“Hace años que se habla de la construcción industrializada y sus ventajas son de sobras conocidas, pero se ha avanzado muy poco”, se lamenta Ignacio Paricio, del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya. El arquitecto culpa en especial a las administraciones públicas “porque son quienes deberían liderar el cambio, y, en lugar de ello, lo penalizan con unos concursos públicos que solo priorizan que el precio sea el más bajo”.
La industrialización de la construcción es también uno de los diez “principios fundamentales” del “decálogo para abordar la escasez de vivienda en España”. Este documento ha sido elaborado por las principales asociaciones del sector de la construcción, promoción, arquitectura y arquitectura técnica en motivo de la feria Construmat, que ha tenido lugar esta semana en Barcelona.

Las cuatro entidades firmantes (la Confederación Nacional de la Construcción, la Asociación de Promotores Constructores de España, el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España y el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España) piden “apoyo a la industrialización del sector, garantizando financiación específica, seguridad jurídica, agilidad en el marco regulatorio y normativas claras que favorezcan este modelo constructivo”.
La principal barrera es su mayor coste en comparación con la construcción tradicional
El decálogo se enmarca en un contexto de falta de vivienda, pero también de cambio climático y de nuevas normativas para mejorar la eficiencia de las construcciones. Según la Comisión Europea, los edificios de la Unión Europea son responsables del 40% del consumo de energía y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para reducir estos datos, la directiva (UE) 2023/1791 relativa a la eficiencia energética establece que todos los edificios nuevos deberán ser cero emisiones en el 2030, una obligación que se ampliará a todos los edificios en el 2050.
“La industrialización de la construcción permite acortar plazos, ser más eficientes en el uso de materiales, reducir la generación de residuos y mejorar las condiciones laborales de la mano de obra porque el trabajo más duro se realiza en espacios interiores y en un entorno controlado”, explica Gemma Anguera Bellet, directora comercial de Evowall Technology. La mayor eficiencia y el menor uso de materiales suponen importantes ahorros energéticos y de emisiones de gases de efecto invernadero.
Tanto Paricio como Anguera coinciden en señalar que la principal barrera a la implementación de este sistema constructivo es su mayor coste final en comparación con la construcción tradicional. “Hoy en día aún no es una opción más económica porque es una cuestión de escala, pero la mayor eficiencia compensa los mayores costes del sistema. Además, es un producto de mayor valor añadido”, afirma la representante de Evowall Technology.
Aunque sigue siendo minoritaria, ya hay empresas como Evowall que han apostado por la industrialización. También son cada vez más los edificios construidos con este modelo. Uno de los proyectos más interesantes en curso, que ha sido presentado en Construmat, es La Termal. Se trata de una promoción de dos edificios de cuatro plantas con 14 viviendas en La Garriga (Barcelona) que, una vez finalizada, generará más energía de la que consumirá. La iniciativa, en la que se está utilizando el sistema constructivo de Evowall, forma parte del programa europeo Ren+Homes.