La tapadera

La buena situación económica que vive España se ha convertido en una especie de tapadera que oculta electoralmente sus problemas más graves: corrupción, descrédito de las instituciones, acceso a la vivienda, inmigración, mal funcionamiento de los servicios públicos, excesivo endeudamiento y un larguísimo etcétera. Los ciudadanos parecen conformarse con aquello de “dame pan y llámame tonto”.

Entre las cosas que están fallando estrepitosamente está el incumplimiento constitucional de presentar los Presupuesto Generales del Estado al Congreso de los Diputados en tiempo y forma desde hace tres años. Pero no parece importarle a nadie. Para Pedro Sánchez se trata de una simple formalidad, un mero trámite: “Los presupuestos no son una finalidad en sí mismos sino un instrumento”.

¿Qué pasaría en cualquier empresa si no se elaborasen presupuestos?

Con esta manera de pensar se podría eliminar el mandato constitucional de presentar las cuentas del reino antes del 30 de septiembre de cada ejercicio. Total ¿para qué sirve? Para nada. Pues entonces ahorremos un trámite burocrático que puede entorpecer la buena marcha del país. Con el dinero que nos llega de Bruselas y el fuerte incremento de la recaudación, los ingresos están garantizados y si falta algo pues se emite más deuda.

Para decidir los gastos, ya se sabe, no es necesario que las Cortes marquen prioridades, son las que decide la vicepresidente primera, María Jesús Montero.

¿Cómo se hace para que las administraciones públicas no se paralicen? Muy sencillo, a través de prórrogas presupuestarias y de créditos extraordinarios. El sistema no parece demasiado democrático que digamos, pero yendo bien la economía a quién le importa que la democracia siga deteriorándose.

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¿Alguien se imagina qué pasaría si en cualquier empresa no se elaborasen unos presupuestos para el siguiente ejercicio o no se cerrasen las cuentas de los últimos tres años? Es inimaginable que un gestor no rinda cuentas a su junta de accionistas bajo el argumento de que “como hay dinero en caja y todo va bien, no hay de qué preocuparse”.

Incluso las familias cierran el ejercicio y elaboran unas previsiones de ingresos y de gastos para el siguiente año. Es necesario prevenir el pago de la hipoteca, las vacaciones, los gastos domésticos, los colegios de los chicos, los imprevistos. En fin, hasta mi abuela María, que no sabía ni leer ni escribir, lo hacía metiendo en diferentes tazas el dinero que se necesitaba para pagar los recibos que iban a venir.

Sin dudas mi abuela era más previsora que el Gobierno de Pedro Sánchez, que vive al día y sin rendir cuentas a nadie.

¿Qué pasa con las futuras pensiones públicas? Ni idea, sabemos que la Seguridad Social es deficitaria. Hasta el más tonto sabe que no es sostenible, como ha puesto de manifiesto el último informe de Fedea. Pero no importa, la economía va bien. Las pensiones ya se están pagando con deuda del Estado, cuya cuantía se eleva a casi 1,7 billones de euros. Esto tampoco preocupa a los ciudadanos, que piensan que ya lo arreglará el gobierno que venga. Y así todo.

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