La silenciosa resiliencia del arte

Hasta primeros del siglo XXI no dispusimos de ningún tipo de cifras de lo que suponía el mercado del arte a escala global. Cierto que hasta los años noventa del siglo pasado esta industria era muy regional, y salvo unos pocos artistas y profesionales del sector que conseguían internacionalizarse, el resto solo eran conocidos y valorados localmente, lo que dificultaba tener una visión de conjunto. Tanto era así que se creía que el funcionamiento de estos “mercados del arte” era independiente de la evolución de la economía mundial.

La globalización y la entrada de las tecnologías de la información y la comunicación dieron un vuelco de tal magnitud a este mercado que cambió la lógica de su funcionamiento, y abrió las prácticas de los profesionales a escala mundial. Y ahí sí que las variables macroeconómicas pasaron a tener un papel clave en el conjunto de la industria. Para poder analizar sus dinámicas solo faltaba conocer algo fundamental: cifras reales. No había. Más allá de algunos resultados de ventas récord de las dos grandes casas de subastas, ningún economista monitorizaba, con una visión global, los parámetros de lo que sucedía. En consecuencia, nadie podía calibrar de forma fehaciente en qué fase económica se encontraba. La queja de que este mercado era opaco en sus cifras y poco transparente en su funcionamiento no podía ser más legítima.

Con el cambio de siglo y la citada globalización, vino la revolución de la mano de una economista irlandesa que, por encargo de la feria Tefaf primero y de Art Basel y UBS más tarde, se empeñó en estudiar las cifras de ventas de las obras de arte y antigüedades en un informe anual que se ha convertido en la biblia de aquellos que nos dedicamos a analizar este mercado. Clare Mc Andrew, juiciosa y perspicaz, cambió el paradigma de cómo analizábamos la industria, cerrando el paso a constantes e innecesarias especulaciones.

Con el devenir de los años, ella ha ido afinando el tiro, y hoy tenemos cifras contrastadas, creíbles, que minimizan en parte la queja de opacidad y nos facultan a afirmar que en el 2024 el valor de las ventas del mercado artístico ascendieron a 57.500 millones de dólares, lo que supone un declive significativo respecto a los dos años anteriores. Las cifras de las casas de subastas, que hoy sabemos que globalmente tienen un 41% de cuota de mercado respecto a las galerías, no hacen sino confirmar lo que apuntábamos anteriormente. Las bajadas de las dos grandes, Sotheby’s y Christie’s, con su duopolio de facto, han sido relevantes, del 23% la primera, con una facturación que se ha quedado en 6.000 millones, y del 6% la segunda, que ha cerrado en 5.700 millones.

Aunque el análisis pormenorizado de las variables que aporta McAndrew, sea por zonas geográficas, por épocas artísticas, por canales de venta o por segmentos de precios mismo, puede llevarnos a hablar de que no hay uno sino varios mercados del arte, lo que es innegable es que el mercado, a escala global, está sufriendo ahora mismo un enfriamiento respecto al pico del 2022, cuando se alcanzaron los 68.000 millones. Qué duda cabe que la situación geopolítica no ha ayudado a una economía que es refractaria a las tensiones y la ­incertidumbre.

Esta monitorización año a año nos permite hoy sacar muchas valoraciones. Primero de todo, que estamos en un momento de recesión. Los más agoreros apuntan incluso a la explosión de una burbuja de precios y ventas que se habría gestado rápidamente tras el confinamiento provocado por la pandemia, fruto de una necesidad imperiosa de consumir arte por parte de los coleccionistas. Pero sin negar que podríamos estar técnicamente en recesión, algunos elementos nos llevan a negar no solo la explosión de burbuja, sino la burbuja en sí misma. Y los argumentos que lo defenderían están en relación con otras crisis que ha sufrido el sector, pues estos dos últimos años hemos visto cómo el mercado seguía activo, sin ninguna bajada significativa de los precios de las obras; en las subastas el porcentaje de lotes retirados ha sido mínimo, e incluso cuando han aparecido grandes obras, estas han marcado récords impresionantes. Entre los profesionales no se discute que estamos en una fase de enfriamiento, pero con las cifras de McAndrew en la mano, a muchos analistas nos gusta más verlo como una simple recalibración a la baja.

Mc Andrew ha aportado con los años cifras creíbles que minimizan la opacidad del sector

Sabemos que el comportamiento de esta industria es ciclotímico, y en periodos de dos, tres o cuatro años de incrementos de ventas, vienen reajustes a la baja. Y de ahí que pongamos en valor su marcado carácter resiliente. Cierto que en los últimos quince años el mercado del arte no está creciendo. A diferencia de la industria del lujo, que tan a menudo se le compara, no consigue aumentar su facturación: oscila, con unos altibajos de más menos el 10%-15%, pero se mantiene estable con un valor de ventas de promedio de 62.000 millones de dólares. Las cifras año a año nos muestran que cuando sufre bajadas, es capaz de recuperarse rápidamente.

