Los aranceles obligan a los exportadores españoles a afinar la ingeniería aduanera

Los aranceles ya en marcha de la Administración Trump y los que están por llegar están obligando a las empresas a hacer auténtica ingeniería aduanera para optimizar sus ventas en Estados Unidos y, sobre todo, extremar las precauciones ante el aumento de los controles.

Ayer, KPMG presentó precisamente una guía para que los exportadores puedan “mitigar el impacto”, explicó Juan José Blanco, responsable de impuestos especiales de la consultora. Se trata de “reducir el importe de los aranceles” y “reportar de manera correcta” para evitar multas.

Para ello, es necesario atender a tres elementos: la clasificación, el origen y el valor de los productos. El primero permite “optimizar la carga arancelaria” en los gravámenes que se aplican a sectores o productos concretos como la automoción, el acero o el aluminio.

Reino Unido puede aprovechar sus menores aranceles para hacer de plataforma exportadora

También existe margen en torno al país de origen. Reino Unido, por ejemplo, se presenta como plataforma exportadora de productos de terceros países a Estados Unidos si acaba teniendo un arancel de solo el 10%.

Sin embargo, KPMG advierte de que, para que un producto de origen español se exporte a Estados Unidos vía Reino Unido, debe sufrir una “transformación significativa” en este último país. Solo de esta forma en la aduana se considerará británico el origen y no español, lo que abarataría el arancel.

Hay controles estrictos al respecto en los que suele tomarse como país de origen el lugar del que procede al menos el 60% de los componentes. Por eso, los exportadores deben cuidarse de posibles fraudes en este ámbito.

En lo referido al valor de las exportaciones, es posible desagregar algunos elementos del precio como el transporte o el seguro. Es lo que se conoce como unbundling , una técnica que permite reducir el valor del producto y, con ello, del arancel.

También en el caso de las ventas a Estados Unidos es posible reducir las cargas aduaneras vinculando el valor del producto al precio de venta inicial del fabricante, en lugar del precio final pagado por el importador, explica KPMG.

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