
En la visita del equipo de comisarios a la ciudad danesa de Arhus para la puesta de largo del semestre de Dinamarca en la presidencia rotatoria del Consejo de la UE había una baja notable. Era la de Maros Sefcovic, el comisario de Comercio. Su ausencia estaba muy justificada: se encontraba en Washington para reunirse con las autoridades estadounidenses y tratar de regresar con una base para un acuerdo comercial a pocos días del 9 de julio, la fecha límite para evitar la subida arancelaria amenazada por EE.UU.
De momento, las reuniones de Sefcovic con el secretario estadounidense del Tesoro, Scott Bessent; el secretario de Comercio, Howard Lutnick; y con el representante comercial Jamieson Greer, no han dado lugar a la fumata blanca. Las informaciones oficiales, según el portavoz de Comercio de la Comisión, Olof Gill, es que en este último viaje ha habido “progreso para un acuerdo de principios” de cara al miércoles –que sería detallado más adelante–, del cual la Comisión informó durante alrededor de una hora a los embajadores de los Veintisiete este viernes por la tarde. Después de las necesarias consultas, “la Comisión ahora volverá a contactar con Estados Unidos sobre la sustancia a lo largo del fin de semana”. “Al mismo tiempo, estamos preparándonos para la posibilidad de que no se llegue a un acuerdo satisfactorio”, apuntó Gill. Los embajadores podrían volverse a reunir el lunes si hay avances en el fin de semana.
Medidas antidumping
China sube tarifas hasta el 35% al brandy europeo
El Ministerio de Comercio de China anunció ayer la imposición de aranceles antidumping de entre el 27,7% y el 34,9% a las importaciones de brandy procedente de la Unión Europea a partir del 5 de julio de 2025, aunque ha indicado también que las nuevas tarifas no se aplicarán a aquellas empresas que hayan alcanzado “compromisos de precios”. Según Pekín, estas tarifas a las importaciones de brandy desde la UE oscilarán entre el 27,7% y el 34,9%, incluyendo un 32,2% para Bodegas Osborne, Bodegas Fundador y Miguel Torres. China sostiene que el brandy europeo se ha importado a un precio artificialmente bajo y que estaríamos ante un caso de competencia desleal. Esta medida proteccionista lega después de la decisión del bloque europeo de imponer aranceles de hasta el 45% a los vehículos eléctricos fabricados en China. Las empresas europeas, para evitar la recarga arancelaria, ya presentaron solicitudes de compromiso de precios a la autoridad investigadora. De tal manera, no estarán sujetas a derechos antidumping si se exportan destilados a China a un precio no inferior al prometido. Pekín advierte que en caso de incumplimiento, habrá tarifas.
Otras fuentes diplomáticas señalan que la situación es complicada, aunque hay voluntad por ambas partes de continuar, porque EE.UU. todavía está intentando que haya aranceles sustanciales en un importante número de industrias como la automoción europea –Trump está obsesionado con los coches alemanes–, mientras se muestra abierto a retirarlos a otras.
Europa parte de la base que tendrá que asumir un 10% de aranceles “recíprocos” como el Reino Unido
Todo, mientras Europa debería aceptar siempre un mínimo de un 10% de aranceles “recíprocos”, como hizo el Reino Unido. El Financial Times apuntó también que EE.UU. amenaza con un 17% de aranceles sobre los productos agrícolas.
Al mismo tiempo, al otro lado del Atlántico, el presidente estadounidense, Donald Trump, advirtió que su Gobierno comenzaría a enviar cartas a los países con los que no ha llegado a un acuerdo comercial para notificarles sobre los aranceles que quiere imponerles. Según indicó, serían una decena de cartas al día y el valor de las nuevas tarifas “variará entre, quizás, unos aranceles del 60 o 70% a unos aranceles del 10 al 20%” y en algunos casos será superior a las anunciadas en el llamado “día de la liberación”el pasado mes de abril.
En Bruselas son conscientes de que cualquier pacto comercial con Estados Unidos resultará en una situación peor para Europa que la que había antes de que Trump regresara a la Casa Blanca, y es algo que ya se está digiriendo. Para empezar, porque las cantidades que Estados Unidos está recaudando con los aranceles que siguen vigentes durante esta tregua –para la UE, un 10% de “recíprocos”, un 50% para el acero y el aluminio y un 25% para los coches– son cada vez mayores y la Administración Trump no quiere renunciar a estos ingresos.
El Financial Times apunta que Trump amenaza con un 17% de tarifas sobre productos agrícolas
La pregunta, sin embargo, es cómo de peor va a ser. Son varios los países que prefieren la guerra arancelaria a un mal pacto en que la UE salga perdiendo demasiado. Otros, sobre todo Alemania, están presionando por un acuerdo rápido aunque sea malo porque sus industrias se están viendo muy afectadas por los gravámenes actuales. En cualquier caso, aquí todo el mundo es consciente de que en Washington nada es firme hasta que Trump estampa su firma, y ni siquiera entonces. Además, la imprevisibilidad del presidente es uno de los ingredientes que hacen pensar a algunos países que firmar cualquier cosa no es garantía de tranquilidad.
Si todo termina bien, se comienza a hablar de un viaje relámpago de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para escenificar el posible acuerdo junto a Trump en algún momento. Todavía no hay preparaciones y la agenda de la presidenta es apretada, pero es natural pensar que el acuerdo arancelario tendría prioridad.