La alcaldesa que se quita la bandera

En el Alto Adigio, una banda reaviva un conflicto que parecía superado

Una simple banda tricolor bastó para reabrir una herida que muchos daban por cerrada. La polémica estalló durante la ceremonia de investidura de la nueva alcaldesa de Merano, Katharina Zeller, una progresista de 38 años y de lengua alemana. Merano es uno de los principales municipios de la provincia autónoma de Bolzano, en el norte de Italia, que en el pasado fue escenario de tensos conflictos étnicos y que hoy se presenta como ejemplo de convivencia. Durante la ceremonia, Zeller se quitó de forma casi teatral la banda con los colores de la bandera italiana, emblema institucional que le había colocado su predecesor, Dario Dal Medico. El gesto fue captado en vídeo y rápidamente se difundió por las redes sociales, desatando una ola de indignación que, más allá de la derecha, reavivó un nacionalismo poco visto en Italia en los últimos años. Al mismo tiempo, resurgieron algunas pasiones independentistas que parecían dormidas.

La alcaldesa rechazó la banda tricolor durante la ceremonia de investidura en Merano y luego pidió disculpas

Zeller, abogada de profesión y miembro de la Südtiroler Volkspartei (SVP), el partido que representa a la minoría germanoparlante en esta provincia fronteriza con Austria, que pasó a formar parte de Italia tras la Primera Guerra Mundial, explicó que su gesto no debía interpretarse como una ofensa a un símbolo de unidad nacional. “Se transmitió un mensaje equivocado”, dijo.

En el Alto Adigio, muchos alcaldes de lengua alemana prefieren usar una medalla con cadena en lugar de la banda tricolor. “Yo había pedido usar esa medalla, que representa nuestras dos comunidades lingüísticas. Pero Dal Medico insistió en imponerme la banda, pese a que le había dicho varias veces: ‘Por favor, entrégamela en la mano’. Él insistió: ‘No, ahora tienes que hacer esto’. No me gustó nada el tono, y respondí como respondí. Lamento que se haya interpretado así, y por eso quiero disculparme. El exalcalde me hizo enfadar, porque conoce bien nuestras sensibilidades. Quiso provocarme, echando más leña a un fuego que todos queremos ver apagado. Ahora vemos las consecuencias y esta división. Me sabe muy mal”, explicó Zeller.

El gesto generó una dura respuesta, no solo desde la derecha italiana, sino también en sectores progresistas, al tocar uno de los nervios más sensibles del país: la relación con sus minorías étnicas y culturales. Un tema que ha vuelto a la actualidad con el éxito de Jannik Sinner, actual número uno del tenis mundial, nacido en Innichen (San Candido), de habla alemana en casa, y que pese a sus triunfos no encaja en el molde clásico del héroe nacional.

Las críticas más duras llegaron desde la derecha política. El dirigente de Hermanos de Italia, Fabio Rampelli, declaró: “Fue un gesto odioso e insensato. Si no pide perdón al pueblo italiano, entonces que renuncie también al sueldo del Estado y gobierne Merano con el dinero de la población alemana”.

Frente a estas acusaciones, también llegaron voces de apoyo. Por primera vez, varias listas italianas se unieron a la candidatura de SVP, entre ellas Merano Coraggiosa. Su líder, Antonella Costanzo, salió en defensa de la nueva alcaldesa: “¿Ofensa a Italia? ¡Para nada! Fue una microagresión machista”. Como prueba, sus partidarios muestran fotografías en las que Zeller aparece con la bandera italiana junto a símbolos de asociaciones antifascistas.

La propia familia de Zeller tiene una profunda vinculación con la política altoatesina. Es hija de la senadora Julia Unterberger y del exsenador Karl Zeller, ambos destacados miembros de la SVP. Sin embargo, la alcaldesa ha construido su carrera política de forma independiente, renovando personalmente su afiliación al partido en 2020.

La derecha italiana, más allá de las reacciones de rigor, se ha visto algo descolocada. El pasado lunes, mientras en Merano ocurría la escena de la banda, a unos 50 kilómetros al oeste los seguidores de Giorgia Meloni y Matteo Salvini celebraban su primera victoria en las elecciones municipales de Bolzano, capital de la provincia. Por eso, tras las primeras reacciones, no parece haber muchas ganas de avivar la polémica. “Ella se ha disculpado, caso cerrado”, dijo por teléfono Alessandro Urzì, diputado altoatesino de Hermanos de Italia. Zeller espera pasar página: “Ahora toca gobernar”, dice desde su despacho. A su espalda, una foto del presidente de la República Italiana.

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