Los aranceles de castigo, belicosos o mal llamados recíprocos del presidente Donald Trump contra unos 90 países entraron en vigor justo al empezar este jueves (horario de la costa este de EE.UU), punto cumbre en la escalada de la guerra comercial que ya ha empezado a afectar a la propia economía estadounidense.
El importe de estos gravámenes alcanza unos niveles que no se habían visto en Estrados Unidos en cerca de un siglo, y se espera que los ciudadanos de EE.UU. paguen un promedio del 18,3% más por los productos importados. Este es el coste más alto desde 1934, según cálculos de organizaciones no partidistas.

El presidente Donald Trump ha hecho una mueca global con la imposición de aranceles a un nivel no visto en casi un siglo (Alex Brandon / Ap-LaPresse)
Las empresas están afrontando estos impuestos a los bienes de diversas maneras. En algunos casos, numerosos fabricantes de vehículos parecen que están asumiendo ese incremento, al menos por el momento. Muchos economistas sostienen que de manera irremediable esto recaerá en algún nivel sobre los consumidores y los negocios
Justo poco antes de medianoche, Trump proclamó en su red social que los dólares empezaban a fluir en EE.UU. como resultado de los aranceles. “Miles de millones, procedentes sobre todo de países que se han aprovechando de Estados Unidos durante muchos años, empiezan a llegar”, remarcó.
“La única cosa que puede parar la grandeza de Estados Unidos sería el tribunal radical de izquierda que quiere que caiga nuestro país”, escribió en letras mayúsculas en referencia al caso en la corte de apelación que decidirá si Trump se excedió en su autoridad, saltándose al Congreso, al imponer estos gravámenes.
El presidente señaló que incluso hay más aranceles que vendrán, apostando fuerte por una estrategia que ha sacudido los mercados, elevado los precios y que provoca susto tanto a los consumidores como a las empresas.
El anuncio lo realizó la semana pasada, tras meses de idas y venidas, de amenazas y retiradas, que en ocasiones supuso formalizar acuerdos previos, como el que pactó con la Unión Europea (UE), que supone el pago de aranceles del 15% por las exportaciones del Viejo Contiene a EE.UU, mientras que los productos estadounidenses tendrán un 0% en su distribución en los 27 miembros de la UE.
Según Trump, estas cargas significan un reinicio o una verdadera sacudida al sistema del comercio global, una reconfiguración de las relaciones que calificó de injustas y el ingreso en las arcas de su gobierno de unos nuevos y elevados ingresos, además de buscar impulsar la industria estadounidense.
En verdad ya han ayudado a generar dinero, unos 152.000 millones recolectados hasta este mes de julio. Pero las consecuencia ya se dejan sentir. El mercado laboral se resiente, repunta la inflación, se ha frenado el crecimiento y las empresas avisan de que su estómago no puede resistir mucho más. La cesta de la compra cada vez está más vacía gastando lo mismo que no hace tanto.
Hasta este jueves, los bienes de cada país estaban sujetos a un mínimo universal del 10%, porcentaje que fijó el pasado 2 de abril, el día de la liberación para Trump, en que desató su guerra. Entre tanto, continúa la negociación con México y China, con el que mantiene unos aranceles del 35% para los productos chinos, que, a la inversa, aplica un 10% a los bienes estadounidenses.
Ahora esas cifras de compensación varían. Brasil e India al 50%; Laos y Myanmar, 40%; Suiza, 39%; Canadá (algunos productos, desde el 1 de agosto), Irak y Serbia, 35%, por citar los casos más llamativos. Otros 21 países afrontan gravámenes por encima del 15%, lista en la que figuran naciones en las que confía mucho EE.UU. para una diversidad de productos, como Vietnam (20%), Taiwan (20%) y Tailandia (19%).
Luego está el grupo de 39 países, que al igual que la UE, soportan un 15%. Japón es uno, tras duras negociaciones. La Unión Europea es el único socio comercial cuya tasa de referencia incluye los aranceles previos. Por ejemplo, los quesos que tenían un impuesto del 14,9%, no suben ahora al 29,9%, sino que su tasa se queda en el 15%. La obligación para Reino Unido se queda en el 10%.
Además, Trump amenazó este viernes con imponer gravámenes del 100% a chip y semiconductores. Quedaran exentos los que manufacturen en EE.UU. o inviertan o se comprometan a invertir en el país.
En general, estas cargas impositivas no se aplican a los productos extranjeros que fueron cargados en barcos antes del 7 de agosto. Estos bienes en tránsito no están sujetos a los nuevos aranceles siempre y cuado entren en Estados Unidos como muy tarde en octubre, circunstancia que tal vez haya abierto la puerta a amasar un inventario mayor al habitual.
Trump alardea del mucho dinero que está ingresando y que servírá para paliar el enorme déficit del país. Sin embargo, sabedor del daño que causa, si bien sin reconocerlo de manera explícita, ya ha lanzado la generosa idea de ofrecer reembolsos a los hogares que tienen los salarios más ajustados.