Con este título se preguntará el lector a qué me estoy refiriendo. ¿A la inteligencia artificial (IA), que explosionó hace ahora tres años con la aparición de ChatGPT? ¿O a los criptoactivos, como bitcoin, que tras derrumbarse en el 2022 han vuelto en los últimos meses a máximos?
La respuesta es que en ambos casos estamos ante una vorágine inversora. Ante una acumulación de excesos. Y que la comparación entre las dos burbujas es instructiva.
El ‘blockchain’
Los criptoactivos son apuntes digitales sin rendimiento, ni real ni financiero; el inversor solo espera de ellos plusvalías
Con la IA sucede algo similar a lo que ocurrió con otros grandes adelantos tecnológicos. Son avances que pueden generar enormes progresos económicos y empresariales, pero su alcance es muy incierto. También es muy difícil anticipar cómo se repartirán sus beneficios. En estas circunstancias, las empresas tienden a sobreinvertir para ganar la carrera tecnológica y los mercados de valores sobreestiman los beneficios que reporta la nueva tecnología. Es el efecto FOMO ( fear of missing out) , el miedo a perder la oportunidad, que provoca la excitación de los inversores bursátiles. Pero detrás de este proceso inversor, que en parte es especulativo, hay un verdadero progreso económico. La burbuja estallará algún día. Las cotizaciones corregirán a la baja drásticamente, pero al final las prestaciones relevantes de la IA se expandirán en la economía y algunas de las empresas florecerán y crecerán en ese entorno.

Con los criptoactivos, el escenario es muy diferente. Son apuntes digitales sin rendimiento, ni real ni financiero. El inversor solo espera de ellos plusvalías. Es decir, vender más caro de lo que compró, porque cree que habrá más demanda futura y que los emisores del activo controlarán la oferta. La tecnología que permite ese mercado de activos digitales, el blockchain , es muy potente. Sin embargo, la experiencia de estos años muestra que el control de la oferta no está garantizado y que la demanda crece por especulación (más gente se suma a la ola) y para llevar a cabo actividades ilícitas.

Imagen ilustrativa de una moneda de bitcoin
El nuevo boom de los criptoactivos lo ha propiciado en gran medida la segunda Administración Trump, puesto que ha tomado muchas medidas que los han legitimado y han favorecido su creciente adopción, incluso entre los pequeños ahorradores. Esto va a acarrear muchos disgustos en el futuro, y entretanto ha servido para mantener la demanda elevada y seguir propulsando el precio al alza. Así, más incautos suben al carrusel.
Cuando la burbuja de los criptoactivos vuelva a estallar, y a diferencia de la IA, quedará bien poco de provechoso en la economía real. Y si se permite que los criptoactivos penetren el sistema financiero convencional, el efecto neto podría ser incluso negativo.
Inteligencia artificial y criptoactivos son dos fiebres contemporáneas. La primera crea riqueza, aunque incierta. La segunda es, en gran medida, pura especulación. No es poca la diferencia.