Cada uno interpreta las señales a su manera: “Cuando sentimos que el olor a azufre es más fuerte, nos preparamos para lo peor”, dice uno. “No, basta con mirar el cielo”, responde otro. “Yo lo noto por el viento”, asegura un tercero. En los Campos Flégreos, hay presencia humana desde hace unos diez mil años, así que nadie debería sorprenderse por un temblor, por el suelo que sube o por los fenómenos naturales que en esta zona se observan sin microscopio. Es una tierra de geólogos autodidactas, pero algo está cambiando.
Los últimos terremotos han sumido al medio millón de habitantes en un estado de ansiedad sin precedentes, y ya no basta con la tradicional ironía local para sobrellevar la situación. A este clima ha contribuido también una declaración del jefe de Protección Civil, Fabio Ciciliano, quien, al ser preguntado en Pozzuoli sobre un posible sismo de magnitud cinco, respondió: “Con un terremoto así, se caen los edificios y cuento los muertos”.
Medio millón de personas viven amenazadas por una actividad sísmica en aumento
En la zona de la fumarola, las fugas de gas blanco son cada vez más evidentes. El acceso está prohibido, pero muchos se detienen al borde de la carretera. De un Smart baja un joven que empieza a grabar. Alguien lo reconoce: “Es Michele Napolitano, un tiktoker que espera un buen terremoto para hacer el video del año, pero, mientras tanto, aterroriza a todos”, afirma Silvia Ptato, de la asociación La Fuerza de las Ideas, que lucha por dar algo de serenidad y seguridad a los vecinos.
Estamos en el norte del golfo de Nápoles, con vistas a Procida, Isquia y Capri. Un paisaje fascinante y también frágil desde el punto de vista geológico. El municipio más grande después de Nápoles es Pozzuoli, ciudad natal de Sophia Loren.

Las fumarolas de gas blanco en los Campos Flégreos evidencian la actividad del magma subterráneo y atraen a los curiosos, incluidos ‘tiktokers’ e ‘influencers’
Los Campos Flégreos se caracterizan por un sistema de cráteres y bocas eruptivas, con un diámetro de doce kilómetros, en parte sumergido bajo el mar. No deben confundirse con el Vesubio, aunque estén cerca y compartan parte del sistema volcánico. La palabra clave es bradisismo : un lento ascenso o descenso del suelo causado por el magma. Y, cuando la tierra sube, como en los últimos tres años, suele pasar algo. En el puerto de Pozzuoli, el nivel del agua ha bajado tanto que los ferris tienen dificultad para atracar.
La última erupción fue en 1538 y dio origen al Monte Nuovo. “Ese evento fue precedido por señales que la población supo reconocer y se alejó a tiempo”, explica Mario Di Vito, director del Observatorio Vesubiano. ¿Estamos en una fase similar? “Los fenómenos se parecen, pero aún no estamos en la fase más aguda”, dice.
El Gobierno ha delimitado dos zonas rojas: una por riesgo volcánico y otra por riesgo bradisísmico. En gran parte coinciden.
Esta tierra está acostumbrada a convivir con el volcán, pero el clima ha cambiado. “Antes no existía esto”, dice un pescador jubilado de Bacoli, uno de los municipios más afectados, mostrando su teléfono. “Antes, tras un temblor, se hablaba en el bar durante tres días y listo. Ahora, hay un debate incesante, con científicos, influencers y tablas de sismos”. Frente a una casa de apuestas, un amigo le muestra una tabla: “Hoy hemos llegado a 1,9”. Todo se controla. “Tal vez demasiado”.
Según la zona, se percibe preocupación o pánico. Los más asustados están en Bagnoli, antiguo barrio obrero donde se ubicaba la planta de Italsider, hoy en proceso de descontaminación. Allí, el sismo del 13 de marzo (magnitud 4,6) y los posteriores se sintieron con fuerza. “El epicentro fue aquí”, cuentan en el bar Zenith, un quiosco junto al mar. Esa noche, muchos salieron a la calle y algunos llegaron a la antigua base de la OTAN y forzaron la entrada. Es una zona amplia que fue sede del mando en la guerra de Kosovo. “Nos salió natural venir aquí –dice Salvatore junto a su madre–. Aquí dejamos los coches cuando hay petardos en Nochevieja, imagínate con un terremoto”.
Desde entonces, cada tarde se reúnen pequeños grupos en busca de noticias y apoyo psicológico. “Los vecinos de Bagnoli piden reforzar viviendas y alojar a los evacuados cerca. Ahora están en Casoria, a media hora”, explica el psicólogo Walter Iannuzzi.
Un obrero jubilado, Enzo La Rocca, recupera viejas estrategias sindicales: “Es el momento de exigir compromisos reales”. El ministro de Protección Civil, Nello Musumeci, ha dicho: “En esa zona no se debió construir”. La Rocca responde: “¿Ve aquel edificio? Es la escuela de la Aeronáutica. Fue el Estado quien lo hizo”.
¿Y cómo reacciona el Estado? Hay planes de evacuación sobre el papel. Un decreto ha dividido a la población por destinos. “Ahora todos saben qué hacer”, dice Antonio Sabino, alcalde de Quarto, primer municipio fuera de la zona roja. “Este es el volcán más controlado del mundo”, añade. “Pero entre aquí y Pozzuoli no hay muro…”. “Activamos todos los canales, incluso WhatsApp, para indicar zonas seguras”.
Fuera del Ayuntamiento hay dos murales: uno de Diego Armando Maradona y otro de Marek Hamsik, rebautizado como Marechiaro. “¿Tú también hueles el azufre? –pregunta un aparcacoches–. Mala señal”.