Los accionistas de Prisa velan armas de cara a una junta que decidirá su futuro

El grupo Prisa encara una próxima junta de accionistas decisiva. El giro del principal accionista, Joseph Ourghulian, y la defenestración de dos de los principales directivos del holding, el consejero delegado de Prisa Media, Carlos Núñez, y el director de contenidos, José Miguel Contreras, ha sumido a la compañía en un periodo de incertidumbre en el que emerge una batalla accionarial con tintes también políticos.

La marejada en Prisa no es nueva, sino que se remonta a hace más tres lustros atrás. El grupo editor de El País y propietario de la Cadena Ser lleva tiempo siendo objeto de disputa entre accionistas. En la trama se entremezclan, además, varias empresas del Ibex, con la participación activa de Telefónica.

Telefónica ha ejercido durante los últimos años un papel destacado en las grandes decisiones

Los problemas se remontan a 2008, cuando el grupo dirigido entonces por Juan Luis Cebrián hizo una arriesgada apuesta televisiva. Prisa presentó una opa sobre el 100% de Sogecable para crear un grupo que compitiera con los dos gigantes privados, los hoy Mediaset y Atresmedia. Logró la licencia en abierto, Cuatro, y se enfrascó en la llamada guerra del fútbol. La ingente inversión de 3.000 millones de euros llevó a la compañía a acumular una enorme deuda que hoy, aunque reducida, sigue arrastrando.

La operación sumió a Prisa en una situación compleja. Para poder soportar la pesada mochila, en el 2014 entraron en juego acreedores que, con el beneplácito del Gobierno de Mariano Rajoy, lograron financiar la deuda y pasaron a formar parte del capital del grupo. Telefónica, Santander y CaixaBank se convirtieron así en propietarios del 16%. Pero la participación de los tres grandes del Ibex no fue la misma; la teleco y el banco presidido por Ana Botín decidieron tomar posiciones.

El siguiente gran hito en Prisa se produjo a finales del 2014. En esa fecha, un entonces discreto fondo de inversión, Amber Capital, que había participado en compañías como Ence o Cie Automotive, irrumpía en el capital del grupo de medios. Consecuencia: Joseph Oughourlian accedía al consejo de administración. Fuentes de mercado apuntan que el movimiento se produjo de la mano del expresidente de Telefónica, César Alierta, con relación con el empresario francoarmenio. En el 2016 Amber ganaba posiciones y dio el ‘sorpasso’ en el capital a la histórica familia Polanco.

Ourghoulian se fue acercando más al Gobierno. La moción de censura que ganó Pedro Sánchez sirvió para dar un nuevo golpe de pedal. En abril del 2019, el dueño de Amber fue nombrado vicepresidente de Prisa. La relación con Moncloa estaba engrasada.

Pero la pandemia emergió nuevos problemas en Prisa. Javier Monzón, que había llegado a la presidencia de Prisa de la mano de Ana Botín, fue respaldado en la junta de accionistas de junio del 2020 como máximo directivo de la compañía. Telefónica, con José María Álvarez-Pallete al frente, secundó la continuidad. Solo seis meses después, en diciembre, un movimiento de Amber tumbó a Monzón. El respaldo de Telefónica a la decisión también fue decisivo. Así cambiaron las tornas en torno a Prisa, con el aval de Telefónica. El armenio tomó el mando.

En el 2021, un ejecutivo conocedor de los medios pero netamente financiero, Carlos Núñez, aterrizó en Prisa con el aval de Amber para convertirse en presidente ejecutivo de Prisa Media. El objetivo era acometer una reorganización en profundidad. El acuerdo era nítido: Núñez se encargaría del negocio y Ourghoulian se centraría en reducir la deuda. Nuñez logró avances reseñables en su área, haciendo crecer los ingresos y el ebitda en los últimos tres años. La guinda al proyecto era la vuelta a una aventura televisiva. Pero otra vez un canal en abierto iba a provocar un terremoto en Prisa.

Núñez y Contreras idearon en los últimos dos años un nuevo canal de televisión que el Gobierno licitará en los próximos meses. El proyecto era asumible financieramente, ya que se nutriría de contenidos ‘low cost’. Moncloa lo bendijo. El presidente de Prisa Media presentó la iniciativa en sociedad en una entrevista en El País , declaraciones que contaron con la anuencia de Ourghoulian. Pero unos días después, el empresario ofreció una entrevista al diario de la competencia Expansión para dilapidar el proyecto. Horas más tarde, Núñez y Contreras pactaban su salida.

La historia reciente de Prisa estaría incompleta sin un nombre clave: Miguel Barroso. Fuentes de mercado afirman que el precario equilibrio entre propiedad y gestión existía gracias a la figura del malogrado directivo.

La junta de junio será decisiva para resolver la batalla y, por tanto, el futuro de Prisa. Oughourlian tiene la oposición de un grupo de accionistas españoles, que a su vez cuentan con el respaldo del Gobierno. En esta tesitura, Amber ha dado un giro y ha dinamitado los puentes con Moncloa. La punta del iceberg ha sido un artículo de Oughourlian esta semana en El País en el que afirmó que “sería inaceptable que, cuando estamos recordando que hace ya 50 años murió el dictador Francisco Franco, alguien cayera en la tentación de adueñarse de un medio de comunicación independiente desde el poder, bien directamente, bien utilizando alguna empresa estatal como instrumento”. Un torpedo contra Sánchez. El fondo mantiene conversaciones con tenedores de bonos, principalmente con Pimco, para convertirlos en capital, lo que diluiría la capacidad de maniobra del grupo español. En juego, una refinanciación de deuda de 800 millones. Oughourlian quiere resistir al envite que prepara la entente española.

De los Polanco a Vivendi y el Santander: quién es quién en el capital

La junta de accionistas del grupo Prisa está marcada en rojo para accionistas y el Gobierno. A día de hoy el capital está dividido en dos bloques. A un lado se encuentra Amber Capital, el fondo de Oughourlian, que cuenta con un 29,8%. Con ese porcentaje ha podido imponer los últimos cambios con el apoyo, hasta el momento, de Vivendi, que dispone de otro 11,79% y a quien el Gobierno no le autorizó hace casi tres años alcanzar una participación mayor. En el lado contrario se sitúa el conglomerado de accionistas españoles, que suman el 17%. Está compuesto por Global Alconaba, de Andrés Varela Entrecanales; Adolfo Utor, dueño de Balearia; Diego Prieto, presidente del grupo SSG. El objetivo de esta asociación española es alcanzar al menos un 51% y poder plantar cara a Oughourlian. No es fácil. El posicionamiento del grupo francés Vivendi es clave. Si el grupo nacional consigue sumar a otros accionistas la situación es diferente. La familia Polanco aún conserva un 7,6%, una participación pignorada con la del Santander (4%), por lo que el poder de ambos es mayor. Carlos Slim, persona cercana al expresidente Felipe González, persona históricamente cercana a Prisa, cuenta con un 7%. Con la vista en dicha junta, el pasado 12 de febrero se produjo una reunión en París del ministro para la Transformación Digital, Óscar López, y el presidente de Telefónica, Marc Murtra, con el director ejecutivo de Vivendi, Arnaud de Puyfontaine. Los interlocutores españoles, según Le Point, pidieron al grupo francés distancia con Oughourlian. Telefónica y Vivendi tienen acuerdos reseñables.

También te puede interesar