La suspensión de la ayuda americana debilita la asistencia humanitaria

Es una de las primeras decisiones del nuevo secretario de Estado estadounidense, el hispano Marco Rubio: Estados Unidos ha congelado casi toda la ayuda militar, humanitaria y para el desarrollo exterior durante 90 días, plazo en el que el jefe de la diplomacia decidirá si debe reanudarse. La medida va en línea con el aislacionismo y el “América primero” que abanderó Donald Trump en campaña.

Así se desprende de un memorando enviado el viernes por Rubio a todos los puestos diplomáticos, al que tuvieron acceso medios como la CNN o la agencia Reuters. Supondrá un freno inmediato a la ayuda humanitaria del principal donante mundial, que en el año fiscal 2023 distribuyó unos 72.000 millones de dólares en asistencia contra desastres naturales y humanitarios.

Washington estaría sopesando retirar 20.000 soldados de Europa, según la agencia italiana Ansa

La orden del Departamento de Estado establece una exención para la ayuda alimentaria de emergencia, así como para la financiación militar extranjera para Israel y Egipto. Estos dos países hacen frontera con Gaza, lo que parece indicar que Trump no está del todo convencido, como señaló en una reciente rueda de prensa, con que el acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Israel y Hamas pueda sostenerse en el tiempo.

Pero no menciona a otros importantes aliados de EE.UU., como Ucrania y Taiwán. La ayuda exterior ha sido el blanco de la ira de los republicanos en el Congreso, especialmente durante los últimos dos años, en los que se han distribuido alrededor de 180.000 millones en asistencia militar y humanitaria a Kyiv. Esto representa una parte muy pequeña del presupuesto federal, pero, de confirmarse el freno de la ayuda a Ucrania, podría tener importantes consecuencias en el conflicto con Rusia. Trump amenazó recientemente a Moscú con nuevas sanciones y aranceles si no va a la mesa de negociación, pero no está claro el impacto que puedan tener estas amenazas, pues el comercio entre ambos países ya es mínimo.

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El cable del Departamento de Estado ordenaba a los altos funcionarios, con efecto inmediato, “garantizar que no se contraigan nuevas obligaciones de ayuda ­exterior” hasta que Rubio haya tomado una decisión tras una revisión. En el próximo mes, la Administración desarrollará estándares para una revisión de si la asistencia está “alineada con la agenda de política exterior del presidente Trump”.

Esta decisión implicará dejar morir a cientos de personas que dependen en el mundo de la ayuda humanitaria estadounidense y podría tener un impacto en la forma en la que se relaciona EE.UU. con sus aliados. Jeremy Konyndyk, un exfuncionario de la agencia de ayuda exterior (USAid), ha calificado a Reuters la decisión de una “locura”, que “matará a gente” y “no hay forma de considerarla como un intento de buena fe de revisar la eficacia de la ayuda exterior”, ha afirmado: “Es una bola de demolición”.

La noticia llega acompañada del plan, avanzado por la agencia italiana Ansa, de retirar unos 20.000 soldados que están instalados en distintas bases europeas. Aunque no ha sido anunciado por la Administración Trump, va en la línea de las amenazas que hizo a los países de la OTAN durante la campaña y, por última vez, en el foro económico de Davos. En su discurso exigió en tono beligerante a los países europeos ampliar el gasto militar hasta el 5% del PIB, lo que en países como España, que no llega ni al 2%, supondría duplicar los niveles actuales.

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Según la agencia Ansa, además de retirar tropas, Trump demandaría a los aliados pagar por las tropas que permanezcan en Europa. Al final de su primer mandato ya ordenó la salida de 12.000 soldados de Alemania, algunos de los cuales iban a ser reubicados en otras zonas de Europa y otros regresarían a Estados Unidos, aunque nunca se puso en práctica y más tarde fue cancelado por el expresidente Joe Biden.

En la actualidad, Estados Unidos tiene unos 65.000 soldados estacionados permanentemente en Europa y otros miles de forma rotatoria. Esta cifra ha aumentado temporalmente hasta los 100.000 desde la invasión de Ucrania.

Durante la noche del viernes el Senado confirmó a Pete Hegseth como nuevo secretario de Defensa, que colaborará con Rubio en aspectos relacionados con la seguridad nacional y las alianzas internacionales de EE.UU. Fue elegido tras un empate, con 50 votos a favor y 50 en contra, que se decantó a última hora con el voto del vicepresidente J.D. Vance, que como tal tiene el cargo de presidente en el Senado. Se trata de la segunda votación más ajustada para un cargo del gabinete en la historia del país, lo que muestra la controversia que ha generado su nombramiento debido a sus acusaciones de agresión sexual, maltrato a su exmujer, mal manejo de fondos y conducta abusiva con el alcohol. Finalmente, tan solo tres republicanos votaron en contra: las moderadas Lisa Murkowski y Susan Collins, así como el antiguo líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.

Hegseth, veterano militar reconvertido en presentador de Fox News, tomará el mando de los 1,3 millones de soldados en activo del Pentágono, una agencia con un presupuesto de 850 millones de dólares, que ha prometido reformar por completo. Se autodefine como un “guerrero” contra la cultura progresista, que considera que ha impregnado al ejército. En su libro La guerra contra los guerreros: detrás de la traición de los hombres que nos mantienen libres , Hegseth criticó a los “generales woke ” que han “afeminado” al ejército con sus políticas de diversidad y dijo que “las mujeres son comparativamente menos eficaces que los hombres en combate”.

Ayer el Senado también confirmó a la nueva secretaria de Seguridad Nacional, con 59 votos a favor y 34 en contra, sin la oposición de ningún republicano. Es el tercer miembro del Gabinete de Trump, que inició su mandato el lunes con un desafiante discurso de investidura. Noem, excongresista, tampoco tiene experiencia en la administración, pero reúne un principio esencial del nuevo Gobierno: la lealtad al líder.

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