La gran tragedia irlandesa: no hay Guinness

El Ulises de James Joyce transcurre a lo largo de un día en la vida de Leopoldo Bloom: compra jabón, acude al funeral de su tío, conoce gente, da un paseo por la playa, va a la Biblioteca y al pub… Si uno intentara reconstruir en la vida real los movimientos del protagonista de una de los grandes clásicos de la literatura, podría hacerlo todo, pero tal vez en el pub le dirían que en vez de una Guinness pidiera otra cosa, porque no les queda.

Irlanda es un país trágico (el colonialismo inglés, las guerras civil y de independencia, la hambruna, el exilio masivo, el conflicto del Ulster, el terrorismo…), las obras de Samuel Beckett tienen su toque de tragedia, y los poemas de Oscar Wilde y Yeats son capaces de hacer llorar a cualquiera. La falta de suficiente cerveza Guinness como para atender a la creciente demanda no entra desde luego en la misma categoría, pero para sus aficionados constituye cuando menos un serio inconveniente, e incluso un pequeño drama.

Igual que los Bancos Centrales tienen una reserva de oro, Irlanda tiene una reserva de Guinness para una semana

La cerveza negra siempre ha tenido su público, estereotipado a grandes riesgos como hombres de media edad para arriba, aficionados al rugby. Pero de un año a esta parte se ha disparado su consumo un 20% (mientras el de otras bebidas alcohólicas bajaba) gracias a su popularidad entre la generación Z, engatusada por una hábil campaña en las redes sociales. Se ha vuelto viral un desafío que consiste en trazar con el primer sorbo una línea entre la espuma y el líquido que atraviese justo por la mitad la letra G de los vasos en que se sirve en los pubs. A la gente le gusta colgar videos en los que se ve cómo lo consigue.

Este boom, unido al habitual consumo de las Navidades y al comienzo hace unos días del torneo de las Seis Naciones de rugby (que Guinness patrocina y cuyo nombre lleva) ha hecho que numerosos pubs -sobre todo de Gran Bretaña- se queden sin cerveza igual que las fuentes de Barcelona se han quedado sin agua por la sequía. Algunos han emitido cartillas de racionamiento entre los clientes como si se tratara del arroz durante la guerra, y otros sólo dan una pinta del cotizado oro negro a quienes se tomen otras dos bebidas antes.

Así como los Bancos Centrales tienen una reserva de oro para responder a posibles emergencias, Irlanda, el país donde se fabrica la cerveza, tiene una reserva de Guinness para una semana con el fin de satisfacer inesperados picos de demanda, y que la población no se pueda quedar de repente sin la bebida nacional, con la que celebra alegrías y se consuela de las penas.

Pero a Diageo, la multinacional propietaria de Guinness, le ha pillado sin capacidad de reacción el incremento del consumo en Inglaterra y Escocia, y sobre todo en Londres, particularmente entre los jóvenes de la generación Z (los mismos que según las encuestas dicen que prefieren un líder autoritario a la democracia), y sobre todo entre las chicas. La reserva irlandesa ha sido desviada hacia Gran Bretaña, quedándose el país con barriles para sólo un día en vez de siete, y lo mismo ha ocurrido con cargamentos que estaban destinados a EE.UU.

Aún así, muchos pubs lo están pasando mal, y sobre todo sus habituales. Los de grandes cadenas que compran directamente a Diageo (el mayor productor de bebidas alcohólicas del mundo, más de doscientas)se pueden organizar mejor, pero los más pequeños que dependen de mayoristas han llegado a recibir una vigésima parte de la Guinness que venden. “Varias semanas nos hemos quedado sin una gota ya el lunes, hay clientes que se conforman y piden otra cosa, pero muchos se enfadan y se van”, explica el gerente de un popular establecimiento del barrio londinense de Hampstead. Uno de los beneficiarios del pequeño drama es la casa Heineken, que fabrica la cerveza negra Murphys , y también marcas menos conocidas como London Black y Black Heartland .

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Un factor que ha contribuido a la “sequía” es el retraso al estilo Camp Nou en la apertura de una segunda fábrica de Diageo en Kildare, ochenta kilómetros al sur de Dublín, que doblará la capacidad de producción y permitirá que la histórica factoría de Saint James Gate se dedique exclusivamente a la cerveza negra. Pero el más importante es que se ha convertido en objeto de culto entre los hipsters y la generación Z, Kim Kardashian y Olivia Rodrigo cuelgan videos bebiéndola y los llamados guinnessfluencers elaboran todo tipo teorías sobre cómo conseguir la pinta perfecta.

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