Los canadienses van a las urnas bajo la amenaza anexionista de Donald Trump

Los milagros no existen, pero Donald Trump, sí.

“Los canadienses, a menudo, hacen cosas como poner su bandera en las maletas o en las mochilas cuando viajan al extranjero, a Europa por ejemplo. Es para no ser confundidos con los estadounidenses”, explica Kevin Brushett, profesor de Historia en el Royal Millitary College de Canadá, con sede en Ontario.

Su comentario ilustra el estado de exaltación nacionalista que ha surgido en este país de Norteamérica a raíz de los ataques de Donald Trump contra el país vecino, del que ha dicho que debe ser el estado 51.

“Sin Estados Unidos, Canadá dejaría de existir”, reiteró el pasado miércoles en el despacho oval de la Casa Blanca.

Por el efecto Trump, el voto pasa de centrarse en el coste de la vida a la defensa de la nación

Esta retórica imperial, junto a la amenaza de los aranceles del 25% a industrias esenciales para la nación vecina, como la de automoción o la maderera, puede tener el efecto este lunes de que lo imposible sea posible. Los canadienses celebran elecciones parlamentarias y las últimas encuestas dan como favorito al Partido Liberal, lo que confirmaría a Mark Carney, de 60 años, como primer ministro, en el cargo desde marzo, después de borrar una diferencia de más de 20 puntos en los sondeos.

Carney, prestigioso gestor bancario sin experiencia política, fue la solución de emergencia de los liberales. Justin Trudeau anunció su renuncia en enero. Iba a la deriva absoluta tras dos años de campaña sin descanso del líder conservador Pierre Poilievre, de 45, a causa de una crisis en espiral por el coste de la vida, viviendas inasequibles, inmigración masiva y un controvertido impuesto a las emisiones de CO2.

Poilievre se frotaba las manos. Parecía en la senda para acabar con tres victorias consecutivas de sus rivales.

Las encuestas, que le llegaron a dar un 25% de ventaja, se derrumbaron como un castillo de naipes con la irrupción de Trump y su arrebato contra la existencia misma del país. Justo al tomar posesión, hace ahora 100 días, ya llamó a Trudeau “gobernador”. Solo era el principio de airear su pretensión de anexionar Canadá.

El conservador Poilievre tenía 25 puntos de ventaja en enero cuando Trudeau anunció su renuncia

“Muchos canadienses se han sorprendido porque nunca habían visto este tipo de agresividad. Les ha hecho reaccionar con extrema negatividad”, afirma Brushett. “El ataque de Trump a la soberanía de Canadá, tanto económica [aranceles] como política [estado 51] ha sido un factor significativo en la recuperación de la fortuna de los liberales”, analiza.

Matiza, sin embargo, que también es relevante la elección como candidato de Carney, que ha sabido desviar la atención de los asuntos que provocaban insatisfacción con Trudeau, en especial la inflación, y convertir las urnas en un referéndum contra la invasión de Trump.

“Poilievre no ha podido capturar el enfado con Trump porque ha estado usando el mismo discurso populista antiélites. Ha prometido seguir pautas similares en los recortes del Gobierno al estilo del departamento de Elon Musk, y pienso que esto también es sustancial en el cambio del electorado”, remarca. “Carney, por el contrario, da la imagen del hombre tranquilo, con conocimientos y experiencia de gestión que los populistas como Trump o Poilievre desdeñan”, sostiene.

Como explica Brushett, el presidente estadounidense “es un factor que irónicamente ha polarizado la política canadiense”. Las encuestas indican que habrá voto útil de otros partidos hacia los liberales.

Carney ha hecho bandera del nacionalismo y ha puesto al presidente de EE.UU. en las urnas

“No creo que Trump haya interferido deliberadamente en las elecciones de Canadá”, responde Adam Chapnick, profesor en el Canadian Forces College. “Más bien, tiende a divagar y repetir sus grandes éxitos cuando se le hacen ciertas preguntas y está en un estado de ánimo particular”, señala.

Argumenta que, aunque la reclamación del estado 51 vaya en serio, está más que claro que legalmente, y descartada la opción militar, es un proceso que requiere unas mayorías parlamentarias inalcanzables. Esto no quita el efecto que ha tenido entre los votantes canadienses. “Sus reflexiones sobre el estado 51 han reformulado la cuestión clave en las urnas”, matiza. “Se ha pasado de la necesidad de un cambio y de abordar el coste de la vida a la necesidad de defender la soberanía canadiense de un agresor inesperado”, apostilla Chapnick. Este es el milagro de Donald Trump.

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