Reino Unido ha hecho público su saldo migratorio de 2024, que observa un importante descenso. La Oficina Nacional de Estadística (OSN) cifró en 431.000 personas las incorporaciones el censo fruto de la inmigración, frente a las 866.000 registradas en 2023. El descenso se puede considerar una buena noticia dentro del Gobierno del laborista Starmer. De una parte, se alinea con las nuevas medidas de acceso a visados de residencia anunciadas por el Ejecutivo, que elevan a un nivel académico la exigencia de conocimiento del idioma. Por otro, el dato ataca a la línea de flotación de los reformistas de Nigel Farage, que hacen de la política migratoria —o antimigratoria— su bandera.
Esta cifra, no obstante, aunque pueda ser interpretada como una buena noticia para el Gobierno de Reino Unido, no es una buena noticia en todo el Reino Unido. En Escocia, acostumbrada en los tres últimos lustros a vivir en un desacuerdo acordado con el resto de la unión, un saldo migratorio escaso se ve como lesivo. El país, de 5,5 millones de habitantes y múltiples zonas donde la densidad de población de ovejas es mayor que la de humanos, necesita incorporar fuerza laboral, de un lado, y facilitar que sus excelentes universidades, con St. Andrews a la cabeza, reciban talento extranjero.
Un informe del escocés Instituto Fraser of Allender publicado el pasado lunes ponía el acento, precisamente, en las necesidades migratorias escocesas, opuestas a las británicas. O por lo menos, a las inglesas. El estudio señala que en el periodo 2020-23 —esto es, con el Brexit ejecutado—Escocia acogió al 5,7% del total de la migración extranjera recibida por el Reino Unido. Sobre ese patrón, Escocia habría recibido en 2024 menos de 25.000 migrantes, frente a los 48.000 de 2023.
Una cifra insuficiente, a tenor de que la tasa de natalidad en Escocia es de 1,3 hijos por mujer fértil y que, en 2023 se registraron las muertes superaron a los nacimientos en 19.000 personas, según datos del NRS, el equivalente al INE en Escocia.
Migración urbana, Escocia vaciada
La migración extranjera que llega Escocia se concentra en una tasa del 50%, añade el Instituto Fraser of Allender, en sus dos poblaciones mayores: Glasgow y Edimburgo. En consecuencia, la inmensa Escocia rural sufre riesgo de abandono. De hecho, el Gobierno escocés oferta, de vez en cuando y sin demasiado éxito, ayudas e incluso sueldos a quien quiera migrar a las islas Orcadas o a las aún más remotas Shetland. Extender esta medida a los territorios de las Highlands o a la región de Inver es una posibilidad.

Vista aérea de Foula la isla habitada más remota de Escocia.
Porque el saldo poblacional afecta a las estructuras. Hasta hace no demasiado, un habitante de las Orcadas que padeciera de algún problema de salud grave no disponía de hospital en el archipiélago. La alternativa más cercana era un traslado en helicóptero de más de una hora a Aberdeen. Desde la pandemia, el saldo de empleados de atención social para adultos es negativo: hay oferta, sobre todo rural, pero no cubre la demanda, subraya el Instituto Fraser of Allender.
Demanda migratoria
Al margen de lo que pueda exigir el país como organización, la población escocesa tiene una actitud más abierta a la inmigración que el conjunto del Reino Unido. Una encuesta de 2023 del Departamento de Migración escocés señalaba que el 38% de los encuestados prefería un aumento de la migración, frente al 28% que la rechaza. El 59% ve la inmigración como un hecho positivo, y el 66% prefería que los migrantes se establecieran en el país a que su traslado fuera eventual.
En el conjunto de Reino Unido, según la encuesta del Observatorio de Migración de la Universidad de Oxford de enero de 2025, el 52% de los británicos estaba a favor de la reducción, mayor o menos, de la migración. Además, uno de cada tres encuestado juzgaba la inmigración como algo “malo o muy malo”. Por origen, los inmigrantes más rechazados eran los procedentes de la India (el 42% de los encuestados preferiría que se vetara su entrada a Reino Unido), Nigeria (37%) y Pakistán (36%).

Por el contrario, los encuestados se mostraban mayormente favorables a recibir inmigrantes polacos (un 74%, pero solo si se trata de profesionales cualificados), australiano (62%, sin matices en cuanto a sus aptitudes) y franceses (51%, también sin matices en cuanto a habilidades).
¿Qué tienen en común indios, nigerianos y pakistaníes que les diferencia de polacos, australiano y franceses? La respuesta a esa pregunta es la raíz del problema migratorio británico.