, gerente de la Xarxa Marítima de Catalunya (BlueNetCat). Michi Albin, codirector de Seven Seas Capital, indica que “también afecta al plancton, la base de la cadena alimentaria, lo que implica una menor disponibilidad de peces como las sardinas, las anchoas y el atún”. “Esto –añade Albin– pone en peligro tanto el suministro de productos del mar como los empleos que dependen de ellos”.
Otra gran víctima de la situación es el coral, que es un importante hábitat para muchas especies y un gran protector del litoral. “Es una barrera natural contra los temporales, con lo que los territorios de la costa son los que van a sufrir más ”, advierte Bou, quien como capitán de BlueNetCat tiene como misión incubar y acelerar proyectos científicos y tecnológicos en el ámbito de la economía azul. Este experto señala también que la degradación del ecosistema marítimo perjudica al turismo marítimo, en especial a aquel relacionado con el buceo.

La peor noticia de todas es que “estamos llegando a puntos de no retorno”, reconoce Flecha. “Vamos a tener que adaptarnos a estos cambio y mitigar para evitar efectos peores. Ahora la cuestión es a qué velocidad se va a producir”, sentencia la científica. En este contexto, los esfuerzos se concentran en reducir las emisiones de CO2, todo aquello que favorezca la restauración y la protección de los ecosistemas marinos y en encontrar soluciones para el sector de la acuicultura.
Emplazan estructuras en el fondo marino para que se recupere
La razón de ser de Seven Seas Capital es precisamente invertir y acompañar a startups que desarrollan soluciones para restaurar y proteger los ecosistemas marinos. Una de las empresas que ha contado con la ayuda de Seven
Seas Capital es Ocean Ecostructures. Con el apoyo del centro tecnológico Eurecat, Ocean Ecostructures ha desarrollado estructuras para la renaturalización de fondos marinos. Estas estructuras, que ya se han instalado en los puertos de Barcelona y Palma, mimetizan la naturaleza y replican las funcionalidades de un ecosistema costero, de forma que pueden llegar a generar uno de nuevo con entre el doble y seis veces más especies.