
El centro de Tel Aviv se convirtió en el epicentro de una celebración largamente esperada. Miles de israelíes, ondeando banderas azules y blancas y estadounidenses, bailaron al ritmo de música tecno este jueves. Se unieron a las familias de los rehenes, que habían comenzado a festejar la noticia durante la madrugada.
El acuerdo, alcanzado en Egipto, contempla la liberación de todos los rehenes y un alto el fuego en la Franja de Gaza.
En la plaza, convertida en el centro neurálgico del movimiento que exigía el regreso de los cautivos, muchos llevaban pegatinas con la leyenda “Vuelven” y un corazón amarillo, símbolo de los 47 rehenes que aún permanecían en cautiverio tras los ataques del 7 de octubre de 2023.
El ambiente se cargaba de un profundo sentir emotivo. En medio de la alegría desbordante, se vislumbraban imágenes de familiares de rehenes israelíes llorando, lágrimas que por primera vez no eran de angustia, sino de la liberación que suponía el fin de la guerra y la promesa del retorno de sus seres queridos.
Mientras tanto, en la Franja de Gaza, el anuncio trajo un respiro muy necesario. La población, agotada y exiliada por dos años de guerra devastadora y continuos bombardeos israelís, reaccionó al acuerdo con una mezcla de cautela y júbilo.
La noche del anuncio, en los campos de refugiados improvisados, la calma regresó lentamente. En sus tiendas de campaña, el eco de los bombardeos fue reemplazado por el silencio de la noche. Familias que huyeron de sus hogares escuchaban la radio con atención, la única luz siendo a menudo la pantalla de un móvil o una pequeña linterna o un fuego con una tímida llama, en un momento de espera contenida y profunda necesidad de paz.
Finalmente, este jeves, las calles de Gaza se llenaron de gente para celebrar el acuerdo, con expresiones de alegría y esperanza por el fin del conflicto que ha transformado sus vidas en una lucha diaria por la supervivencia. El plan de paz, aunque incipiente, se recibía como un atisbo de futuro.