Estamos en una fase de enfriamiento respecto al 2022, que registró 68.000 millones

El sector de las galerías, pero también el de las subastas, muestra una inalterable capacidad de adaptarse a las circunstancias económicas que le toca bailar. Las crisis les afectan, claro está, pero no las derriban. Y es que sus profesionales mayoritariamente están movidos por la vocación de promocionar a los artistas y lo artístico, y esto es imbatible. Por lo que, a pesar de buscar el comercio, son conscientes de que cumplen una misión que favorece aquello que más aman: la defensa del arte en mayúsculas.

Arte y comercio, un indivisible hoy

Los titulares más mediáticos que genera el mercado de lo artístico siempre vienen por los récords que alcanzan algunas obras vendidas en subasta. Son cifras de vértigo. Generalmente evocan un mundo especulativo de coleccionistas millonarios, elitismo social y lujo desmedido, torciendo lo que realmente debería desvelar esta lista: la valoración artística de unas obras que, apareciendo en el mercado, marcan el canon artístico de su época y, por su singularidad, escasez y unicidad, deben ser preservadas y patrimonializadas para que, ahora o en un futuro, el conjunto de la sociedad pueda contemplarlas como un reflejo de su tiempo. Porque los auténticos coleccionistas no confunden entre valor y precio, son discretos, compran por pasión, con un fuerte compromiso con la historia y sienten el deber de servir de custodios para que el arte llegue a las siguientes generaciones. Esta imagen de elitismo en la adquisición de obras de arte se ajusta poco con lo que realmente sucede en el día a día tanto de galerías como de casas de subasta. Un informe de Sotheby’s y la consultora ArtTactic de hace dos años desvelaba que las obras de arte vendidas por un importe de más de 1 millón de dólares en las tres grandes casas de subasta, Christie’s, Sotheby’s y Phillips, durante el periodo del 2018 al 2022, supusieron en volumen un 74% de las ventas totales, por más que son solo el 4% de los lotes vendidos. Y es que, como apunta Clare McAndrew en su informe recién publicado, la mayoría de las transacciones del mercado global del arte, en concreto el 95%, tienen un valor por debajo de los 50.000 dólares. Y para enfatizar este carácter democrático, apunta que el 75% de las transacciones están por debajo de los 5.000 dólares, siendo, además, el segmento del mercado que más está creciendo, incorporando nuevos compradores y dándole una base de ventas más amplia y diversificada. Esto nos permite afirmar que es el que sustenta el auténtico mercado de lo artístico.

Las obras más caras vendidas en subasta

Leonardo da Vinci, Salvator Mundi, c. 1500 1

Salvator Mundi, (c. 1500)

Leonardo da Vinci

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre de 2017 por 450,3 millones de dólares

Andy Warhol: 'Shot Sage Blue Marilyn, 1964' 2

Shot Sage Blue Marilyn, (1964)

Andy Warhol

Vendido en Christie’s Nueva York en mayo de 2022 por 195 millones de dólares

Pablo Picasso, Women of Algiers (Version ‘O’), 1955 3

Women of Algiers (Version ‘O’),  (1955)

Pablo Picasso

Vendido en Christie’s Nueva York en mayo de 2015 por 179,4 millones de dólares

Nu Couché (1917-1918) de Amedeo Modigliani. Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre del 2015 por 170,4 millones de dólares 4

Nu couché, (1917-1918)

Amedeo Modigliani

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre 2015 por 170,4 millones de dólares

Amedeo Modigliani, Reclining Nude (on Her Left Side), 1917 5

Reclining Nude (on Her Left Side), (1917)

Amedeo Modigliani

Vendido en Sotheby’s Nueva York en mayo de 2018 por 157,2 millones de dólares

Georges Seurat, Models (Small Version), 1888 6

Models (Small Version), 1888

Georges Seurat

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre de 2022 por 149 millones de dólares

Francis Bacon, Three Studies of Lucian Freud, 1969 7

Three Studies of Lucian Freud, (1969)

Francis Bacon

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre de 2013 por 142,4 millones de dólares

Alberto Giacometti, Pointing Man, 1947 8

Pointing Man, (1947)

Alberto Giacometti

Vendido en Christie’s Nueva York en mayo de 2015 por 141,3 millones de dólares

Qi Baishi, Twelve Screens of Landscapes, 1925 9

Twelve Screens of Landscapes, (1925)

Qi Baishi

Vendido en Poly International Auction Pequín en diciembre de 2017 por 140,8 millones de dólares

Woman with a Watch, 1932 de pablo Picasso 10

Woman with a Watch, 1932

Pablo Picasso

Vendido en Sotheby’s Nueva York en noviembre de 2023 por 139,3 millones de dólares

Horizontal 11

Mont Sainte-Victoire, (1888–1890)

Paul Cézanne

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre de 2022 por 137,7 millones de dólares

René Magritte, Empire of Light, 1954 12

Empire of Light, (1954)

René Magritte

Vendido en Christie’s Nueva York en noviembre de 2024 por 121 millones de dólares

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