La empresa como institución social

FemCAT ha defendido históricamente el papel de la empresa como institución social generadora de riqueza, empleo, innovación y cohesión. Esta visión, que pone a la empresa en el centro del progreso colectivo, contrasta con un desprestigio creciente del empresario, alimentado por malas prácticas de algunas grandes corporaciones en sectores regulados, donde la connivencia entre poder económico y político ha generado escándalos que erosionan la confianza ciudadana.

A escala internacional, la presión para aumentar el gasto militar europeo hasta el 5% del PIB, cuando la media es del 2% y en EE.UU. del 3,5%, responde más a intereses de la industria de armamento que a estrategias militares.

Ética

Hay que defender a la empresa valiente, comprometida y transparente, hacerla visible para reconstruir la confianza

Los casos recientes de corrupción en España, que salpican a PP y PSOE, muestran adjudicaciones fraudulentas, manipulación de informes y cambios legislativos para favorecer a empresas afines. Son grandes constructoras, entidades financieras, energéticas y del sector de armamento, a menudo intocables jurídicamente pero con responsabilidad moral evidente.

En este contexto, la reivindicación de un empresariado ético y arraigado en los valores es más urgente que nunca. Las más de 600.000 empresas de Catalunya, generalizo sin complejos, demuestran que es posible un modelo ético y comprometido con el bien común. Precisamente por eso no sería justo centrar la idea de empresa en las que, desde la impunidad, han desvirtuado el modelo.

Entrevista a Oriol Guixà, nuevo presidente de l'Associació d'Empresaris FEMCAT. Barcelona, 13 de Febrero de 2024

Es el caso de bonÀrea, que desde Guissona ha creado un ecosistema agroalimentario integrado, eficiente y comprometido con el territorio. De Sorigué, grupo referente en construcción y servicios, que ha hecho una apuesta clara por la innovación, la sostenibilidad y la cultura. O Hipra, que se ha convertido en una de las grandes del sector farmacéutico biotecnológico global desde Amer, invirtiendo en I+D, desarrollando vacunas y medicamentos de alta complejidad desde un modelo de arraigo y exigencia ética. Y no pararíamos de mencionar ejemplos con valores, como Calaf Grup, dentro del sector de la obra pública y privada, que ha mantenido la visión familiar y comprometida con la proximidad, el respeto por el territorio y la confianza mutua. O Manxa Industrial, del sector suministro industrial y distribución de productos siderúrgicos con sede en Olot, que ha impulsado una empresa basada en el rigor técnico, la honestidad y el compromiso con personas y territorio. Estas empresas demuestran que la competitividad y la rentabilidad pueden ir de la mano de la ética, la transparencia y el compromiso social.

Hay que defender, pues, a esta empresa valiente, comprometida y transparente, hacerla visible para reconstruir la confianza ciudadana. La empresa no puede ser un instrumento para los intereses privados de unos cuantos. Tiene que reivindicarse como lo que es: una institución social al servicio de todos.

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