Los aranceles desafían el auge exportador

Los ingredientes de la poción mágica para hacer América grande de nuevo ya son conocidos: aranceles, bajadas de impuestos y desregulación. Es la fórmula para reducir el fuerte déficit comercial con países como China e impulsar la producción nacional. Por lo pronto, Donald Trump no ha perdido el tiempo y ha anunciado en sus primeros días de mandato aranceles a México, Canadá y China. Pese al estilo errático que le caracteriza –en los dos primeros casos ha concedido un tregua de 30 días–, ha demostrado que va en serio con una de sus medidas estrella.

El mensaje ha llegado a la UE y a España, que ya se preparan para conocer su penitencia en lo que algunos economistas califican como tiempos de slowbalization . Los nuevos aranceles pondrán a prueba uno de los vectores que explican el actual éxito económico español, el de las exportaciones. A falta de concreción de las medidas que están por venir, la incertidumbre gira en torno a los efectos directos e indirectos del nuevo proteccionismo estadounidense y a la necesidad de explorar mercados alternativos.

El asunto preocupa al Gobierno, que ya afina el discurso ante el imprevisible inquilino de la Casa Blanca. “Con las cosas del comer no se debe jugar”, dijo esta semana su presidente, Pedro Sánchez, en un encuentro con empresarios de la alimentación. Lo hizo aludiendo a lo que se viene encima, un “choque comercial” con Estados Unidos.

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FILE - Republican presidential nominee former President Donald Trump dances at a campaign event at the Cobb Energy Performing Arts Centre, Oct. 15, 2024, in Atlanta. (AP Photo/John Bazemore, file)

Algunos datos para ponerse en situación. Las exportaciones españolas de bienes se encuentran en niveles récord gracias al esfuerzo de unas 44.000 empresas, de las que alrededor de 27.000, según la Cámara de Comercio de España, tienen relación directa o indirecta con Estados Unidos.

Hasta octubre, las exportaciones totales ascendían a más de 322.000 millones, en camino de igualar o superar los 383.000 millones del 2023. De todo lo que se vende fuera, unos 19.000 millones se dirigen a Estados Unidos. Es cerca del 1,3% del PIB, un porcentaje pequeño si se compara con la exposición de Alemania, Francia o Italia, más dependientes del socio americano. Sin embargo, un muro arancelario al otro lado del Atlántico podría tener consecuencias inesperadas.

“Es evidente que a nadie le interesa que se produzca una escalada de medidas proteccionistas, pero frente a amenazas externas, la UE tiene los instrumentos necesarios para afrontar cualquier escenario”, afirma Pablo de Ramón-Laca, presidente de Cesce, participada en su mayoría por el Estado y dedicada a asegurar la actividad de los exportadores.

La respuesta pasa desde su punto de vista por que la UE y España mantengan su “hoja de ruta” y den la batalla económica. Se trata de “ser más competitivos, más productivos y llegar al máximo potencial de sus capacidades internamente”. La búsqueda de acuerdos y negociación multilateral forman parte de la respuesta.

Una subida del 10% de los aranceles puede rebajar hasta tres décimas el crecimiento

Los analistas de Nomura creen que Estados Unidos podría poner aranceles del 10% a la UE y que la medida afectaría en tres décimas al ya de por sí anémico crecimiento europeo. Las estimaciones de S&P son parecidas: cada incremento en un 10% en la carga arancelaria tendría un efecto de 0,2 puntos porcentuales sobre el PIB de España y del resto de países comunitarios.

“Una guerra arancelaria genera distorsiones, efectos en cadena y mucha incertidumbre”, explica Santiago Carbó, catedrático de la Universitat de València y director de estudios financieros de Funcas. Si la economía europea ya está “debilitada”, este tipo de medidas no propician ni mucho menos un “entorno favorable”. “Las exportaciones españolas no resultarían inmunes” y el auge de los últimos años “se puede resentir”. La competitividad empresarial española seguirá en niveles elevados, “pero la demanda exterior no va a seguir siendo tan fuerte y, si se imponen aranceles, mucho menos”.

Los expertos temen los efectos indirectos, al verse dañadas las ventas a la UE

Manuel Hidalgo, senior fellow de EsadeEcPol y profesor de la Universidad Pablo de Olavide, califica a Estados Unidos de “socio importante, pero no de gran socio”. Eso limitará el golpe relativo con respecto a otros países europeos, pero tampoco hay excesivo margen para la complacencia. Los mayores impactos, asegura, pueden ser en realidad los indirectos, a través de los bienes intermedios que España exporta a países europeos para su posterior venta a Estados Unidos. “La economía española está muy internacionalizada y el peso de las exportaciones es elevado”, de modo que los aranceles le afectarán. Eso sí, por ahora “sin rasgarse las vestiduras”.

El año pasado, Estados Unidos fue el sexto mayor destino exportador español y el segundo extracomunitario, por detrás de Reino Unido. Los productos más vendidos fueron los semifacturados y de alimentación. Así en bruto, estas palabras no dicen mucho, pero cuando se desciende a categorías más concretas emergen las víctimas potenciales: el aceite de oliva, los medicamentos, el petróleo refinado o los automóviles.

