

Mayo del 2024. El PSC ganó las elecciones catalanas. Pero lo más relevante fue que la suma de las fuerzas independentistas ya no alcanzaba la mayoría absoluta en el Parlament, algo que no ocurría desde el 2010 en Catalunya. Gran novedad.
Tres meses después, el 8 de agosto del 2024, hace justo un año, Salvador Illa era elegido presidente con los votos de sus diputados sumados a los de los independentistas de ERC y los Comuns. La mayoría había cambiado de lado. En la Moncloa, Pedro Sánchez, ufano, reivindicaba su política del reencuentro. Viento en popa.
En aquel agosto del 2024, España apenas había empezado a familiarizarse con los nombres del tal Koldo y Víctor de Aldama. Poco antes de las elecciones catalanas entró en escena el caso Begoña Gómez y su peculiar juez instructor, Juan Carlos Peinado. Poco sabíamos de David Sánchez, de González Amador, el compañero sentimental de Isabel Díaz Ayuso, y el fiscal general del Estado. Tampoco había aparecido el nombre del penúltimo ex secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, asociado a una tropa de presuntos delincuentes, ni había regresado a las cabeceras de las páginas web Cristóbal Montoro.
Hace un año, España apenas había empezado a familiarizarse con los nombres del tal Koldo y Víctor de Aldama
Un año después, en este mes de agosto, España se ha ido de vacaciones con esta lista de asuntos pendientes y en unas semanas, a principios de setiembre, veremos qué sorpresas más nos reserva la unidad central operativa de la Guardia Civil, encargada de casi todas las investigaciones políticamente relevantes de este país.
Este verano, en todas las redacciones se hacen listas adelantadas de presuntos imputados. (Una advertencia: buena parte de los nombres que circulaban en julio vinculados a supuestos informes de la UCO escandalosos no existían. El mercado de futuros carcelarios está dopado, a veces por los deseos, a veces por el pánico.)
Así están las cosas. La política se ha judicializado. Sánchez ha mandado resistir, avanzar en lo que se pueda y como se pueda. La presentación del proyecto de presupuestos para el 2026 está en esa onda. Política para conjurar el boletín judicial del día o, para el caso de que no logre fraguar la mayoría suficiente para aprobar el proyecto presupuestario, justificar un avance electoral. Algunos de los políticos que todavía cogen el teléfono a estas alturas de agosto dan verosimilitud a esta hipótesis.
Así están las cosas. En Catalunya, independentistas, socialdemócratas, los comunes y la derecha de punta a punta esperan, en una extraña calma tras años de dosis extraordinarias de épica política, el desenlace de la tensa trifulca española. Quién resiste y quién fracasa. Quién gana.
Cuesta encontrar un momento político en el que Catalunya haya estado más pendiente de lo que sucede en la carrera de San Jerónimo, en la sede del Congreso de los Diputados.
Cuesta encontrar un momento político en el que Catalunya haya estado más pendiente de lo que sucede en el Congreso
La eventualidad de un final abrupto de la legislatura española figura entre los cálculos que hoy hacen los políticos catalanes, y la cuestión es cómo podría afectar a la estabilidad con la que Salvador Illa ha logrado superar este primer año.
Illa cuenta con 42 diputados de los 135 escaños que integran el Parlament. Su capacidad legislativa –como se ha demostrado con el rechazo del proyecto presupuestario de este año– es muy limitada si no cuenta con el apoyo de los aliados de la investidura, Esquerra y los Comuns.
El problema es que buena parte de los acuerdos que hicieron posible la investidura de Illa pasa inexcusablemente por Madrid. No habrá financiación singular si el Gobierno de Sánchez acaba cayendo y difícilmente habrá un traspaso efectivo de Rodalies.
Caso aparte es el cumplimiento de la ley de Amnistía –fruto del acuerdo de investidura del propio Pedro Sánchez con Junts–. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha incluido esta ley en la amplia lista de las que pretende derogar en caso de lograr hacerse con la presidencia del gobierno. Otra cosa es qué efectos legales podría tener para quienes hasta ahora se han beneficiado de ella.
No habrá financiación singular si Sánchez acaba cayendo y difícilmente habrá un traspaso efectivo de Rodalies
Isaac Albert, el portavoz de Esquerra Republicana, admite que “si la legislatura catalana implosiona, también implosionará aquí”. Por el contrario, el portavoz de los Comuns, el otro aliado de la investidura, David Cid, piensa que este escenario podría desencadenar una reacción opuesta: “Se produciría un repliegue de las fuerzas catalanas”, vaticina, ante un eventual gobierno de PP, quizás con el apoyo tácito o explícito de Vox.
No obstante ambos alertan que la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez está llevando a Illa a acercarse demasiado al PSOE. “El PSC –advierte Cid– es más PSOE que nunca”.
“El PSC es más PSOE que nunca” alerta el portavoz de los Comuns, David Cid
Isaac Albert ve la situación de un modo similar e incluso cuestiona el nombramiento de Montserrat Mínguez, una diputada del PSC, como portavoz del partido socialista. “El PSC está demasiado supeditado”, advierte, y eso añade más riesgos ante un futuro adverso.
Esquerra desearía ver a un PSC más alejado del PSOE porque, añade, “en los últimos meses vemos que las cosas no avanzan como deberían”.
ERC advierte que en los últimos meses, algunos ministros ponen reparos a cumplir los pactos
Los republicanos, que mantienen negociaciones discretas sobre la nueva financiación con el Gobierno central, intuyen que algunos ministros “empiezan a pensar más en su propio futuro”. La invectiva va dirigida a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, también líder de los socialistas andaluces. Andalucía será una de las primeras autonomías en abrir el nuevo ciclo electoral.
Jordi Turull, el secretario general de Junts per Catalunya, también reprocha a Salvador Illa un excesivo acercamiento al PSOE. “Salvador Illa no hace nada que no le mande o que no convenga a Pedro Sánchez. Illa –recuerda Turull– negó la posibilidad de la amnistía hasta que Pedro Sánchez la pactó con nosotros”. “Ha convertido la Generalitat en una especie de diputación grande”.
Más allá de las críticas, los incumplimientos de algunos de los acuerdos alcanzados o la falta de concreción, lo cierto es que hoy por hoy Junts, Esquerra y los Comunes son plenamente conscientes de que la mayoría de los objetivos más ambiciosos de la legislatura en Catalunya dificilmente se lograrán con un abrupto cambio de Gobierno en Madrid.