

A mitad de un verano en el que la inmigración está marcando buena parte de la agenda informativa –de la oleada xenófoba en Torre Pacheco donde se alentó a la “caza” de extranjeros a la polémica por el reparto entre comunidades autónomas de los menores no acompañados–, la política migratoria del Gobierno volvió este viernes a recibir un espaldarazo con las cifras de entradas irregulares que recopila el Ministerio del Interior. En los primeros siete meses del año han llegado a España a través de sus costas o vallas fronterizas 20.258 personas, lo que supone un descenso del 30,2% con respecto al mismo periodo del año anterior. Una bajada marcada por la disminución de la frecuencia con la que llegan cayucos al archipiélago canario, aunque las miradas se empiezan a posar ahora en Baleares, donde la ruta argelina inicia un repunte, aunque con cifras absolutas aún a años luz de los récords alcanzados en Canarias durante los años recientes.
El último balance del ministerio que dirige Fernando Grande-Marlaska recoge cómo la gran mayoría de entradas irregulares en el país se siguen produciendo por vía marítima, con 18.657 llegadas a bordo de 653 pateras o cayucos, mientras que solo 1.601 personas lo hicieron por vía terrestre, a través de las fronteras en Ceuta y Melilla. No obstante, las entradas irregulares, según cálculos policiales, no suponen más del 5% de toda la inmigración que llega cada año a España, cuya acceso principal son los aeropuertos.
Los datos revelan que los cayucos están dando un primer gran respiro a Canarias desde que en el verano del 2023 se reactivó la ruta más mortífera del mundo, marcada en un primer momento por las salidas desde Senegal debido a la crisis política en sus calles para luego desplazarse el punto de partida a las costas de Mauritania.
Los datos revelan que los cayucos dan un primer gran respiro a Canarias desde se reactivó la ruta en 2023
Según el balance de Interior, el archipiélago canario sufre una caída del 46,1% en el número de migrantes que han llegado a sus islas. No obstante, la presión migratoria sigue siendo preocupante para las autoridades canarias (11.575 migrantes han arribado en 191 embarcaciones hasta el 31 de julio), que a su vez tiene que ser lidiada con unos sistemas de acogida –especialmente el de menores no acompañados– que están completamente desbordados, a la espera de la solidaridad, que no llega, del resto de comunidades para realizar una redistribución.
En cambio, en la Península y Baleares la tendencia es la contraria. Ha aumentado el número de migrantes llegados por vía irregular en los siete primeros meses del año un 14,8% respecto al 2024, de las 6.151 personas de entonces hasta los 7.064 ahora. El departamento que dirige Grande-Marlaska no ofrece cifras separadas de los migrantes que tocan costa en la Península de aquellos que llegan a las Baleares. Las cifras de agosto, que habitualmente suele ser un buen mes para la navegabilidad en esta zona del Mediterráneo, será crucial para ver si el repunte de la ruta argelina se consolida o se trata de una situación excepcional, según explican fuentes policiales.
Sobre las llegadas por vía marítima a Ceuta y Melilla, en el primer caso han bajado de 13 a tres y en el segundo, han aumentado, de seis a 15. Por su parte, las entradas irregulares a las ciudades autónomas por vía terrestre, que incluyen los accesos a nado, han aumentado un 15,1%. En Ceuta han subido un 7,2%, de 1.354 a 1.452, y en Melilla se han cuadruplicado, de las 37 del 2024 a 149 este 2025.
El Gobierno celebra los datos en un verano en el que la inmigración ocupa gran parte de la agenda política
Fuentes de Interior explican que la presión migratoria “seguirá existiendo en todas las fronteras exteriores de la Unión Europea, como se ve también en Italia, en Grecia o en Chipre”. “No existen fórmulas mágicas ni soluciones sencillas a problemas complejos”, añaden las mismas fuentes, que insisten en que la política del Gobierno avanza “en buena dirección”.