La duda es si las empresas afectadas serán capaces de reaccionar con agilidad ante el nuevo muro atlántico y buscar otros destinos. “La competitividad no se pierde ni se gana de un plumazo”, pero captar un mercado como el americano también “lleva su tiempo”, indica Carbó. Lo cierto es que “las exportaciones españolas ha mostrado una versatilidad y una capacidad de adaptarse al entorno con la crisis financiera, pero no significa que sea fácil” afrontar el cambio de escenario.

Contenedores de mercancías en el muelle de descarga del Puerto de Barcelona, en Cataluña (España), a 1 de abril de 2021. El canal de Suez quedó libre al tráfico en las primeras horas del 29 de marzo, después de que el

Contenedores de mercancías en el puerto de Barcelona

David Zorrakino – Europa Press / Europa Press

Cuando se mira a mercados alternativos, se iluminan tres regiones en el mapa. Asia es una asignatura pendiente, no del todo explorada por las empresas españolas. Reino Unido puede ofrecer nuevas oportunidades ahora que se recupera de la resaca del Brexit y mira de nuevo a Europa. Latinoamérica ofrecerá oportunidades si el acuerdo con Mercosur lo permite.

Hidalgo ve ocasión para “sacar pecho” y reivindicar los logros de las empresas españolas en los últimos años. El nivel actual de exportaciones parecería impensable en los años previos a la gran recesión, cuando la demanda interna colmaba las aspiraciones de muchas de ellas. “La economía española lleva catorce años de transformación estructural e internacionalizándose”, afirma. Y este desempeño apunta a cierto nivel de resiliencia frente a las actuales amenazas. “Esta flexibilidad existe y el agua buscará su cauce”, pronostica.

Para entender el logro de las empresas, no hay más que comparar cifras. Las del 2024, a falta de dos meses, duplican los 158.000 millones de euros de todo el 2010. “Nuestro sector exterior es más resiliente frente a guerras arancelarias que hace unos años”, asegura el presidente de Cesce. Las exportaciones equivalen ya a más de un 37% del PIB, y de este porcentaje más del 60% se destina a la UE.

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(FILES) This photograph shows flags prior to an EU-US summit at European Union headquarters in Brussels on June 15, 2021. France's Prime Minister Francois Bayrou said on January 20, 2025, that France and Europe risk being dominated, crushed and marginalised if they do nothing to counter the policies of Donald Trump, ahead of his inauguration as US president. (Photo by Kenzo Tribouillard / AFP)

De Ramón-Laca alude además a algunos “factores mitigantes”, entre ellos la apreciación del dólar. Las políticas inflacionistas de Trump impiden bajar los tipos de interés como en la zona euro, donde el BCE ha optado por las rebajas para animar el crecimiento de países como Alemania. Eso aprecia al dólar frente al euro, lo que eleva la competitividad de las empresas exportadoras. Es un efecto que “rema en contra de la subida arancelaria”, afirma. A eso se suma “la competitividad de nuestras empresas en el exterior”, añade.

Desde la Cámara de Comercio de España, su director de servicios de estudios, Raúl Mínguez, añade una idea. “Si se impone un arancel generalizado, el impacto sería menor que si se establecen aranceles diferenciados por sectores o bloques geográficos”, lo que podría dejar muy tocados territorios y sectores concretos.

Puestos a identificar los más vulnerables, BBVA Research cita el vino y el aceite entre los productos, y Valencia, Madrid, País Vasco y Catalunya entre las regiones.

Las empresas han sorprendido para bien abriendo mercados en el exterior

En su primer mandato, Trump ya impuso aranceles a productos como el acero o el aluminio. Desde la Cámara de Comercio aluden a la necesidad de aplicar las “lecciones aprendidas” en esa etapa: “Expandir la presencia a mercados emergentes, buscar nuevos socios comerciales y avanzar en acuerdos con importadores y distribuidores estadounidenses para renegociar precios, plazos y condiciones para repartir el impacto de los aranceles”. Si Trump tiene su poción mágica, al otro lado también hay antídotos.

Ajuste de cuentas, comerciales y políticas

En la nueva era Trump no solo importa el saldo comercial, sino también el político. Aparcada la multilateralidad, comienza un tiempo marcado según los expertos por las “relaciones transaccionales”.
Trump tratará a cada país como le convenga e intentará debilitar el bloque comunitario. Mal indicio para España, no solo por hallarse su actual Gobierno alejado de sus postulados políticos, sino también por ir a la cola en gasto en defensa entre los socios de la OTAN.
A diferencia del conjunto de la UE, España tiene un saldo neto importador frente a Estados Unidos, debido entre otras cosas a la factura energética. Si la UE tiene un superávit exportador de 156.645 millones con Estados Unidos, en España las importaciones son superiores en 5.630 millones, según Ieseg.
Sin embargo, eso no impide que Trump pueda utilizar los aranceles para castigar de manera específica a España. “Trump utiliza los aranceles no tanto para proteger su industria nacional, sino como un instrumento de negociación en otros ámbitos políticos y comerciales”, afirma Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de la Cámara de España. “Este enfoque introduce una gran incertidumbre para los países afectados”.

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