La UE, el socio amable del mundo

El “día de la liberación” encontró a la cúpula comunitaria muy lejos de Bruselas. Concretamente, en Samarcanda (Uzbekistán). La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, viajaron hasta el corazón de Asia Central para una cumbre inédita con cinco países de esta región, Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán y Turkmenistán. El objetivo: buscar nuevos socios comerciales en pleno terremoto por la guerra comercial de Donald Trump.

Mientras Estados Unidos ha puesto el mundo patas arriba con sus llamados aranceles “recíprocos”, Bruselas quiere presentarse ante el mundo como el socio amable que no empleará los mismos juegos sucios que el amigo americano y que puede ser una alternativa a las políticas más agresivas de China o Rusia. Ayer mismo, en Samarcanda, Von der Leyen anunció un paquete de inversión de 12.000 millones de euros dedicados a proyectos cuando la UE busca los llamados materiales críticos, imprescindibles para los nuevos productos tecnológicos. Asia Central puede ser clave en esta partida: posee el 40% de las reservas mundiales de manganeso, además de litio, grafito y otras materias primas de gran interés para el bloque que está tratando de ganar competitividad frente a Pekín o Washington.

La cúpula comunitaria viaja al corazón de Asia Central en busca de minerales críticos

“A algunos solo les interesa explotar y extraer. La oferta de Europa es diferente”, aseguró Von der Leyen, intentando seducir a los nuevos jugadores y presentarse como un mejor inversor que Rusia o China. “También queremos ser sus socios en el desarrollo de sus industrias locales. El valor añadido tiene que ser local”, sostuvo, hablando de energía limpia o de puestos de trabajo locales y laboratorios de investigación en la región.

El acercamiento no es el único de este tipo en los últimos meses. Los altos cargos europeos han viajado recientemente hasta la India, con quien esperan firmar un acuerdo de libre comercio a finales de año. Ha habido acercamientos a Indonesia y Tailandia, y nuevos pactos con México o Suiza. En marzo se celebró la primera cumbre bilateral con Sudáfrica en siete años, con la firma de un paquete de inversión de 5.100 millones de dólares.

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Ursula von der Leyen y António Costa visitan la plaza Registan antes del inicio de la cumbre con Asia Central

STRINGER / EFE

Pero el mayor paso adelante en este sentido fue la firma del acuerdo comercial con el bloque del Mercosur, que podría permitir a las empresas europeas eliminar unos 4.000 millones en aranceles, especialmente a la industria automovilística, farmacéutica o química. Todavía queda que el Consejo Europeo lo ratifique –Francia está en desacuerdo por los temores de sus agricultores–, pero la UE quiere dar a este asunto la máxima prioridad. 

“Invertiremos una gran cantidad de tiempo y energía para finalizar el acuerdo y también para decir a nuestros estados miembros que miren lo que está pasando alrededor del mundo”, apuntó ayer el portavoz comunitario de Comercio, Olof Gill. “En un mundo cada vez más inestable, en una realidad geopolítica cada vez más inestable, es más importante que nunca contar con sólidas asociaciones basadas en normas para beneficio mutuo con socios de confianza de todo el mundo”, insistió.

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En la Comisión subrayan que este acercamiento no es algo nuevo, porque actualmente ya hay 76 países del mundo cubiertos por algún tipo de acuerdo comercial con la UE, pero con Trump burlándose de sus socios asiáticos esto cobra una nueva dimensión. “Si alguien sabe hacer buenos tratos, esos somos nosotros. Buscamos socios en todo el mundo. Socios en los que podamos confiar y con los que podamos trabajar”, apunta una fuente comunitaria.

“Este es un nuevo capítulo de una larga amistad. Nunca los socios fiables han sido tan importantes”, aseguró la presidenta del Ejecutivo comunitario en Uzbekistán.

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